Crimen y castigo de 1866, es la obra maestra de Dostoievski, es un profundo análisis psicológico de su protagonista, el joven estudiante Raskolnikov, cuya creencia en que los fines humanitarios justifican la maldad lo conduce al asesinato de una usurera. Pero, desde que comete el crimen, la culpa será una pesadilla con la que será incapaz de convivir. Dostoievski sigue con maestría las contradictorias emociones del estudiante y refleja la lucha extrema que libra con su conciencia.
Ya en prisión, Raskolnikov se da cuenta de que la felicidad no puede ser alcanzada siguiendo un plan establecido a priori por la razón: ha de ganarse con sufrimiento. La novela realiza alusiones a historias del Nuevo Testamento, entre ellas la historia de Lázaro, cuya muerte y resurrección son paralelas a la muerte y resurrección espiritual de Raskólnikov. También referencia al Libro de las Revelaciones, en el sueño que Raskólnikov tiene, ya encarcelado en Siberia, respecto de la desolación terrenal y de ciertas plagas que afectan al hombre y lo trasforman en un ser nihilista.
Y en el final, el castigo de 7 años que debe cumplir, es el precio a pagar para estar con su novia, en alusión a la historia de Jacob y los 7 años que tuvo que trabajar para poder estar con Raquel.
En todas las épocas y estratos sociales distintos existieron criminales. La naturaleza humana es la misma, cambiaron los medios pero las manos siguen siendo el instrumento. Para el 50% de la biblioteca es cuestión del medio, para el otro 50% hay una predisposición biológica para delinquir.
El crimen atroz de Ángeles Rawson. El 10 de junio de 2013 la niña asistió a una clase de educación física. Les dijo a sus amigas que se iba a comer y volvía. No la vieron más. Hacia la medianoche, la familia denunció su desaparición. Recién el martes se difundirá en los medios.
El crimen conmovió a la sociedad y desató una catarata mediática. También mostró las amenazas de los crímenes resonantes: la búsqueda de un chivo expiatorio y la politización del crimen.
El crimen se inscribe en una tradición legendaria. El niño es para la humanidad un tesoro sagrado y, sin embargo, como muestra de que el mal forma parte de la naturaleza humana, ha sido siempre la víctima. En la Biblia, el niño es el Cordero de Dios, pero se lo destina al sacrificio. La literatura ha recreado estas tragedias. El periodismo fue al mismo tiempo testimonio riguroso del crimen y su desfiguración interesada, con la aparición del “amarillismo”. Prensa amarilla es la prensa sensacionalista debido a (el chico amarillo), una historia que en 1895, publicaba un diario de Nueva York que ensangrentaba su primera página con el crimen del día.
Foucault postuló que el crimen es “mímesis degenerada de la historia”, un espejo deforme de la vida social. Es peligroso que el crimen de Ángeles haya disikulado el impacto del choque de trenes en Castelar, sucedido en la misma semana, en el que tres trabajadores pagaron con su vida.
El crimen de Ángeles Rawson funcionó como distractor de esa tragedia evitable, en otra clásica utilización de los crímenes por el poder de turno. Trascendió que el Gobierno presionó para que se encontrara un culpable. La noche del viernes 14 de junio, toda la prensa registraba la entrada de una alta funcionaria del Gobierno a la sede de la fiscalía. Esa noche el crimen debía ser resuelto.
El chivo emisario. Para Koestler el chivo expiatorio es para la humanidad una institución indispensable. Un chivo, ataviado con una cinta roja en uno de los cuernos, era llevado por el gran sacerdote del templo de Jerusalén, el día de la expiación (Kippur), hasta el borde del desierto, para entregárselo al demonio. Purgada el alma, se sentían purificados.
La necesidad de encontrar un culpable es un instinto natural de las sociedades. En esa necesidad se basa la justicia. Una sociedad madura se esfuerza para que el crimen sea castigado de acuerdo con la ley, sin venganzas ni intereses espurios. Muchas veces, aprovechándose de esa necesidad legítima, el poder fuerza los pasos judiciales y se apropia de una tragedia.
Una investigación periodística responsable e idónea puede contribuir a esclarecer un crimen. No debe culparse al periodismo por el interés que puso en el caso. Esa curiosidad es genuina y negarla sería desconocer la naturaleza humana. La muerte es el tema que más nos importa. Es cierto que el tratamiento ha caído en exitismos. Pero también hubo coberturas responsables y dignas. Un periodista como un cronista policial debe buscar las huellas del delito y no dejarse llevar por pistas falsas que siembran quienes ganan o pierden con el esclarecimiento veloz de la tragedia.
