De a poco asoman en las escuelas técnicas para entender nuestro cerebro
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Diego Golombek
Muy lindo el cuentito del cerebro, de la neurociencia, de la cognición y todo eso. Pero. ¿para qué sirve? ¿Nos hace mejores personas, más inteligentes, menos pelados, mejores alumnos? Sí. y no. Nadie duda de que conocer el cerebro es saludable, y justamente en salud están las aplicaciones más certeras de este arte. Pero aún estamos un poco lejos de aplicar el conocimiento en las cuestiones más terrenales, más allá de algunos consejos generales.
Uno de los ejemplos más concretos es el de la educación (y como en estas épocas todo debe llevar prefijo neuro, por supuesto que hablaremos de neuroeducación). La neurociencia cognitiva ha avanzado muchísimo en entender los procesos de lectura y escritura, las bases de la atención y la memoria, las mejores formas de transmitir el conocimiento. Pero esto, ¿llega al aula y a la señorita Clotilde, que pone sus mejores intenciones para educar a esas bestezuelas? Hace unos cuantos años un artículo afirmaba que entre la neurociencia y la educación había "un puente demasiado lejos". Y así fue por mucho tiempo.
Pero hay quienes no se conforman y toman al cerebro por las astas, de hecho, aquí cerquita. Se acaba de realizar en la provincia de Buenos Aires la sexta escuela latinoamericana de Educación y Ciencias Neurales y Cognitivas, donde el objetivo es, justamente, poder ir llevando al cole lo que vamos sabiendo sobre nosotros mismos. Fue organizada por la generación más joven del laboratorio de Neurociencia de la Universidad Di Tella, con el apoyo de la Fundación McDonnell, y congregó a los capos más capos de todo el mundo como profes, y a estudiantes de doctorado especialistas en ingeniería de puentes neuroeducativos.
¿Y de qué tratan estos puentes? De mucho, y las novedades son las pruebas que, de a poco, se están realizando en las aulas, los verdaderos laboratorios de esta iniciativa. Por ejemplo, de cómo los avances en la neurociencia de la dislexia y otras letras permiten decidir las mejores maneras de aprender a leer, en un mundo que se divide entre los globales (que proponen entender una palabra como un todo) y los analíticos (los que afirman que hay que disecar cada letra, de a una por vez). También hay aristas fascinantes, como los que estudian la lingüística del lenguaje por señas, que tiene sus acentos, sus expresiones y su emotividad particular. Pero no sólo de palabras vive el cerebro, también hay una ciencia de la numerosidad (cuyo campeón, Stan Dehaene, fue de la partida) que permite avanzar en el aprendizaje de números, cuentas y fórmulas.
Otro aspecto de esta neuroeducación tiene que ver con el desarrollo: en qué edades se puede o debe hacer qué cosas. Y aquí aparecen los experimentos con bebés antes de que aprendan a hablar, que maravillosamente incorporan nociones bastante complejas y hasta pueden comunicarlos con los gestos, con la actitud y, de ser necesario, con el registro de su actividad cerebral. Claro, en esto influyen tanto el desarrollo como el ambiente: la familia, los estímulos, la buena nutrición. Y tanto en bebes como en chicos y, sobre todo, en adolescentes, el sueño es un tema clave: dime cuánto y cómo duermes y te diré qué aprendes.
Tampoco quedan afuera las técnicas de entrenamiento cognitivo, tanto las que parecen tener algún tipo de demostración empírica como la desmitificación de las claramente truchas. Pero sí: el cerebro es maleable, aprende y se puede ir modificando con la experiencia.
No todo se trata de aprender: también hubo intervenciones acerca de la ciencia de enseñar. Eso: ¿qué le pasa al cerebro que transmite conocimiento e información? ¿Por qué a algunos les sale bien y otros quedan en el anecdotario risible de las reuniones de egresados? Sidney Strauss y otros tratan de entender de qué se trata este problema que desveló a los antiguos griegos y todavía tiene algo de misterioso.
Como sea: hay esperanzas. Entender nuestro cerebro, a nosotros, está llegando a las aulas. Va a ser tan lindo hacer un puente. Sobre el mar. Sólo para vos.
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