miércoles, 29 de junio de 2011

Adaptación al cambio, mejor futuro

http://www.eduardpunset.es/13136/general/adaptacion-al-cambio-mejor-futuro

Es impresionante constatar hasta qué punto las personas con un juicio formado se aferran a él y prefieren que todo sucumba a su alrededor antes de aceptar que la vieja convicción ha dejado de expresar la realidad de las cosas; que su opinión es arcaica e inservible.

Ocurre así con el concepto de la esperanza de vida, que va mucho más allá de la edad de jubilación para afectar a los horarios del trabajo, los estudios, la educación de los hijos, del entretenimiento y retiro personal. ¿Se ha enterado alguien de que la esperanza de vida se prolonga unos dos años y medio cada década desde 1840? ¿Alguien ha hecho el levísimo esfuerzo de conocer que los hijos o nietos nacidos en torno al año 2000 serán casi todos centenarios? ¿Alguien está sacando las conclusiones necesarias del hecho innegable de que la esperanza de vida no solo aumenta ininterrumpidamente, sino que ya no lo hace gracias a la lacerante mortalidad infantil, sino debido a que no se muere la gente mayor?

Como ha señalado uno de los mejores demógrafos y matemáticos del momento, James Vaupel, la tasa de mortalidad de los que tienen 80 años o más está descendiendo un dos por ciento anual en la mayoría de los países. Es abrumadoramente descabellado que los dirigentes sociales sigan manteniendo que no deben tocarse los horarios de trabajo, la edad de jubilación o el tiempo dedicado al cuidado de los hijos, como si nada de lo dicho anteriormente hubiera pasado.

¿Es posible tal cerrazón cuando está comprobado que, si el siglo pasado fue el de la distribución de la riqueza, el actual será el de la distribución del trabajo? Veamos el pasado y presente de la realidad. Hoy por hoy, la gente dedica unas dos décadas a prepararse para su vida futura; con suerte le toca luego dedicar otras dos décadas a compartir su trabajo duro durante ocho o diez horas diarias con la educación de los hijos; seguir pagando después la hipoteca cuando sus hijos ya no necesitan el cuidado incesante de antaño; por fin pueden retirarse en condiciones de buena salud, durante dos décadas redundantes en términos biológicos.

Señal de tráfico del Reino Unido y que en un futuro deberemos incorporar en nuestra geografía (imagen: usuario timojazz de Flickr).

¿De verdad no se le ocurre a nadie que puede generarse el mismo producto nacional y algo más adecuando la redistribución del tiempo de ocio, trabajo, cuidado de los niños y retiro a raíz del continuo aumento de la esperanza de vida? Se podría, por ejemplo, extender la edad de jubilación compensando a los interesados con menos horas de trabajo durante su juventud para que pudieran dedicar más tiempo a sus hijos y a los estudios. Resulta que no se han eliminado los daños perversos de la senectud, pero sí se han retrasado en el tiempo, y no tiene perdón de Dios dejar a los mayores a la merced del azar y el aburrimiento inacabable cuando se disfruta de plena o casi plena salud.

Debiéramos replantearnos de nuevo la distorsión que se produce en el ámbito y vocación de determinadas profesiones, como la defensa de intereses establecidos por los agentes sociales y políticos. Se los eligió en su día para que, efectivamente, fueran garantes de determinados intereses establecidos; pero también para que fueran gestando una adecuación paulatina de las instituciones y de aquellos intereses al cambio ocurrido.

No pueden, para citar el ejemplo que ahora nos hace reflexionar, no darse por enterados de que la esperanza de vida ha aumentado de modo insospechado y de que esto afecta a la distribución del trabajo, la educación, el ocio y el entretenimiento. Los humanos, al contrario de otras especies, han sobrevivido porque supieron decidir en cada momento no solo si era mejor hacer frente a los desafíos o, por el contrario, huir del depredador, sino prever el futuro.


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