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Innovación básica: estándar mínimo para una educación de calidad en Latinoamérica
La tecnología y la iniciativa NAVE están facilitando el aprendizaje.
Las generaciones venideras necesitan mucho más que un PC por niño. Conozca la experiencia NAVE, en Rio de Janeiro, donde se recurre a expertos universitarios para las competencias técnicas, y se desarrolla en paralelo un centro propio de formación docente.
Juan Pablo Dalmasso
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Ansiedad y euforia hay en el colegio secundario estadual José Leite Lopes de Rio de Janeiro. Con 470 alumnos en total, y algo más de un centenar de vacantes, este verano deberá atender a unos 2.000 adolescentes que claman un lugar en la institución para iniciar su enseñanza media durante 2010. Si bien es algo inesperado, es una excelente noticia, debido a que la experiencia innovativa iniciada durante 2007 se está coronando con éxito.
En 2006, la Secretaría de Educación del estado de Rio de Janeiro aceptó la invitación de Núcleo Avanzado en Educación, NAVE, un centro de investigación en tecnologías y educación filial de la empresa telefónica Oi, para experimentar un cambio drástico en el aula: crear un colegio secundario especializado en tecnologías digitales con certificación en programación multimedia, juegos y contenidos para la TV digital, pero que además utilice esas competencias para trabajar el currículum tradicional. Matemática y lógica se aplican a la programación, mientras que desarrollo de contenidos, para historia o geografía.
“Mientras alrededor del mundo nos preocupamos en cómo mantener la atención de los alumnos, las nuevas generaciones pueden estar nueve horas sobre un videojuego sin perder la concentración”, apunta Samara Weiner, directora de NAVE. “Además la tecnología nos permite trabajar competencias como la conducción de proyectos; a través de las herramientas de comunicación se puede alentar el trabajo cooperativo, dándole más autonomía al alumno frente al profesor”, agrega.
Pese a atender a comunidades de clase media baja y empobrecidas, las escuelas NAVE sólo han sufrido la deserción de tres alumnos, mientras que en Rio de Janeiro 55% de los estudiantes abandonan la escuela secundaria (la cifra baja a 50% si se considera el promedio brasileño, de acuerdo a un informe de la Unesco presentado el año pasado).
Desde hace dos años que NAVE junto con la Secretaría de Educación de Pernambuco están conduciendo el Centro de Enseñanza Experimental Cicero Días en la ciudad de Recife con unos 600 alumnos enrolados. Se espera que de los resultados obtenidos a partir de 2011, el sistema comenzará a expandirse por los colegios cariocas. “Y la plataforma estará a disposición del sistema educativo en general”, dice Samara Weiner.
Los resultados del examen internacional en ciencias PISA 2006 señalaron que 60% de los estudiantes brasileños y colombianos no alcanzaban el nivel mínimo aceptable de competencias, mientras que aproximadamente 55% y 50% de argentinos y mexicanos, respectivamente, mostraban la misma falencia. Las ediciones anteriores sobre lengua y matemática habían sido igualmente desalentadoras.
Por suerte, la iniciativa de NAVE no es la primera ni la última en innovación educativa. Fundación Bradesco a partir de 2004 comenzó un proceso de cambio tecnológico en las 40 escuelas de nivel primario y medio que atienden a lo ancho y largo de Brasil. Con el apoyo del Media Labs del MIT, y proveedores como Intel y Cisco, adoptó el concepto de una laptop por alumno, “como una apuesta a la movilidad y el trabajo cooperativo”, dice Nivaldo Marcusso, superintendente y director de innovación de Fundación Bradesco, e introdujo la robótica en el aula como herramienta pedagógica que ayuda al docente a dictar las materias tradicionales. Entusiasmados con la idea, sumaron la robótica competitiva como una opción extracurricular.
Casi todos los alumnos de las escuelas Bradesco alcanzaron un puntaje considerado satisfactorio por el sistema de evaluación de examen de la educación básica de Brasil. Incluso 60% de ellos los sobrepasan en lenguas, y 20% en matemáticas, mientras la planificación oficial espera que recién para 2012 sólo 60% de todos los alumnos del país alcancen esa meta.
Por su parte, la tasa de repitentes es de 3,6 % como media entre los años 2003 y 2008, mientras que la deserción fue tan sólo de 2,6 % durante el mismo período.
El detalle es que la tecnología no parece haber sido lo primordial. “La excelencia es producto de la innovación permanente, y nosotros hemos desarrollado en estos años un portafolio de más de 180 técnicas pedagógicas”, dicen desde la Fundación.
Reforzando la idea, en Colombia en los Colegios Fontan la propuesta ha sido radical, transformando al docente en un tutor que hace un diagnóstico del nivel del alumno y confecciona un plan a medida. Desde hace 10 años que los colegios Fontan son calificados como “muy superior” en las pruebas de calidad colombianas, y durante 2005 fueron contratados por el Ministerio de Educación de su país para atender a niños en condiciones de riesgo. Asimismo se hicieron cargo del colegio público del municipio de Chia, que pasó de calificar en un nivel bajo a ser el segundo del municipio.
La tecnología “es sólo un facilitador”, advierte Francisco Moisés, director del área educación de Microsoft para América Latina. “Permite montar un sistema de servicios comunicacionales, pedagógicos y burocráticos alrededor del estudiante”, afirma. Para graficarlo Microsoft provee la plataforma de CRM con la que los Colegios Fontan están gerenciando la complicada masa de información de su sistema de educación personalizada, y estructurando su sistema para transferirlo a terceros.
Ahora el problema es que liderar la innovación requiere de docentes competentes y eso no es fácil de obtener. Experiencias como NAVE recurren a expertos universitarios para las competencias técnicas, mientras desarrollan sus propios centros de formación docente. Bradesco lo tiene ya en marcha con sistemas semestrales de evaluación como pilar fundamental de su sistema de calidad.
Pero ¿cómo lograrlo a nivel general? Cambiar el estatus de la docencia, con buenos salarios iniciales y políticas de reclutamiento entre los mejores graduados universitarios, capacitación permanente e intercambio entre pares, ha dado resultado en el corto plazo, dicen desde el MGI. Claro que eso tampoco es una cirugía menor.
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