“El conocimiento es la verdadera gran revolución y si no adoptamos ese camino vamos a ser un país atrasado porque en veinte años el 30% de los negocios y las ocupaciones actuales van a desaparecer”, dijo ayer en el Aula Magna de la Facultad de Medicina el doctor Facundo Manes, uno de los principales referentes de las Neurociencias, tomando por sorpresa a un auditorio que esperaba acaso una charla más enfocada en su especialidad. “Hoy la riqueza de un país no pasa por sus recursos naturales ni por su industria. Es bueno tener Vaca Muerta, es muy bueno tener soja, pero hoy, nos guste o no, la riqueza de un país pasa por el capital intelectual de su población. Y frente a eso Argentina tiene dos problemas graves, dos problemas que ni siquiera con una inflación cero y diez años de crecimiento sostenido tendríamos resueltos de por sí”, señaló el rector de la Universidad Favaloro, quien visitó ayer La Plata para brindar una charla abierta a la comunidad.
Dos grandes desafíos
“En un país que genera alimentos para 400 millones de personas, diez Argentinas, hay chicos desnutridos o mal nutridos. Y un cerebro que no se nutre bien durante la infancia sufre un daño que no tiene vuelta atrás: tiene menor velocidad mental, menor memoria, menor habilidad de razonamiento…”, detalló el neurólogo, al aclarar que “eso no es culpa de un gobierno sino de toda nuestra sociedad”.
“Pero además de alimento -dijo Manes- los cerebros de los chicos necesitan de estimulo y educación. Y ahí tenemos el otro gran problema los argentinos: a pesar de que en los últimos años se ha invertido mucho en educación, la calidad educativa en nuestro país no es buena. No se trata sólo de un problema de plata. Para tener una buena calidad educativa necesitamos maestros estimulados, bien pagos y, sobre todo, evaluados. La evaluación educativa es algo fundamental. Y hoy en lugar de evaluar los resultados, lo que hacemos es discutir esas evaluaciones, como la prueba PISA, lo que equivale a cuestionar el termómetro en lugar de atacar la fiebre”.“Argentina tiene cosas extraordinarias -agregó más tarde Manes-: somos el único país latinoamericano con tres premios Nobel en ciencias: Milstein, Houssay y Leloir. Y tenemos además un clase media intelectual muy importante, que es algo que Colombia, Perú y México están tratando de construir hoy. Pero no nos podemos quedar ahí”.
“Si yo estoy acá es porque hubo gente en Argentina que mucho antes de que yo entrara al colegio ideó una educación pública para que chicos como yo no sólo pudiéramos ir a una primaria, una secundaria y una universidad gratuitas, sino acceder con ese conocimiento a las mejores universidades del mundo. Yo soy doctor en Ciencias de la Universidad de Cambridge, el título más alto de la universidad más prestigiosa del mundo, pero no hubiera llegado ahí sin la educación pública que recibí en mi pueblo, Salto”, aseguró.
“Uno puede discutir si la generación del ochenta hizo las cosas bien o mal, pero fue una generación que pensó un país a largo plazo, y quienes egresamos de la educación pública se lo debemos a ella. Hoy necesitamos gente como la de esa generación, gente dispuesta a luchar por un país que tal vez no lleguemos a ver, Pero a fin de cuentes quiénes somos nosotros: qué importa si lo llegamos a ver o no. Lo importante es luchar por el futuro como lo hizo la generación del ochenta, que tampoco llegó a ver a Milstein, Houssay y Leloir”.
“Hasta hace unas pocas décadas, Corea del Sur era un país pobre sin recursos naturales -puso como ejemplo el doctor Manes-. Hoy es una de las principales economías del mundo gracias a una revolución del conocimiento que le permite sacar cada año más patentes que varios países latinoamericanos juntos. Pero si en Corea del Sur un chico no va al secundario, los propios vecinos denuncian la situación. Ese es el país por el que debemos luchar. Porque la revolución del conocimiento, como la democracia en 1983, no depende de un ministro o un presidente; no es producto de un gobierno. Es la sociedad entera la que la tiene que reclamar”.
“Pero además de alimento -dijo Manes- los cerebros de los chicos necesitan de estimulo y educación. Y ahí tenemos el otro gran problema los argentinos: a pesar de que en los últimos años se ha invertido mucho en educación, la calidad educativa en nuestro país no es buena. No se trata sólo de un problema de plata. Para tener una buena calidad educativa necesitamos maestros estimulados, bien pagos y, sobre todo, evaluados. La evaluación educativa es algo fundamental. Y hoy en lugar de evaluar los resultados, lo que hacemos es discutir esas evaluaciones, como la prueba PISA, lo que equivale a cuestionar el termómetro en lugar de atacar la fiebre”.“Argentina tiene cosas extraordinarias -agregó más tarde Manes-: somos el único país latinoamericano con tres premios Nobel en ciencias: Milstein, Houssay y Leloir. Y tenemos además un clase media intelectual muy importante, que es algo que Colombia, Perú y México están tratando de construir hoy. Pero no nos podemos quedar ahí”.
“Si yo estoy acá es porque hubo gente en Argentina que mucho antes de que yo entrara al colegio ideó una educación pública para que chicos como yo no sólo pudiéramos ir a una primaria, una secundaria y una universidad gratuitas, sino acceder con ese conocimiento a las mejores universidades del mundo. Yo soy doctor en Ciencias de la Universidad de Cambridge, el título más alto de la universidad más prestigiosa del mundo, pero no hubiera llegado ahí sin la educación pública que recibí en mi pueblo, Salto”, aseguró.
“Uno puede discutir si la generación del ochenta hizo las cosas bien o mal, pero fue una generación que pensó un país a largo plazo, y quienes egresamos de la educación pública se lo debemos a ella. Hoy necesitamos gente como la de esa generación, gente dispuesta a luchar por un país que tal vez no lleguemos a ver, Pero a fin de cuentes quiénes somos nosotros: qué importa si lo llegamos a ver o no. Lo importante es luchar por el futuro como lo hizo la generación del ochenta, que tampoco llegó a ver a Milstein, Houssay y Leloir”.
“Hasta hace unas pocas décadas, Corea del Sur era un país pobre sin recursos naturales -puso como ejemplo el doctor Manes-. Hoy es una de las principales economías del mundo gracias a una revolución del conocimiento que le permite sacar cada año más patentes que varios países latinoamericanos juntos. Pero si en Corea del Sur un chico no va al secundario, los propios vecinos denuncian la situación. Ese es el país por el que debemos luchar. Porque la revolución del conocimiento, como la democracia en 1983, no depende de un ministro o un presidente; no es producto de un gobierno. Es la sociedad entera la que la tiene que reclamar”.
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