Cada vez tengo más claro que el aprendizaje y el conocimiento no va de tecnologías o plataformas, sino que de nodos y de cómo somos capaces de fluir por ellos.
Foto de Presley* vía Flickr Licencia CC
Decía hace un tiempo que el valor no te pertenece, sino que reside en tu malla. En este mundo hiperconectado el valor de una sola persona es muy poco y se ve reflejado en aquello que aporta y recibe de su red.
Hace unos años las redes eran pequeñas y se basaban en contactos presenciales. Las comunidades se formaban por nuestros flujos de movimientos. Hoy en día podemos acceder a personas de cualquier parte del mundo, por lo que tenemos la capacidad de expandir nuestra red al máximo y desarrollar todo su potencial.
Lo mejor de todo es que cuanto más aportas a tu malla, mayor número de conexiones tienes y éstas son de mayor calidad.
Da igual que tu misión sea impulsar un trabajo, desarrollar un proyecto, aprender algo, comunicar una acción, etc.. Necesitas más que nunca conocer tu malla y saberte mover por ella, aprovechando el poder catalizador que tiene Internet y activando los nodos necesarios en función de tus necesidades. En mi red conviven nodos informativos, creativos, motivadores, activadores, conversacionales, mentores, reivindicativos…
Y a nivel empresarial cada vez toma más importancia el Análisis de Redes Socialescomo elemento imprescindible para dar visibilidad a un producto o para activar a los nodos más influyentes. Si sabemos cómo están conectados y se relacionan nuestros clientes, podremos llegar de una forma más fácil a toda su red de contactos.
Por eso si tuviera que apostar por cómo veo el futuro, lo haría por un mundo en el que las redes se formarán automáticamente en función de nuestros intereses, pero que necesitarán de nuestro esfuerzo para su configuración, activación y mantenimiento.
¿Cuál es tu apuesta?
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