El reconocido neurocientífico participó de un nuevo encuentro de Hombres de Buenos Aires ante un auditorio de más de mil personas en el Templo Amijai. Conversó con Silvina Chediek sobre el funcionamiento del cerebro y la importancia de la divulgación científica para la sociedad. Al finalizar, el presidente del Banco Provincia Gustavo Marangoni le otorgó una distinción por su rol de divulgador y por “rescatar lo mejor de nosotros, lo que queremos ser, los valores que representa”.
“Valoro mucho a aquellos que divulgan. Facundo logró convocar a más de mil personas que vinieron a escuchar cómo funciona el cerebro. Él comparte con nosotros sus años de formación y conocimiento para que lo podamos comprender. Es preciso distinguir a estos ejemplos que rescatan lo mejor de nosotros”, aseguró Marangoni y continuó: “Veo valores muy importantes en él. El trabajo y el estudio son herramientas de progreso. Facundo representa eso. Desde Arroyo Dulce, un pueblo alejado del centro, ha llegado a convertirse en un referente nacional y mundial de neurociencias. Además, el valor de la diversidad que él señaló. Eso enriquece. Las diferencias son positivas si uno sabe procesarlas bien. Un programa de vida y de política. La diversidad enriquece y nos puede ayudar a vivir mejor”.
Con gran convocatoria, Facundo Manes conversó con Silvina Chediek ante un atento auditorio. El neurólogo y neurocientífico argentino relató su infancia en Arroyo Dulce: “Es un pueblo de 1500 habitantes en la Provincia de Buenos Aires. Mi papá era médico rural y mi mamá lo ayudaba. Mi casa era como la clínica del pueblo. A los 7 años nos fuimos a Salto. Siempre fui una persona inquieta, pero sentía soledad. Quería explorar el mundo. La vida me dio esa oportunidad a través de la ciencia. Y también pude conocer a la gente que habita en el mundo. Descubrí que en el fondo los seres humanos somos más o menos parecidos. Todos tenemos los mismos miedos, deseos o anhelos”.
Manes explicó algunos aspectos del funcionamiento del cerebro y los avances en las neurociencias: “Ahora se sabe mucho más del cerebro. Sobre el funcionamiento del olvido, la creatividad, la percepción. Todas funciones. Pero aún no tenemos una teoría general del cerebro. La pregunta fundamental es si el ser humano podrá entender su propio cerebro. Esta exploración en términos de nuestra especie es reciente. Recién el último tiempo de la evolución del hombre, nos empezamos a preguntar quiénes somos, cómo funciona nuestra mente, la felicidad”. Además sostuvo: “En las últimas décadas hubo tres factores que permitieron un avance rápido de las neurociencias: miles de científicos que estudian el cerebro trabajando en forma conjunta, el apoyo de las potencias (EE.UU., Europa, China) para poner a las neurociencias como prioridad y el avance tecnológico en genética y neuroimágenes”.
El neurocientífico señaló que hay circuitos específicos del cerebro (red de reposo) que aún siguen activos cuando no hacemos nada. De allí deriva la importancia de descansar, aburrirnos, “desconectarse”. “Hay muchos estudios sobre el impacto de la tecnología en el cerebro. No va a haber un cambio anatómico, como no lo hubo cuando surgió la imprenta. Sin embargo, personas con rasgos obsesivos, ansiosos o compulsivos pueden disparárseles estas conductas por la tecnología, pero ya tienen la tendencia. El otro problema que veo es con el uso desmedido de la tecnología que nos separa como humanos. La tecnología de por sí es fantástica, pero no reemplaza el contacto humano”, declaró. “Tenemos mucho estímulo y nuestro cerebro tiene recursos limitados. La mayor parte del día tomamos decisiones automáticas basadas en experiencias, emociones y memorias. Sólo una pequeña parte son decisiones racionales. Pero nosotros también pensamos, sentimos y decidimos de acuerdo al contexto, a quiénes nos rodean. Formamos esquemas mentales de acuerdo a las sociedades y la historia en la que vivimos”.
“Adaptarse al contexto es lo que nos hace humanos y nos diferencia de las computadoras. La comparación entre hombre y máquina no tiene sentido. Hubo muchos saltos evolutivos para llegar al cerebro humano. La computadora puede almacenar y procesar datos, pero no tiene emoción, sentimientos, empatía”, agregó. En relación a los sentimientos, aclaró: “Hay personas que tienen talento para la resiliencia, enfrentar y superar un problema. Otras, tienen pensamientos tóxicos, se deprimen, ven el vaso medio vacío. De la manera en que pensamos es cómo sentimos. Se pueden modificar estos patrones de pensamiento. La realidad la construye el cerebro”.
Además, Manes conversó sobre diversos temas, problemas e inquietudes en relación al cerebro. Por un lado, dialogó sobre el Síndrome de Burnout: “Estar quemado, el estrés crónico. Uno puede estar en la playa estresado igual. Primero hay que reconocer el problema. Hay que cuidarse más, combatir el estrés. Hay adicciones al trabajo, la tecnología, la comida. Cuando afecta alguna esfera de la vida (familia, escuela, trabajo), se vuelve una enfermedad” y rescató la importancia del manejo del estrés cuando se es padre: “Los padres deben estar conectados con los hijos y saber manejar su propio estrés. Hay que cuidarse uno para poder ser mejores padres”.
Por otro lado, habló sobre el Alzheimer: “Es un problema político, económico y social. No sólo médico. Hay una tendencia al envejecimiento de la población. El Alzheimer afecta a la persona y al entorno familiar. Se está estudiando en personas que aún no presentan síntomas, ya que muchos años antes de aparecer estos es que se generan los cambios por mutación genética en el cerebro”.
También, el neurólogo dio algunos lineamientos sobre cómo mantener el cerebro en forma y dijo “Todo lo que hace bien al corazón hace bien al cerebro”:
– Ejercicio físico: genera nuevas conexiones cerebrales, especialmente importante después de los 65 años. Es ansiolítico, antidepresivo y refuerza el pensamiento creativo.
– Vida social: las relaciones humanas son sumamente importantes.
– Aprender algo nuevo: genera más conexiones neuronales en los adultos mayores que en los jóvenes. Se debe buscar algo que nos resulte difícil y aprender hasta los últimos días.
– Dormir bien: el sueño es importante para cuidar el cerebro. Las personas que duermen mal presentan procesos degenerativos en el futuro.
– Ser solidario: ayudar al prójimo activa los circuitos de recompensa, los mismos que activan el sexo, las drogas, o situaciones de placer. Con la solidaridad, construimos una sociedad mejor, mientras la pasamos bien.
“La neurociencia cognitiva estudia e intenta entender cómo funciona la mente con el método científico. Es multidisciplinario. Estudia desde lo molecular hasta lo relacionado con el ambiente. Las neurociencias tienen que trabajar en equipo con otras disciplinas porque impactan en otras áreas como educación, ley, economía, política, filosofía. Todo lo hacemos con el cerebro. Tenemos que trabajar para entender quiénes somos y cómo podemos vivir mejor”, destacó.
Finalmente, Manes concluyó: “Mi obligación es divulgar la ciencia del cerebro en la sociedad. Estoy convencido de que la educación, la ciencia y la tecnología son la base del desarrollo de la sociedad. Es mi manera de poner mi granito de arena”.
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