La noche más oscura. La sociedad moderna propicia ha sepultado valores tradicionales. En una carta a Los Angeles Times, la directora del film reciente “La noche más oscura”, Kathryn Bigelow, justificó los métodos de tortura usados para atrapar a Osama bin Laden: “En las artes sabemos que la representación no equivale a respaldo. Si así fuera, ningún artista podría pintar prácticas inhumanas, ningún autor podría escribir al respecto ni un cineasta podría incursionar en ellas.”
Torturar es tan estremecedor que presentarlo con neutralidad es una especie de respaldo a la tortura. Cuando Maya, la protagonista del film, presencia la tortura “submarino”, se conmociona, pero pronto aprende a manejarse. Su fanática persecución de Bin Laden contribuye a neutralizar sus escrúpulos morales. Su compañero, un joven agente de la CIA, sabe pasar de la tortura a la amabilidad una vez que la víctima está quebrada (prenderle el cigarrillo, contar chistes). Es perturbador ver la forma en que pasa de torturador a burócrata bien vestido de Washington.
Es la normalización de la eficiencia, su sensibilidad está herida, pero el trabajo sucio debe hacerse. La sensibilidad del torturador como costo humano asegura que el film no cause rechazo: se presenta así para que se disfrute del film sin sentimientos de culpa. Los que están en el poder intentan normalizarla, para bajar los parámetros éticos. La tortura salva vidas, pero pierde almas, y su justificación más obscena es que un héroe esté dispuesto a olvidar su alma para salvar a su país.
Normalizar la tortura es un signo del vacío moral, una más de las trampas mentales, un tipo especial de lavado de cerebros al que nos encaminamos. Debemos evitar que esto se generalice.
La investigación criminal. Los descubrimientos revolucionaron las investigaciones forenses. En 1987 Timothy Wilson Spencer, culpado de asesinato y violación, fue condenado a muerte por la evidencia del ADN. El Premio Nobel Kary Mullis creó la técnica PCR, que amplifica miles de veces el ADN y logra hacer visible lo invisible, algo que el criminal más astuto no puede prever.
La investigación deben respetar etapas, ser realizada por personal idóneo y poseedor de una ética intachable, para garantizar la prueba. La tecnología no asegura que no se infiltre el “plantado de pruebas” que distorsiona la verdad y condena a inocentes mientras los criminales siguen libres.
Los prejuicios, la visión de túnel que lleva a un razonamiento errado, la inercia y la burocracia de hacer poco y tarde, la fatiga, el ego personal y los falsos rumores, pueden llevar al fracaso de una investigación criminal e impedir que se haga justicia. Einstein decía que la lógica, es débil: siempre te lleva de A hasta B, mientras que la imaginación te lleva a cualquier parte. En la investigación del delito la lógica puede llevar a guiarse por la prueba circunstancial y la imaginación a plantear hipótesis fantásticas, alejadas de la realidad. Para Aristóteles la verdad está en el término medio.
El crimen político. La historia reciente reflota fantasías “dinásticas”, que parecían sepultadas pero que renacen con los gobiernos populistas. En los países que rompieron con esos lazos el rey reina pero no gobierna. Pero el populismo, aun en gobiernos democráticos, busca anular la división de poderes consagrando un poder absoluto basado en la voluntad popular. Y como dijo Lord Acton el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.
Es común que un presidente ceda el poder a su esposa, que ella se lo devuelva, y prolongarse más allá de la muerte a través de los hijos. La dinastía de los Kirchner en Argentina fue interrumpida porque que se quedó sin plan alternativo. Es la diferencia entre Argentina y Venezuela. Chávez murió, Cristina vive, pero para eternizarse necesita cambiar la constitución, que es republicana y prohíbe la re-reelección. No previó la interrupción que trajo la súbita muerte, pero tampoco se allanó a una sucesión republicana, con un líder de afuera de la familia al estilo venezolano.
En Cuba no se pudo, en Venezuela hay dudas de fraude. En Argentina estamos en veremos.
El problema del populista es el control de los medios, porque siendo independientes pueden alertar sobre sus conductas. Con el control de los órganos de fiscalización usan los poderes del estado para investigar a la oposición, cerca de las elecciones. El sospechado quedará libre de culpa y cargo pero mucho tiempo después y sufrirá una baja de votos en las próximas elecciones.
