martes, 14 de agosto de 2012

Los grandes dilemas de la inteligencia

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El primer dilema es que el cerebro no fue hecho para el hombre sino que fue el resultado de la evolución. El sistema nervioso se formó por capas superpuestas. El tronco cerebral es como el encéfalo del reptil, es el que controla los instintos y no aprende de la experiencia. Los mamíferos, que procrean por parto, aportaron luego una capa que procesa afectos y emociones. El cerebro racional fue el derivado del lenguaje verbal y se instaló en la corteza cerebral. El cerebro es el resultado de la evolución. No es tan preciso como la mano, que sustituyó a la garra del animal, ni puede armonizar las áreas que permanecen en conflicto.
Cuando el hombre se puso de pie las manos reemplazaron a la boca. El cerebro creció, fue el símbolo intelectual y los ojos su instrumento. La zona abdominal, se parece al ámbito natural y llega a la conciencia mediante sensaciones en el estómago. Gracias al lenguaje el hombre creó el mundo cultural.  Su hemisferio izquierdo alojó la razón, el derecho las emociones. La identidad surgió del cuerpo de fibras nerviosas que los conecta.
Los animales primitivos eran tubos digestivos pegados a las rocas esperando la comida. Luego surgió el sistema nervioso. El intestino no confió en el nuevo cerebro y se formateó como circuito autónomo. La historia abreviada se revive en los 9 meses de la concepción.
El intestino es como la raíz de las plantas. Si falla el cerebro abdominal, el sistema se cae.
La medicina y la psicología tratan al cerebro con remedios y terapias, pero Pascal decía que “el corazón tiene razones que la razón no entiende”. Debemos educar un cerebro trino para que alimente al cuerpo, al espíritu y aprenda a conocerse a sí mismo. No hay vientos favorables para quien no sabe a dónde quiere ir. Poder inteligente es querer con eficacia
El dilema de educar el cerebro o del piloto automático. Ante los problemas de bajo rendimiento surge la duda sobre si la solución es la medicina o la psicología. La medicina no tiene remedios y la psicología intenta descubrir los trastornos de la mente. La educación ofrece otra ruta, enseñar a la gente cómo funciona su cerebro y cómo lo puede optimizar.
Es un  derecho saberlo porque es el que guía la vida, y si no se puede administrar, la vida está descontrolada. Es posible mejorarlo,  controlar los impulsos y emociones, usando los lóbulos prefrontales, que son la parte del cerebro que nos hace en verdad humanos.
Sin eso las áreas primitivas nos dirigen. Reaccionan rápidamente, antes que nos enteremos.
Los lóbulos prefrontales deben  alcanzar los objetivos de racionalidad, sentido común, cooperación, altruismo, ética. Ese conocimiento sirve para vivir mejor. Tantos programas nos manipulan que muchas decisiones –que creemos racionales– son automatismos.
La corteza prefrontal organiza las secuencias para ejecutar un plan y alcanzar un objetivo. Selecciona y activa una memoria operativa e inhibe otras. Las conductas motoras al  principio son imprecisas, se aprenden y perfeccionan con la práctica. Un programa instintivo se modifica con estrategias cognitivas, con participación de la memoria explícita, hasta que el cambio se automatiza y se vuelve implícito. Mientras se construye una destreza, la actividad de los lóbulos basales aumenta y la actividad prefrontal disminuye.
El  dilema de la resistencia al cambio. Hay una tendencia a evitar el esfuerzo que el cambio representa. Sin el feedback con la realidad el error se convierte en hábito. El futuro contribuye a crear buenos hábitos cuando existe una visión magnética del objetivo. La mente como el campo, producen lo que en ellos se siembra.
Un hábito se crea al darle prioridad, planearlo, ejecutarlo y controlarlo. La actitud vale tanto como la aptitud. El hábito de la habilidad enseña a hacer, el de la actitud las ganas de hacer, de empezar y perseverar. Hay que formarlos en la infancia, el niño es el padre del hombre. El peligro son los malos hábitos: cada uno crea los hábitos que luego lo forman.
