Creo que hay que creer en algo y si es algo descabellado, inalcanzable o insólito mejor; porque tantas más ganas de seguir viviendo me proporcionará.
Creo que los seres humanos somos muertos de permiso. Creo que tiene poco sentido que ocultemos lo peor de nosotros mismos pero que es más insólito aún que también ocultemos lo mejor. Creo que las naves que mandan al espacio con información sobre la Tierra deberían llevar la receta de la tortilla de patata y una botella de Ribera de Duero.
Creo que si quieres conocer realmente la opinión de alguien sobre algo puedes preguntarle que piensa que opinan los demás sobre ese algo porque siempre que hablamos sólo sabemos hablar de una sola cosa, de nosotros mismos. No importa si hablas de coches, de política o de las directrices de la Unión Europea en materia de pesca… Ríndete: sólo sabes hablar de lo único que quizá conoces ligeramente: de ti mismo.
Creo que empezar a desplazarme en bicicleta fue una de las mejores decisiones de mi vida, como también lo fue hacerme emprendedor y, supongo, venir a este planeta. Creo en las bicicletas, los descapotables, los veleros y, en general, en cualquier artefacto que se mueva.
No creo especialmente en la crítica -tampoco en la constructiva- porque si me quedasen diez minutos de vida no los pasaría criticando a nadie, tampoco constructivamente. No creo en la crisis, en el sufrimiento ni en el esfuerzo porque si nadie creyese en ellos no existirían. Todo lo anterior sólo existe porque pensamos que puede existir. Piensa en ello.
Creo que la vida es como un fotomatón gigante como esos donde te metías con los amigos cuando aún había fotomatones para inmortalizar una gran noche. Entras al fotomatón, lo pasas bien un rato, cuatro flashes que te despistan y fuera.
Creo en las mesillas rebosantes de libros. Muy rebosantes. Y punto.
Creo que las pequeñas rutinas diarias están infravaloradas. Creo que ser un clásico es lo mejor para muchas cosas. Creo en que un cuarto de lo poco que sé de la vida lo aprendí en los libros, otro cuarto preguntando y escuchando, el tercer cuarto viendo películas y el último cuarto en bares, discotecas, restaurantes, cafeterías, chiringuitos, pianobares, cafeterías de trenes, bares de hoteles y cualquier cosa que tenga un aspecto similar a una barra de bar. Por cierto, creo que lo mejor de cada fiesta siempre sucede en la cocina.
Creo que en algún momento del futuro nuestra alimentación será vegetariana o prácticamente vegetariana y que no ser vegetariano o prácticamente será algo extravagante… Aunque también creo que para esto queda aún tiempo.
No creo que echarle chocolate líquido por encima a los postres tenga nada de admirable y creo que el profesor de la escuela de hostelería que le dijo a los chefs que ponerle un toque de vinagre balsámico a los platos los mejora está equivocado. Pero que muy equivocado. Pero si es balsámico caballero… Pues dígale al chef que se beba un litro entero de vinagre balsámico, que le ponga otro a su gato y que ya iré a verles a urgencias a los dos…. Creo en que un café con leche vegetal al mediodía, un ordenador para escribir o para pensar y un teléfono apagado en una buena cafetería es uno de los grandes planazos secretos de la vida.
Creo más en el camino que en la meta. Creo en el dolce far niente, creo en que merece la pena ser un bon vivant de vez en cuando y creo que algún día crearé un grupo secreto que exterminará en piras nocturnas las gafas de sol de las personas que te hablan con ellas puestas. Creo que algún día me meteré a político. Creo que estoy preparado para ello. Creo en las listas que te permiten que no se pierda un ápice de información: lista de libros pendientes, lista de películas pendientes, lista de próximos proyectos, lista de restaurantes guau de tu ciudad, lista de ideas, de sitios por visitar…
Creo que posiblemente la tecnología bien empleada es la mayor oportunidad para el ser humano de la historia. Creo en deslocalizarme, en el marxismo digital, en el talentismo y más en los proyectos que en los trabajos. Creo que cada uno de nosotros tiene una misión y que no descubrirla es uno de los mayores errores que se pueden cometer en la vida.
Creo que lo único que puede aportar verdadero significado a nuestras vidas es servir de alguna forma a otros seres humanos.