La riqueza de las Naciones. En “Riqueza de las Naciones “, en 1776, Adam Smith sostuvo que los bienes necesarios no eran los “indispensables para el sustento, sino aquellos cuya carencia es algo indecoroso. Una camisa de lino no es necesaria para vivir. Pero un honrado jornalero se avergonzaría si tuviera que presentarse en público sin una camisa de lino”. Con esta visión y la relevancia del transporte público Peñalosa, ex alcalde de Bogotá, describió una ciudad avanzada no como aquella en que los pobres usan auto sino una en la que los ricos usan transporte público.
Vistas con mayor profundidad, las protestas en Brasil en 2013 se conectan con la dilapidación de recursos. La gente que padece se enardece con la remodelación de los estadios necesaria para el Mundial del 2014 y las Olimpíadas 2016 donde se gastarán 24.000 millones de dólares.
La organización de mega-eventos deportivos es nociva para los países en vías de desarrollo porque desvían fondos que deberían financiar inversiones que la comunidad requiere, y terminan en obras que serán utilizadas sólo mientras dure la competencia. Los que toman las calles lo comprenden y se enfurecen al ver que ese despilfarro de recursos está teñido de corrupción.
Cisnes negros. Hasta el siglo xviii todos los cisnes eran blancos. Pero un barco de colonos ingleses volvió de Australia cargado de cisnes negros. No sabían que se transformarían en protagonistas de la historia, al dar nacimiento una teoría que cambiaría la forma de ver las cosas.
La suerte de las sociedades y el tono dominante en un período histórico han dependido de liderazgos que fueron más partos del azar, fruto de pasiones descontroladas o de la displicencia general sobre el destino común, que actos de perspicacia y previsión razonable sobre el porvenir.
El liderazgo requiere una clara identificación de los valores asociados a la promoción del desarrollo individual y social y a la necesidad de contar con las instituciones indispensables para canalizarlos y fortalecerlos. La verdad, la justicia, la ejemplaridad, la decencia, y la virtud republicana, tendrán, tarde o temprano, mayor acento en el latido cívico de los pueblos.
Nelson Mandela, el líder cuya gesta extraordinaria inspira respeto, admiración y le ha ganado un lugar en el olimpo de los grandes líderes del mundo aprendió el idioma de sus enemigos sólo para entenderse mejor con ellos, para poder negociar que toda una Nación cambie de opinión.
Sería un error ubicarlo en pasado cuando la política es cuestionada por no encontrar soluciones.
Había sido condenado de por vida a trabajos forzados, pero asumió que desde su celda definiría la estrategia de liberación. La prisión, admitió Mandela, “fue una tremenda educación en la paciencia y la perseverancia. Ahí aprendí que la gente no odia, sino que aprende a odiar. También se le puede enseñar a amar y el amor llega más naturalmente al corazón humano que su contrario”.
Visto en retrospectiva, Mandela parecía ser siempre el único en conocer el estrecho sendero que serpenteaba, entre catástrofes, hacia una paz duradera. Ese don y su asombroso manejo de los tiempos fueron determinantes para que la minoría blanca abandonara el temor ancestral a un gobierno negro. También, para que la mayoría negra aceptara que la pulsión vengativa alimentada por tantas humillaciones debía ceder para levantar la base de la primera democracia multirracial.
El centro de gravedad del método Mandela siempre fue escuchar al otro, no importa quién ni en qué contexto. Durante la campaña electoral que lo llevó a la presidencia repitió, que el verbo reconciliar es el más difícil de conjugar en la política. Lo que está en juego es el temor a ceder demasiado o demasiado pronto, pero la cuestión decisiva es el orgullo de quien negocia.
El obispo Desmond Tutu, su compañero de lucha, recordó que era un hombre tan seguro de sí mismo, de su misión en la vida, que en el proceso de transición no se rehusó a negociar, cara a cara, con funcionarios de un gobierno que había ordenado tatuarle un número en el brazo, al igual que en Auschwitz. Durante su detención en Robben Island fue el prisionero 466/64.
