Omara Portuondo y la orquesta Buena Vista Social Club, en Moscú el pasado 15 de julio. (Corbis)
Omara Portuondo (La Habana, 1930) sigue siendo a sus 81 años la ‘novia del feeling’, la voz de la música popular cubana –aunque siempre abierta a las influencias del jazz más informal llegado desde Miami– y como demostró en su anterior gira europea, la auténtica diva del Buena Vista Social Club. Quizá esta última aventura colectiva sea la que más reconocimiento le ha reportado, sin olvidar el Grammy Latino al mejor álbum de música tropical por Gracias(2009). Esta noche volverá a hacer escala en Madrid (Teatro Circo Price) acompañada de la orquesta Buena Vista Social Club para ofrecer un concierto incluido dentro de la programación de los Veranos de la Villa. Eso, “si el país aguanta hasta que nosotros lleguemos, yo lo veo complicado ¿tú crees que sí?“, preguntaba Portuondo el pasado lunes desde Italia, durante la entrevista que concedió a El Confidencial. Una pregunta retórica a medio camino entre la provocación sana y la naturalidad que imprime una biografía acostumbrada a los exabruptos político-económicos.
Aunque las palabras elegidas para iniciar la conversación telefónica no parezcan a primera vista las más acertadas, un giro inesperado nos da la clave de su verdadero significado: “Sabes, la música no es más que un estado de ánimo y según se sienta cada uno la disfrutará de una u otra manera. Es un proceso natural, que surge tanto de las alegrías como de las tristezas”. Ni más ni menos, la terapeuta musical del pueblo cubano que con su canto ha redimido tanto a los derrotados defensores de Batista, como a las huestes castristas pasando por los exiliados opositores de Miami.
Buena Vista Social Club
Portuondo volverá a resucitar en la capital de España las interminables noches festivas de música y baile que se celebraban en el Buena Vista Social Club de La Habana antes de que el régimen cubano iniciase su programa de cierre de clubes nocturnos tras el triunfo de la revolución. “Las raíces musicales son lo que nos identifica a todos. Cualquier persona, sea de donde sea, puede emocionarse con ella. Yo misma soy una apasionada del flamenco y las jotas, un estilo que conocí muy bien durante mi estancia de seis meses en España. Creo que tenemos muchas cosas en común”, explica la cubana.
Las raíces musicales de Cuba y España tienen más elementos en común de lo que se piensa
En esta nueva cita con el público español ya no se podrán disfrutar los emotivos duetos de Portuondo con los desaparecidos Compay Segundo o Ibrahim Ferrer. En cambio los que asistan esta noche al concierto sí podrán deleitarse con la magia que rezuman en directo los legendarios Juan de Marcos González o Eliades Ochoa. Unos músicos hechos a sí mismos que, como explica Portuondo, “comenzamos en este mundo porque era algo natural para nosotros. Ninguno de los miembros que actuábamos en el Buena Vista Social Club teníamos formación de conservatorio, pero nacimos con la necesidad de cantar y tocar”.
La música: tradición, naturalidad, sentimiento y sinceridad
Ella todavía tiene gravado en su memoria el día en el que, con tan sólo cuatro años, sus padres le enseñaron un par de melodías tradicionales y después de hacérselas cantar le dijeron: ‘Tú vas a ser cantante y llevarás nuestra música por todas las partes del mundo’. “En aquel momento no sabía lo que significaban aquellas palabras, era muy pequeña y no entendía nada, pero mis padres ya se habían percatado que lo mío era la música”, recuerda la cantante, que se adentra en una sesuda explicación no exenta de referencias literarias y artísticas para demostrar el nexo entre la rumba andaluza y la música tradicional de la isla. “La música es música; luego cada cual ya la reviste según la sienta y la crea. Eso es lo más grande, ser sinceros y disfrutar”, añade.La música es lo más grande porque nos permite disfrutar
Después de haber llevado su música a casi todos los rincones del mundo, Portuondo sigue defendiendo sus orígenes en su amado “cocodrilo verde” (como se refiere metafóricamente a Cuba). “Mi país es como es y entiendo que habrá gente a la que no le guste cómo somos y cómo nos relacionamos con el resto del mundo, pero eso es algo que pasa en todas partes”, explica con un tono sereno y sin un ápice de aflicción al adentrarnos en la controvertida situación política de la isla. “Sinceramente, creo que cada uno tiene derecho a vivir y disfrutar como mejor considere. A mí me gusta vivir en mi país y me gusta cómo somos los cubanos. El resto de países deberían tener esta misma sensibilidad porque cada uno tiene sus cosas. España no es una excepción”, espeta.
