Esta narración demuestra el poder facilitador que producen las historias...
Un hachero llega a una maderera. El capataz le da un hacha y le designa una zona. El hombre sale a talar y en un solo día corta dieciocho árboles.
–Muy bien- le dijo el capataz –. Animado por sus palabras el hachero decide mejorar su desempeño. Se acuesta temprano, se levanta antes que nadie y se va al bosque. A pesar de su empeño corta sólo quince árboles.- Me debo haber cansado- pensó y se acostó. Se levantó decidido a batir su marca. Sin embargo no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete y el último día estuvo toda la tarde tratando de tirar su segundo árbol. El veía a otro hachero que tiraba 20 árboles trabajando sólo medio día.
Inquieto le contó todo al capataz. El capataz le preguntó:
Aquí viene el acertijo:
¿Qué le preguntó el capataz?
Abajo viene la respueta.
- ¿Cuándo afilaste el hacha? -No tuve tiempo, estuve muy ocupado cortando árboles.
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