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La mayoría de las actividades de creación de valor en una organización están ocultas. Suceden bajo la superficie. Lo que vemos cuando pensamos en colaboración en un sentido tradicional (colaboración estructurada basada en equipos) es la punta del iceberg. Lo que vemos son las personas en los equipos, como coordinan sus acciones y el resultado de sus acciones, pero en raras ocasiones vemos otras cosas que han sido críticas para el éxito del equipo.
No vemos, y por lo tanto no se reconocen o valoran, el conjunto de actividades que posibilitan la formación de equipos. Aquellas capas que están debajo de la superficie (no valoradas), tales como:
1.- contribuciones externas (directas o indirectas) de personas fuera del equipo
2.- otras clases de colaboración (social) distintas de la tradicional colaboración estructurad y basada en equipos.
3.- la construcción de la comunidad actual que hace que confien unos con otros y que se comprometan en un propósito compartido
4.- los esfuerzos requeridos para tomar conciencia de la importancia del espacio de trabajo en red, para tomar las decisiones correctas en cualquier esfuerzo colaborativo
El primer paso hacia la mejora de esas capas de colaboración y de su apoyo a otras clases de colaboración es reconocer y valorar su existencia.
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