Hay que concentrar la energía en el cambio. Cotejar lo nuevo con  lo viejo activa la energía de la corteza prefrontal que se conecta con el circuito del temor que reprime los cambios.
Para evitar que triunfe la rutina hay que crear alternativas, llamar la atención con propuestas sugestivas, para que el cerebro cree soluciones sin que le sean impuestas. La idea debe ser presentada en un formato original que refuerce la concentración en la novedad y lo aparte del camino que  lo que conduce a más de lo mismo.
La mayor parte del trabajo es en equipo y los resultados dependen de que las relaciones sean satisfactorias y equitativas. La cooperación da prioridad a los beneficios de todos sobre los propios. Ambos activan áreas del bienestar que junto a la justicia social y el respeto mutuo, ayudan a aprender y a focalizarse en las nuevas ideas.
La palabra es otra forma de energía. Las neuroimágenes muestran cómo las personas que se hablan a sí mismas de una manera positiva consiguen remodelar físicamente su estructura cerebral. Se puede hacer mucho aprendiendo a administrar el tiempo y con métodos de estudio. Si alguien es desordenado, la medicación no ordenará sus papeles.
Sólo se cambia fácil lo que es sencillo. Para cambiar algo hay que cambiar el patrón mental que lo genera. Al principio se puede dejar un hábito pero se extraña y se vuelve a él. Se precisa activar los neurotransmisores del bienestar que armonizan el sistema emocional.
En pocos días es posible dar un gran paso. La neuroplasticidad es el recurso físico. El cerebrohace que el resto funcione, da las órdenes. La mente es su parte invisible, nos brinda pensamientos, ideas y conciencia. El propósito del cambio acelerado es reprogramar la forma de hacer luchando contra uno mismo y lograr el deseo de hacerlo como si siempre se hubiera hecho así. Adquirir hábitos no es difícil si el cuerpo los asimila naturalmente.
La constancia y la decisión de mejorar la calidad de vida son el motor de los cambios.
El cerebro es un intérprete fiel de lo que percibe, lo traduce en impulsos eléctricos y crea respuestas. Hay gente que ve los problemas como caos, otros como algo complicado y algunos como oportunidad. Un pensamiento repetido genera una acción. Una acción exitosa repetida genera un hábito de éxito. Un hábito exitoso repetido genera un carácter exitoso.
El que es reactivo, reacciona, el proactivo elige primero lo primero, lo importante a lo urgente. Según la ley de Parteo el 20% de los factores producen el 80% de los resultados.
Cuando el corazón quiere, la mente le muestra el camino. El peligro es que  la rutina nos haga olvidar el propósito y  que trabajemos sin saber por qué. Para salir del encierro hay que volver a lo deseado, alineando el foco de atención con la asignación de importancia. “Yo quiero” son dos palabras mágicas que hacen circular la energía hasta el hemisferio del cerebro que produce ideas para que la voluntad elija las mejores. Inspirar la vida en un propósito permite ver los hechos como oportunidades e interpretarlos a nuestro favor.
 Dilemas de todo tipo.  Hay dilemas éticos que llevan a escoger entre dos situaciones, como salvar una vida u otra; dilemas de cooperación, basados en la confianza o la desconfianza; dilemas del tómalo o déjalo, de apostar a todo o nada; dilemas extorsivos como la bolsa o la vida; o dilemas tácticos donde se causan daños  innecesarios y sería preferible no hacer nada. El dilema político es saber que  un cambio, en apariencia positivo, puede ser controlado por quienes amenazan con dejarnos peor que como estamos.