En el mundial de rugby, que se jugó en Sudáfrica en 1995, la selección era, uno de los símbolos perfectos de la supremacía blanca. El boicot internacional contra el apartheid le había impedido al equipo participar en 1987 y 1991. La escena de un presidente negro reunido con la selección sudafricana podía terminar en desastre. Pero Mandela supo ver algo diferente: una nueva oportunidad de extender su mano a dos sociedades enfrentadas para que, por primera vez, alentaran a un mismo equipo. Abordó un helicóptero, vestido con la camiseta verde y la gorra de la selección nacional, y descendió en el estadio donde practicaban los jugadores. Les estrechó la mano, posó para una foto histórica y se quedó un buen rato contando chistes. La magia había funcionado. Sudáfrica derrotó a Nueva Zelanda en la final y nadie, ni un solo espectador, insultó al presidente en el estadio. La política siempre fue el arte de lo posible. Mandela fue más allá.
Desentrañar las claves de la conducta social. En La naranja mecánica , de Stanley Kubrick, un grupo de jóvenes deambula por la ciudad moliendo a palos a sus víctimas. La escena de ficción, oscura parábola que en 1971 se acercaba a la escalofriante violencia de hechos de la actualidad.
Hoy en día si se les muestra a adolescentes con problemas de conducta videos de personas golpeadas, se les activan los circuitos cerebrales de la empatía, pero también los del placer.
La agresividad, la empatía, la preocupación por los demás, el altruismo, la ética y la moral son engranajes centrales de la vida de nuestras sociedades. La cognición social procura explicar cómo los pensamientos, las sensaciones y el comportamiento se ven influidos por la presencia de otros. Las neuronas espejo permiten advertir que otras personas tienen deseos y creencias diferentes de las nuestras y que su comportamiento puede ser explicado por ellos.
El primer escalón para el comportamiento moral es la empatía, es la chispa de la consideración por los demás. La empatía nos lleva a comportarnos moralmente. Aunque se piensa que tener empatía es algo bueno, tiene que ser regulada, porque puede agotar los recursos emocionales.
La empatía es la habilidad natural de compartir y apreciar los sentimientos de otros. Según esta definición, la empatía es neutral; es buena, pero también puede conducir a la crueldad.
Tanto la moral como la empatía son producto de la evolución; las compartimos con casi todos los mamíferos y surgen muy pronto. A las 18 horas de nacer, si un bebe llora en la nursery, los demás se ponen a llorar. Esa resonancia emocional es innata y abre el camino a la empatía y la moral.
Si uno quiere a alguien, se siente mal cuando esa persona sufre. La empatía no siempre mueve a actuar, al ver a personas en una situación que les produce dolor, se activan circuitos cerebrales vinculados con el peligro, y la primera reacción es de evitación. Para trabajar con eso, como les sucede a los médicos, es necesario regular la empatía, porque bastan estímulos de 2,2 segundos para que se active una región del córtex prefrontal que regula la emoción.
Debido a la plasticidad del cerebro, el sentido de la empatía como de la moral pueden modificarse con las experiencias tempranas, la cultura y la educación. Los circuitos son innatos, pero también responden a la experiencia. El abuso social y el abandono pueden alterar las conexiones cerebrales de un niño. Donde un chico bien cuidado muestra generosidad, otro puede tener sus circuitos guiados por la supervivencia o el dominio. Si se abandona a los niños a ambientes de violencia, se está gestando un cerebro cableado para la violencia. Esto acrecienta la responsabilidad de la sociedad para ofrecer igualdad de oportunidades educativas para todos, sin distinción de cuna.
Por la evolución tenemos sistemas que desde el nacimiento buscan las interacciones sociales. Tratamos de entender por qué nos preocupan los demás, por qué la empatía funciona o no. Somos todos de la misma especie y no podemos sobrevivir sin los demás.
La década del cerebro. Entre 1990-2000 las neurociencias a través de las neuroimágenes pudieron observar al cerebro cuando piensa. En el quedan registradas las huellas del pasado.
Cuando el criminal mata, prevalece la sinrazón, hace eclosión lo primitivo, el cerebro reptiliano.
El criminal violento en su crueldad es impasible como la serpiente y “mata a sangre fría”.
En el acto criminal están la víctima y el victimario, el ángel y el demonio. La carencia de límites éticos hace que algunos individuos de cualquier estrato social, desencadenen sus bajos instintos, de modo violento o sutil desde una vida insignificante o una existencia convencional y adaptada.
A tal punto que, descubierto el criminal, nadie lo puede creer. Con buenas razones para sostener su punto de vista el cerebro engaña y se engaña a sí mismo. Porque la realidad está ahí pero lo que realmente importa es la percepción. Y así es como nos alejamos de la realidad y de la verdad.
