El amor que sentía por su familia y por su esposa le daban la fuerza suficiente para continuar luchando. "Si entonces hubiera sabido que mi mujer estaba muerta, creo que hubiera seguido entregándome - insensible a tal hecho - a la contemplación de su imagen y que mi conversación mental con ella hubiera sido igualmente real y gratificante". (V. Frankl, 1998, 65).
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