viernes, 25 de septiembre de 2015

Las leyes más importantes de la productividad

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Aunque seguramente ya has oído mencionar las leyes de las que voy a hablarte en contextos relacionado con la economía o la física, lo cierto es que se pueden aplicar en multitud de campos y tienen una especial relación con la productividad. Si quieres sacarle más partido a tu tiempo, te interesa conocerlas y, sobre todo, utilizarlas de manera combinada.
Leyes_Productividad
1.- El Principio de Pareto
También conocida como la regla del 80/20, se podría enunciar de esta manera: “El 20% de las acciones generan el 80% de los resultados”.
Su nombre se debe a Vilfredo Pareto, un economista italiano del siglo XIX que observó que el 80% de la riqueza de su país estaba en manos de un 20% de la población (enunció por primera vez el principio en su Cours d’economie politique).
A partir de aquí, numerosos estudios estadísticos probaron que este tipo de distribución se puede encontrar casi en todas partes, no sólo en la economía. Tal es así, que se enuncia de diferentes formas según el entorno en el que se aplica: el 80% de los errores provienen de un 20% de posibles causas, el 80% del beneficio lo genera un 20% de los clientes y productos, etc. En realidad, la relación 80/20 es tan sólo un término medio, una aproximación. Hay casos en los que la desigualdad de proporciones es incluso más pronunciada (90/10, 95/5 e incluso 99/1).
Por lo tanto, si tienes en cuenta que, más o menos, el 80% de tus resultados provienen del 20% del tiempo y esfuerzo que inviertes en ellos, entonces resulta claro que puedes obtener resultados muy parecidos dedicando mucho menos tiempo y esfuerzo.
Para poder utilizar este principio en tu beneficio, tienes que conocer cuáles de tus actividades producen los resultados que te acercan más a tus objetivos y cuáles simplemente te mantienen ocupado. Céntrate en las tareas importantes y trata de eliminar la mayor parte del resto. Seguramente vas a sentirme mal por no hacer cosas que crees que deberías hacer (pero que, básicamente, te hacen perder el tiempo). Entenderás el valor de no hacerlas cuando dispongas de un par de horas adicionales cada día para hacer lo que te apetezca.
2.- La Ley de Parkinson
El historiador británico Cyril Northcote Parkinson se dio cuenta de que, a pesar de haber cada vez menos trabajo burocrático en la Oficina Colonial británica, el número de funcionarios aumentaba cada año en más de un 5%. Publicó el resultado de su investigación en su libro Parkinson’s Law (1957), del que se extrae la conocida Ley de Parkinson“El trabajo se expande hasta que llena todo el tiempo disponible para su realización”.
Si alguna vez has encargado un trabajo a alguien, ya sabes que esta ley se cumple casi siempre. Si has dado un mes de plazo, el trabajo se hará en un mes, aunque pudiera hacerse en dos semanas.
Del igual modo, cuando tu mismo te programas las tareas que tienes que realizar cada día, te terminas ajustando a los plazos que te habías marcado. Es bastante fácil mejorar tu productividad si utilizas esta ley a tu favor. Cuando planifiques tu trabajo, márcate unos plazos más ajustados. Sé más optimista en la estimación tiempos y acertarás. Además, cuando pones límites más estrictos a tu tiempo, te obligas a enfocarte en lo importante, a ir al grano.
3.- Primera Ley de Newton sobre el Movimiento
Isaac Newton publicó sus tres leyes sobre la física del movimiento en 1687. La primera de ellas se enuncia de esta manera: “Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas sobre él”.
También se le llama Ley de la Inercia, y viene a decir lo siguiente: “Lo que está en reposo, sigue en reposo y lo que está en movimiento, sigue en movimiento”.
Esto tiene que ver con tu productividad mucho más de lo que puedas imaginar: Cuando estás procrastinando, estás en estado de reposo, y dado que es una situación bastante placentera, resulta muy difícil de cambiar. Igualmente, cuando te pones a hacer cosas y entras en estado de movimiento, es muy difícil de parar porque, al fin y al cabo, el hecho de ir completando tareas también resulta satisfactorio.
Para aprovechar esta ley, debes ponerte cada día manos a la obra cuanto antes y sin pensarlo. Hacer cinco minutos de cualquier cosa te pone en movimiento, y la tareas en movimiento tienden a terminarse. Así que, simplemente, empieza.

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