Las tensiones de la vida moderna generan desde neurosis hasta ataques de pánico y lo que más nos angustia es la seguridad de la muerte. Antes se atendían las partes pero surgió la PNIE, la psiconeuroinmunoendrocrinología donde convergen psicología, psiquiatría, neurología, inmunología y endocrinología, que estudian la salud y la enfermedad, la mente y el cuerpo.
Se recobra la versión holística de la medicina hipocrática, sin olvidar la singularidad de cada cual. En las relaciones familiares y sociales encontramos seres que parecen normales pero que son psicópatas. Antisociales, insensibles a los derechos de los demás, intolerantes, irresponsables al expresar sus demandas, sin remordimientos ni culpas. Son lobos disfrazados de corderos, pero seductores. Se basan en la deshonestidad y en el engaño, manipulan sin que se lo advierta.
La trampa que producen se conecta con los sentimientos que generan, los miedos a la soledad, a la vejez, a la inseguridad. Las trampas mentales son, en general, los prejuicios, hábitos, emociones, que impactan al cerebro sin que nos demos cuenta y sin tomar conciencia de su existencia.
La mente juega contra la razón de diversas formas. Somos pésimos para calcular. El cerebro busca y cree encontrar, patrones y conspiraciones inexistentes y suele atribuirles un significado divino o cósmico, así como afirma coincidencias que no son tales y encuentra relaciones de causalidad donde hay solamente casualidad. Cree que puede orientar los hechos en favor o en contra de lo que desea. Muestra de ellos es la importancia que se atribuye a la oración y la plegaria por la salud de un enfermo y creer que hay relación de causa y efecto entre rituales, gurúes con poderes especiales y acciones personales en resultados que son de naturaleza aleatoria.
La trampa originaria. El sistema nervioso posee capas superpuestas. El tronco cerebral, como el encéfalo del reptil, controla los instintos y no aprende de la experiencia. Los mamíferos al procrear por parto aportaron la capa emocional. El cerebro racional, derivó del lenguaje verbal y se instaló en la corteza cerebral. El cerebro resultó de la evolución, no fue hecho para el hombre. No es tan preciso como la mano, que sustituyó por completo a la garra del animal. El animal nace perfecto, el niño débil. Su cerebro es una página en blanco a completar, y eso le permitirá elegir su futuro. La trampa mental es no saber armonizar estas tres áreas en conflicto.
La trampa cultural. Al ponernos de pie las manos reemplazaron a la boca. El cerebro fue el símbolo intelectual y los ojos su instrumento. La zona abdominal, más ligada a la naturaleza, llegó a la conciencia indirectamente, por las sensaciones estomacales. Con el lenguaje surgió el mundo cultural. El hemisferio izquierdo alojó la razón y la palabra, el derecho las emociones y la intuición. Ambos se unen por un cable de fibras nerviosas que los conecta. La educación se concentra en la fragmentación intelectual. Para Pascal “el corazón tiene razones que la razón no entiende”. Mientras que la emoción te lleva a actuar, la razón te lleva a sacar conclusiones.
Aquietar la mente. Desde que la meditación ingresó en el diccionario médico de la mano del Dalai Lama, la ciencia ha podido corroborar su eficacia terapéutica, que en la actualidad se aplica tanto para vencer el odio como para controlar un cuadro de ansiedad o de hipertensión arterial.
El hallazgo más reciente sobre el poder de la meditación proviene del Laboratorio de Neuroimágenes de la Universidad de California, Estados Unidos. Allí, la investigadora Eileen Luders demostró que meditar no sólo produce cambios en el funcionamiento cerebral de los meditadores, sino que también los genera en la estructura misma del cerebro. “Los meditadores tienen más materia gris en las zonas del cerebro relacionadas con el control de las emociones”, una plataforma común entre ciencia y meditación. Al hacerlo, facilita el salto hacia otro discurso.
El monje tibetano Khenpo Sangpo Bodh. propone transmutar las emociones destructivas a través de la disciplina y el control de la mente. El resultado prometido es nada menos que la disolución de la violencia y ese efecto dominó que tan bien conocía Mahatma Gandhi, cuando conmovió al poderío colonial británico poniendo una y otra vez la otra mejilla.
La meditación es una herramienta del autoconocimiento y el antídoto contra las emociones destructivas que se desprenden de las básicas: ira, apego (posesivo), orgullo, envidia e ignorancia (opacidad). Hay que transitar un largo entrenamiento que conduce a la transformación interior.