Creo en el amor para toda la vida -llámame clásico- y también creo que es fantástico pasar un tiempo solo de vez en cuando. Creo en ir solo al cine, a la playa y de vacaciones y también en los días en los que quedas para un brunch y te despides por la noche… o incluso a la mañana siguiente. Creo en fluir y en que la vida me solucionará casi cualquier problema que me encuentre. Creo en escuchar verdaderamente a las personas. Creo que cada persona realmente es buena. También creo que el miedo hace que muchas personas hagan cosas verdaderamente injustificables.
Creo que vivimos un mundo abundante. Y ya está. Creo que no hay nada que temer y que cada uno de nosotros ya se ha llevado el premio gordo. Creo que un pequeño grupo de ciudadanos comprometidos y responsables puede cambiar el mundo; de hecho siempre ha sido así.
Creo que todo el mundo debería vivir un día unos cuantos días de su vida como si fuera multimillonario y otros cuantos como si fuera pobre de solemnidad para comprender que la paz interior es algo que va de dentro hacia afuera y no al revés. Es más fácil comprar dinero con felicidad que felicidad con dinero. Creo más en la prosperidad que en la riqueza.
Creo en vivir sin jefe, sin miedos y con abundancia. Creo en el pensamiento positivo y por eso hago lo que hago. Creo que cada persona que se cruza en nuestra vida en un maestro de esta enorme escuela de almas que es la vida.
Creo en los amigos, en la familia y en el concepto de familia elegida y en que una vez al año cada persona debería tener el permiso y las ganas de organizar una fiesta de cumpleaños o de lo que quiera para celebrar que sigue vivo. Y cuando la hagas, invítame…
Creo que necesitamos inventar nuevos modelos de pareja. Urgentemente. Creo que hay dos tipos de personas, unos que forman parte de una secta secreta cuyo rito principal es hacer lo posible por ver atardecer cada día y luego están los demás. Yo formo parte de los primeros.
Creo que elegir es rechazar y que cada vez que rechazo algo mío se queda allí. Me gusta tanto la vida que a veces creo que me gustaría vivir todas las opciones posibles.
Creo que hay dormir profundamente para después estar bien despierto y no creo que una vida con sueño merezca la pena ser vivida Creo que duermo más que los demás pero también que así estoy también más despierto que los demás. Por eso, si tengo sueño me duermo porque la vida me regaló un superponer -al estilo de los héroes de película- que me permite dormirme en cualquier momento y en cualquier lugar [una vez me quede dormido de pie y no es broma y otra vez dormí 17 horas seguidas sin interrupción] y le estoy muy agradecido a la vida por ello porque de una manera intuitiva sé que esto es una fuente de salud y, sobre todo, de sabiduría.
Creo que ser un fanático del agradecimiento me ha cambiado la vida. Creo que entre varias opciones la más sencilla y simple es siempre la mejor. Creo que mañana es el primer día del resto de mi vida.
Creo que el único fin de la vida es aprender a ser felices para, posteriormente, ser rabiosamente felices. Creo que demasiadas personas no saben qué hacer con su tiempo libre y por eso en vacaciones hacen cosas rarísimas como hacer uso del happy hour y emborracharse a horas inverosímiles [o a todas horas] o ir a ver exposiciones de pintura de artistas por los que nunca antes habían sentido curiosidad. Y esto me inquieta.
Creo en que no da igual ocho que ochenta. Creo en la excelencia, en los detalles, en el trabajo minuciosamente acabado y en que de la misma forma en la que haces una cosa, así lo haces todo en la vida. Cada pequeña cosa que hacemos está hablando de nosotros. Creo en la posibilidad de escribir una página perfecta de un libro, una página a la que no le falte ni le sobre una sola letra. Creo en leer hasta que se te cierren los ojos. Creo en la bondad humana.
Creo que nos quejamos demasiado. Honestamente, casi nada de lo que te quejas es para tanto… Creo más en agradecer, apreciar, admirar y sorprenderme que en quejarme. Nunca pasa nada bueno cuando te quejas. Pero sí que pasan cosas malas. Punto.
Ah, y creo en las personas, por eso, aunque posiblemente no nos conocemos, creo y confío en ti… No es broma, por encima de todas las cosas y de una forma natural, creo en ti.
Sergio Fernández
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