Miguel AyusoLa vida no es habitualmente un camino de rosas. Todos encontramos dificultades en nuestro devenir cotidiano y no siempre salimos bien parados. Pero hay una máxima que debemos tener en cuenta siempre que la realidad nos ponga la zancadilla: para tener éxito en la vida debemos aprender del fracaso.
De todos nuestros errores tenemos algo que aprender, pero para poder ser receptivo a la parte positiva que siempre esconde una equivocación debemos trabajar lo que en psicología se conoce como autoafirmación, esto es, la cualidad que tiene una persona para estar segura de sí misma. Si logramos concentrarnos en las cualidades positivas que nos hacen ser lo que somos, lograremos conservar nuestra autoestima ante las dificultades, para poder sacar provecho de éstas y afrontarlas de la mejor manera posible.
La autoafirmación ha sido un concepto ampliamente estudiado por los psicólogos, desde que fuera teorizado por el profesor de la Universidad de Standford Claude Steele en 1988. Numerosos estudios han mostrado cómo la imagen que nos construimos de nosotros mismos, y la seguridad con que nos mostramos ante la vida, tienen fuertes implicaciones en nuestro devenir cotidiano. Trabajar la autoafirmación puede conducir a minimizar la ansiedad, el estrés y mejorar nuestra capacidad de defensa ante las amenazas, a la vez que permite que seamos más abiertos a las críticas.
Así funciona la autoafirmación
Los beneficios de la autoafirmación son bien conocidos, pero hasta ahora nadie había investigado los mecanismos por los que opera en nuestro cerebro. Esto es precisamente lo que se ha propuesto un grupo de investigadores, liderado por los psicólogos Michael Inzlicht, de la Universidad de Toronto, y Timour Al-Khindi, de la Universidad Johns Hopkins, que han publicado sus hallazgos esta semana en la revista Psychological Science.
Los autores del estudio trazaron una teoría como punto de partida: si la autoafirmación nos hace más abiertos a las críticas, nos deberá hacer, además, más receptivos a nuestros propios errores. Todo esto se puede medir a través de una respuesta cerebral bien conocida, que aparece cuando nos damos cuenta de que hemos cometido un error. En neurología se conoce como error-related negativity (ERN) y se trata de un impulso eléctrico que aparece en el cerebro 100 milisegundos después de errar en una tarea dada. Para demostrar esto los investigadores sometieron a 38 estudiantes a una prueba en la que se media su respuesta ante un estimulo –debían pulsar, o no, un botón en función de lo que aparecía en una pantalla– y se registraban sus respuestas cerebrales mediante una electroencefalografía.
Los hallazgos mostraron que los participantes que tenían un mayor nivel de autoafirmación (aquellos que habían recibido una sugestión en ese sentido) mostraban un ERN significativamente mayor ante un error que aquellos con menor nivel de autoafirmación. Pero no sólo eran más conscientes de sus errores, además, obtuvieron mejores resultados finales.
La autoafirmación mejora el rendimiento
¿En qué medida la autoafirmación puede ayudarnos en nuestro día a día? Según este estudio, la seguridad con la que nos desenvolvemos en la vida no sólo nos hace más abiertos, y más receptivos a las críticas, también nos hace más eficientes. En la medida en que percibimos más intensamente los errores somos capaces de solucionarlos con mayor celeridad. Según los investigadores es por esto por lo que los sujetos del estudio que tenían mayor autoafirmación lograron mejores resultados: al ser más receptivos a los errores pudieron corregirlos y desempeñar mejor la prueba.
Los hallazgos de este estudio no sólo aportan luz sobre los mecanismos cerebrales de nuestra afirmación, además demuestran que para mejorar en la vida no debemos ignorar nuestros errores, sino aprender de ellos. Legault tiene claro que esta investigación muestra que “la angustia relacionada con los errores, y la consciencia que tenemos de los mismos, es realmente algo positivo”.
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