Nacer y morir encima de un escenario
A pesar de lo que podía pensarse, la diva de la música cubana parece sentirse a gusto despachando sobre política: “A vosotros ya está pasando que muchos jóvenes tienen que emigrar, se van a vivir a otros países, pero como pasa aquí. Ya verás cómo siempre acaban regresando. Es una pena llegar a esta situación, pero intentar restringirla con leyes ya no está tan bien”. En este momento, un incómodo silencio se cuela en la conversación y rápidamente se baja confusa del estrado mitinero: “Pero bueno, a mí lo que me corresponde es cantar”.Cuando más me crezco es al salir a un escenario
Las palabras fluyen apasionadamente cuando saltamos al terreno de la política, pero como reconoce en otros momentos de la conversación, “cuando más me crezco es al salir al escenario”. Tajantemente prohibida cualquier referencia a un hipotético abandono de la profesión, aunque para ella no se trate de un trabajo, sino de una forma de disfrutar y vivir la vida: “¿Por qué voy a despedirme de los escenarios?, eso será lo último si ya no me queda vida, pero de momento me siento perfectamente”. Para ella orígenes y música son sinónimos y “eso nunca se debe perder. Cuando sucede, todo desfallece”
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Aunque las palabras elegidas para iniciar la conversación telefónica no parezcan a primera vista las más acertadas, un giro inesperado nos da la clave de su verdadero significado: “Sabes, la música no es más que un estado de ánimo y según se sienta cada uno la disfrutará de una u otra manera. Es un proceso natural, que surge tanto de las alegrías como de las tristezas”. Ni más ni menos, la terapeuta musical del pueblo cubano que con su canto ha redimido tanto a los derrotados defensores de Batista, como a las huestes castristas pasando por los exiliados opositores de Miami.
Buena Vista Social Club
Portuondo volverá a resucitar en la capital de España las interminables noches festivas de música y baile que se celebraban en el Buena Vista Social Club de La Habana antes de que el régimen cubano iniciase su programa de cierre de clubes nocturnos tras el triunfo de la revolución. “Las raíces musicales son lo que nos identifica a todos. Cualquier persona, sea de donde sea, puede emocionarse con ella. Yo misma soy una apasionada del flamenco y las jotas, un estilo que conocí muy bien durante mi estancia de seis meses en España. Creo que tenemos muchas cosas en común”, explica la cubana.
Las raíces musicales de Cuba y España tienen más elementos en común de lo que se piensaEn esta nueva cita con el público español ya no se podrán disfrutar los emotivos duetos de Portuondo con los desaparecidos Compay Segundo o Ibrahim Ferrer. En cambio los que asistan esta noche al concierto sí podrán deleitarse con la magia que rezuman en directo los legendarios Juan de Marcos González o Eliades Ochoa. Unos músicos hechos a sí mismos que, como explica Portuondo, “comenzamos en este mundo porque era algo natural para nosotros. Ninguno de los miembros que actuábamos en el Buena Vista Social Club teníamos formación de conservatorio, pero nacimos con la necesidad de cantar y tocar”.
La música: tradición, naturalidad, sentimiento y sinceridad
Ella todavía tiene gravado en su memoria el día en el que, con tan sólo cuatro años, sus padres le enseñaron un par de melodías tradicionales y después de hacérselas cantar le dijeron: ‘Tú vas a ser cantante y llevarás nuestra música por todas las partes del mundo’. “En aquel momento no sabía lo que significaban aquellas palabras, era muy pequeña y no entendía nada, pero mis padres ya se habían percatado que lo mío era la música”, recuerda la cantante, que se adentra en una sesuda explicación no exenta de referencias literarias y artísticas para demostrar el nexo entre la rumba andaluza y la música tradicional de la isla. “La música es música; luego cada cual ya la reviste según la sienta y la crea. Eso es lo más grande, ser sinceros y disfrutar”, añade.
La música es lo más grande porque nos permite disfrutarDespués de haber llevado su música a casi todos los rincones del mundo, Portuondo sigue defendiendo sus orígenes en su amado “cocodrilo verde” (como se refiere metafóricamente a Cuba). “Mi país es como es y entiendo que habrá gente a la que no le guste cómo somos y cómo nos relacionamos con el resto del mundo, pero eso es algo que pasa en todas partes”, explica con un tono sereno y sin un ápice de aflicción al adentrarnos en la controvertida situación política de la isla. “Sinceramente, creo que cada uno tiene derecho a vivir y disfrutar como mejor considere. A mí me gusta vivir en mi país y me gusta cómo somos los cubanos. El resto de países deberían tener esta misma sensibilidad porque cada uno tiene sus cosas. España no es una excepción”, espeta.
Nacer y morir encima de un escenario
A pesar de lo que podía pensarse, la diva de la música cubana parece sentirse a gusto despachando sobre política: “A vosotros ya está pasando que muchos jóvenes tienen que emigrar, se van a vivir a otros países, pero como pasa aquí. Ya verás cómo siempre acaban regresando. Es una pena llegar a esta situación, pero intentar restringirla con leyes ya no está tan bien”. En este momento, un incómodo silencio se cuela en la conversación y rápidamente se baja confusa del estrado mitinero: “Pero bueno, a mí lo que me corresponde es cantar”.
Cuando más me crezco es al salir a un escenarioLas palabras fluyen apasionadamente cuando saltamos al terreno de la política, pero como reconoce en otros momentos de la conversación, “cuando más me crezco es al salir al escenario”. Tajantemente prohibida cualquier referencia a un hipotético abandono de la profesión, aunque para ella no se trate de un trabajo, sino de una forma de disfrutar y vivir la vida: “¿Por qué voy a despedirme de los escenarios?, eso será lo último si ya no me queda vida, pero de momento me siento perfectamente”. Para ella orígenes y música son sinónimos y “eso nunca se debe perder. Cuando sucede, todo desfallece”
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