Si nos pasamos la vida trabajando en algo que no precisa de una gran energía cognitiva, de mayores tendremos menor rendimiento cognitivo. Por el contrario, si nos dedicamos a empleos intelectualmente exigentes, que requieren flexibilidad, concentración, resolución de problemas y una gran cantidad de interacción con otras personas, entonces seremos más inteligentes y tendremos mejor memoria en la tercera edad.
Al menos es lo que se desprende de un estudio publicado en Neurology que ha sido llevado a cabo por Emily L. Smart, Alan J. Gow y Ian J. Deary.
Para el estudio actual, los investigadores se basaron en datos de la cohorte de nacimiento Lothian 1936, compuesta por 835 hablantes nativos de inglés que han nacido y viven en la zona de Edimburgo, Escocia. Los participantes en el estudio habían sido sido sometidos a un test de Cociente Intelectual alrededor de la edad de 11 años. De ellos, 534 hombres y 532 mujeres a los 70 años de edad, administrándoles una batería de pruebas cognitivas, incluyendo el test de CI.
Las personas que había tenido trabajos exigentes a nivel intelectual no solo habían envejecido cognitivamente mejor, sino que presentaban un CI más elevado que en su infancia. Por el contrario, incluso los niños con CI elevado, si más tarde desempeñaban trabajos menos exigentes, veían reducido su CI.
Como han reconocido los investigadores, el efecto de la complejidad en el trabajo es bastante pequeña: puede explicar el 1% y el 2% de la variación cognitiva que se ve en los adultos mayores, después de aislar otros factores que influyen, como el tabaquismo o una vida sedentaria.
Vía | Science Now
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