En el flujo del conocimiento se precisa un pensamiento creativo y estratégico. Creatividad es generar ideas, innovar es llevarlas a la práctica. Un país inteligente acepta desacuerdos y opiniones diversas. La inteligencia no siempre se usa bien, y por un exceso de narcisismo, muchas cosas parecen obvias y lo obvio es un peligro cuando lo aparente oculta la causa.
El pensamiento comienza cuando una observación hace el análisis de lo obvio, como la manzana que cayó sobre la cabeza de Newton. Whitehead sugirió que la inteligencia no es el conocimiento sino la forma de evitar que se momifique. Creer en algo no es pensar porque el que cree no cuestiona sus creencias ¿Por qué la gente inteligente es estúpida en ciertos temas? plantea Jonah Lehrer en The New Yorker. Un bate y una pelota cuestan un dólar y diez centavos. El bate cuesta un dólar más que la pelota ¿Cuánto cuesta la pelota? Muchos contestan  la pelota cuesta diez centavos ¿Cuál es la respuesta correcta?
Según el premio Nobel y psicólogo  Daniel Kahneman , cuando la gente enfrenta una situación de incertidumbre  toma un atajo mental que requiere un esfuerzo menor. La gente inteligente es más vulnerable a estos errores de pensamiento. La gente inteligente  es buena racionalizando creencias adoptadas con razones no inteligentes con una red de justificaciones hábilmente construidas. Es necesario que el inteligente acepte las críticas.
Dilemas de medición. Siempre hubo controversias sobre cómo medir la inteligencia. Las definiciones de inteligencia oscilan desde la flexibilidad de la conducta para generar  ideas, resolver problemas y adaptarse a los cambios del medio ambiente. Algunos midieron el pensamiento abstracto; otros la habilidad para adquirir conocimientos  o vocabulario. Así nació el IQ, el coeficiente intelectual, pero  hoy se considera una medición arbitraria.
Spearman a principios de siglo propuso la existencia del factor G o inteligencia general que permite tener éxito en un amplio rango de tareas cognitivas. Pero, su colega Godfrey Thomson propuso la aptitud única era una colección de múltiples y diversas habilidades.
Howard Gardner (1983) denominó a todos los talentos como inteligencias múltiples. La gente varía en cosas como inteligencia emocional, habilidades particulares, experiencia, que son diferentes de la “inteligencia general”. Además, el humor, la sensibilidad, la ironía y la creatividad no forman parte de los tests clásicos. Una persona puede ser  inteligente sin contar con un bagaje grande de conocimientos adquiridos en la educación formal, lo que se denomina “inteligencia fluida”, que resuelve problemas descubriendo las relaciones  independientemente del conocimiento adquirido o “inteligencia cristalizada”
El CI -coeficiente intelectual- mide la capacidad de resolver problemas, el CE, emocional, la posibilidad de automotivarse y de motivar, el CES -coeficiente de inteligencia espiritual- cómo nos relacionamos con el todo y con  los principios universales. El CES tiene la fortaleza del porqué, el CI y el CCR -coeficiente de creatividad- sugieren qué hacer, la visión. El cómo hacer, implica la disciplina del CEJ – coeficiente de ejecución-, el CE es el Quantum de la pasión. La inteligencia espiritual orienta a todas las demás.
Tenemos un potencial de realización y ante cada estímulo se abre un espacio de libertad que  precede a la respuesta. Mientras que los valores controlan nuestra conducta, respetar los principios universales genera consecuencias favorables. Usemos nuestra inteligencia espiritual para sumar integridad, cumplir las promesas, y seguir  la voz de la conciencia.
Dilemas de la inteligencia individual y social. Daniel Coleman describe la inteligencia emocional como la capacidad de manejar las emociones propias e inteligencia social como la de administrar las relaciones con los demás. En la sinergia positiva  la totalidad supera a  la suma de sus partes. El rendimiento de un grupo exitoso se extiende a múltiples desafíos.
