Creo que todo empieza con una pregunta. La gente que ha aprendido a ser creativa seguramente lo ha conseguido a base de formular excelentes preguntas y de intentar buscar las mejores respuestas. Pero no hay respuestas sin preguntas.
La gente creativa, las empresas innovadoras observan, se preguntan cómo las cosas podrían ser de otra manera y buscan soluciones diferentes e imaginativas a través de la experimentación constante.
Pero muy a menudo nos encontramos con personas y empresas que no quieren formularse preguntas ni interrogantes. Porque seguramente les da miedo.
Quién no se pregunta nada pretende seguir haciendo lo mismo de siempre. Hay muchas empresas dónde la pregunta “impertinente” está mal vista. Las cosas se hacen cómo ordenan los que mandan. Y preguntar, en ese contexto, se vuelve una práctica suicida, irreverente, peligrosa. Por esa razón hay tanta gente que calla en las empresas. Callan porque no quieren complicarse la vida ante un poder que no admite que las cosas puedan ser de otra forma, aunque a veces se disfrace de cordero.
Parece que la mayoría de empresas innovadoras de verdad hacen las cosas de otra manera. Amazon, Apple, Google estimulan la pregunta. De hecho, llegan a crear equipos de gente que tienen la obligación de poner la casa patas arriba y desafiar cualquier tipo de convencionalismo. Desde el statu quo se anima a desafiar el statu quo. Esto es, como dice Gary Hamel, auténtica democracia de la innovación.
¿Para cuándo vamos a ver en España empresas que animen a sus colaboradores a formular preguntas de forma constante para así innovar de forma disruptiva e ir más allá de las fronteras del negocio?
Creo que a muchos directivos les iría muy bien releer (o leer por primera vez) a Hermann Hesse. Demián, Bajo las ruedas, Shiddarta… Magníficas reflexiones que no deberíamos haber olvidado nunca.
Steve Jobs, practicando la meditación, se preguntó obsesivamente por qué no podría haber ordenadores silenciosos. Así nació una de las innovaciones más populares de Apple.
En todas las empresas debería haber sesiones de preguntas reveladoras como mínimo cada semana. ¿Quién se atreve?
La gente creativa, las empresas innovadoras observan, se preguntan cómo las cosas podrían ser de otra manera y buscan soluciones diferentes e imaginativas a través de la experimentación constante.
Pero muy a menudo nos encontramos con personas y empresas que no quieren formularse preguntas ni interrogantes. Porque seguramente les da miedo.
Quién no se pregunta nada pretende seguir haciendo lo mismo de siempre. Hay muchas empresas dónde la pregunta “impertinente” está mal vista. Las cosas se hacen cómo ordenan los que mandan. Y preguntar, en ese contexto, se vuelve una práctica suicida, irreverente, peligrosa. Por esa razón hay tanta gente que calla en las empresas. Callan porque no quieren complicarse la vida ante un poder que no admite que las cosas puedan ser de otra forma, aunque a veces se disfrace de cordero.
Parece que la mayoría de empresas innovadoras de verdad hacen las cosas de otra manera. Amazon, Apple, Google estimulan la pregunta. De hecho, llegan a crear equipos de gente que tienen la obligación de poner la casa patas arriba y desafiar cualquier tipo de convencionalismo. Desde el statu quo se anima a desafiar el statu quo. Esto es, como dice Gary Hamel, auténtica democracia de la innovación.
¿Para cuándo vamos a ver en España empresas que animen a sus colaboradores a formular preguntas de forma constante para así innovar de forma disruptiva e ir más allá de las fronteras del negocio?
Creo que a muchos directivos les iría muy bien releer (o leer por primera vez) a Hermann Hesse. Demián, Bajo las ruedas, Shiddarta… Magníficas reflexiones que no deberíamos haber olvidado nunca.
Steve Jobs, practicando la meditación, se preguntó obsesivamente por qué no podría haber ordenadores silenciosos. Así nació una de las innovaciones más populares de Apple.
En todas las empresas debería haber sesiones de preguntas reveladoras como mínimo cada semana. ¿Quién se atreve?
Nota acerca de la foto: La escultura de la imagen es “Anamorfosis”, (de Domingo García + Antonio J. Lombillo, Expositiva) de la colección de elementos exteriores de La Casa de las Ciencias de Logroño . Las letras invertidas del suelo, recuperan su verdadero sentido al reflejarse sobre la escultura: “Lo importante es no dejar de hacerse preguntas”, como decía Albert Einstein, cuyo rostro figura al pie de esta oportuna sentencia.
Etiquetas: creatividad, Innovación
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