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“El azar reparte las cartas, pero nosotros las jugamos”, escribió Schopenhauer. En esta lúcida frase el filósofo apuntaba a que en la vida se trenzan el azar y la responsabilidad.
El azar no depende de nosotros. La responsabilidad y sus derivadas sí (trabajo, formación, ensayo y error, voluntad de aprendizaje, dedicación, entrega, preparación…).
Con mi amigo Fernando coincidimos hace ya más de diez años en que la Buena Suerte surge cuando creamos circunstancias, cuando sembramos posibilidades, cuando decidimos hacer algo diferente, nuevo, que rompa la inercia del azar.
No hay garantías, pero lo que está claro es que toda transformación, toda realización, todo objetivo alcanzado requiere poner la acción bien pensada y sentida al servicio de generar circunstancias que faciliten que el anhelo se realice.
Luego no confundamos la suerte azarosa, con la Buena Suerte trabajada con tesón. Ambas existen, sí, pero la segunda es más válida por su proceso que por su resultado.
Que tengais un feliz día.
Álex
(Fotoidea)
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