Familias, tribus, ejércitos y empresas se conformaron para actuar colectivamente de manera inteligente. El libro y la lectura fijaron e hicieron circular el conocimiento para el aprovechamiento colectivo. Internet potenció el intercambio a través de una red multidireccional, interactiva y universal. Los motores de búsqueda de Google ofrecen creaciones de formas y orígenes distintos para el uso general. En Wikipedia millones de personas escriben o leen elaborando una enciclopedia digital actualizada permanentemente.
El aislamiento produce desánimo y afecta la salud cognitiva y física. Las interacciones sociales contribuyen a la inteligencia colectiva e individual.
Los Estados nacionales organizan a las sociedades para satisfacer sus necesidades y forjar  el futuro. Es  el rasgo de inteligencia colectiva mayor que alcanzaron los seres humanos.
Como el futuro no existe debemos inventarlo. Y no hay tiempo que perder porque las modificaciones que se producen en el cerebro a edad temprana lo caracterizan como adulto. Podemos trasplantar un  pulmón  y seguir  siendo los  mismos. Pero si nos cambiasen el cerebro, nos convertiríamos en personas distintas.
El dilema de integrar los lóbulos frontales y basales. Las neuronas espejo son importantes en la imitación de las conductas de los demás y también en que  pueden regenerarse para establecer nuevas conexiones o restablecer funciones cerebrales dañadas.
Los seres humanos, integramos la información en un contexto que cambia de manera inmediata y automática. La corteza frontal  toma de decisiones e integra el contexto, ya que el cerebro trabaja en redes. Si otras partes se dañan,  la esencia  permanece.  Esta región cerebral, resulta crítica para recuperar información almacenada en otras áreas y facilita las  funciones intelectuales. Así manejamos recuerdos y los combinamos de formas diferentes. La imaginación es capacidad de articular lo viejo para componer lo nuevo. La planificación es la capacidad de lograr un futuro distinto al pasado,  reordenado elementos conocidos  y combinándolos con descubrimientos recientes. El lóbulo frontal  fija objetivos y  hace planes. Coordina capacidades distintas frente demandas del contexto, tanto intelectuales como resolver problemas, planificación o estrategia  y las emocionales o motivacionales, responsables de coordinar la cognición y la emoción y hasta de inhibir los instintos básicos.
Un  joven norteamericano sufrió un accidente en 1848. Phineas Gage era un empleado fiable, eficiente, capaz y trabajador, hasta  que una barra de hierro atravesó su lóbulo frontal. Sobrevivió, pero se convirtió en alguien impulsivo, que elegía  opciones riesgosas. Desestimaba las consecuencias de sus acciones.  La lesión frontal  no impide saber lo que está bien o mal, pero hace elegir lo que menos conviene. Tiene miopía del futuro al decidir, privilegia la recompensa inmediata, aun con repercusiones negativas a futuro.
La miopía del futuro no es sólo un fenómeno neurológico, la sociedad también la padece cuando elige la satisfacción inmediata e hipoteca su destino. Para evitar la miopía social la educación debería enseña desde lo pasado y desde lo actual cómo proyectar el porvenir.
La educación integra, da oportunidades, genera igualdad de oportunidades. La medida del funcionamiento del lóbulo frontal de la sociedad es tomar  decisiones colectivas que se adapten al momento y que vayan mucho más allá para que ver con nitidez el futuro.
Osho decía: “El arte puede crear belleza, la ciencia descubrir la verdad objetiva y la conciencia  la realidad subjetiva. Y juntas pueden hacer completo cualquier sistema de educación.” Tal como está escrito en un cartel ubicado  en el museo de ciencias naturales de la ciudad de New York “el mundo no es un regalo que nos hicieron nuestros padres, es un préstamo que todos los días nos hacen nuestros hijos”.
Dr. Horacio Krell es el CEO Ilvem. Dicta conferencias gratuitas sobre métodos para optimizar la inteligencia. Su mail de contacto es horaciokrell@ilvem.com

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