Meditar permite liberarnos de las fuerzas negativas que nos hacen sufrir. El primer paso es observar el contenido de nuestra mente, preguntarse a qué responden esas emociones negativas. Sentarse y relajarse, parece sencillo, pero no lo es tanto. La propuesta apela a la disciplina y a la voluntad, que se traduce en tolerancia cero con lo que carcome la paz interior.
El maestro Zen lo describe como una purificación de los componentes tóxicos de la mente.
El tercer momento es el de la transformación liberadora, una reconexión desde la calma, que tampoco se dirige hacia el exterior pero tiene efecto sobre él. La herramienta principal es la práctica de tipos de meditación que combinan relajación mental con ejercicios de respiración.
La forma más reconocida es focalizar la mente en un objeto exterior.
Cuando cambia la mente cambia todo, no solo porque se ve al mundo de otra manera sino porque el cambio provoca alteranciones en los demás. Para terminar con las emociones destructivas no podemos usar el odio. No podemos matar a una persona para lograr que esa persona deje de matar. Por la fuerza no se alcanzan los cambios. Buda nunca usó armas. Tampoco Cristo ni Gandhi ni la madre Teresa de Calcuta. La paz y la transformación de las emociones negativas se alcanzan por medios pacíficos, como la meditación, un instrumento de transformación interior.
Enseñar meditación. Hay cualidades psíquicas que tienen fundamento inteligente: las emociones se conectan con el corazón, el corazón reacciona antes que el cerebro porque su campo electromagnético es 100 veces mayor, toma decisiones antes que el cerebro se entere.
La emoción influye sobre el pensamiento y cuando las razones del corazón y del cerebro se unen mejora el rendimiento. Las emociones positivas generan la coherencia que influye sobre las destrezas de aprendizaje, la salud física y mental, coordina la presión y los ritmos respiratorios y cardíacos con las ondas cerebrales y activa el poder inteligente que es querer con eficacia.
Las técnicas orientales desapegan el corazón de la razón pero la meditación puede ser pasiva o activa, lograr que la mente se aquiete o que se agite creativamente. Las fases del proceso creador son: Preparación (nada surge de la nada). Incubación (el inconsciente procesa aun durmiendo). Iluminación (la idea aparece de golpe). Aplicación (la idea se lleva a la práctica).
La inteligencia social. El hombre asociado es mucho más que el sujeto aislado. El hombre se transformó en el dominador del planeta gracias a su capacidad de comunicación verbal. Esta habilidad se potencia educando la inteligencia social. Educación viene de educcare, que es sacar de adentro el potencial. El informe de la UNESCO sobre educación del siglo XXI propone las 4 A del aprendizaje: Aprender a ser lo que cada uno es, Aprender a aprender con eficacia, Aprender a hacer, Aprender a convivir con los desafíos, para promover la cohesión social, la solidaridad y la construcción de identidades, aprender a vivir con los demás, lo que implica el descubrimiento del otro, de lo que siente y piensa y la capacidad de trabajar asociados en proyectos comunes.
Ghandi señaló los 7 pecados sociales: Política sin principios, Economía sin moral, Bienestar sin trabajo, Educación sin carácter, Ciencia sin humanidad, Goce sin conciencia, Culto sin sacrificio.
A la mesa de los neurocientíficos le falta sumar la pata de la educación. El cerebro es un reflejo de la vida. Según como sea la nutrición, los afectos, la sociedad, la escuela, se puede predecir el cerebro emergente. El cerebro de Einstein no era especial, hasta su peso era igual al de todos. La diferencia no estaba en el hardware sino la forma en que lo hacía funcionar.
El cerebro cambia, lo que hace bien lo mejora, lo que no usa lo pierde y la mala praxis lo paraliza. El cerebro izquierdo pone en práctica lo aprendido, el derecho aprende lo nuevo. El izquierdo guarda la experiencia pero con los años deja de aprender y actúa en piloto automático. El cerebro viejo reconoce más patrones que el joven pero le falta estimulación cognitiva.
Con el especialista se perdió la sabiduría que podría retornar con el cerebro social, que es el fruto de asociar la diversidad. El cerebro joven aporta la curiosidad, el viejo la experiencia y juntos pueden llegar a la sabiduría. El cerebro emprendedor es el emergente de la inteligencia social.
La materia prima del cerebro es la materia gris, que no crece como la lechuga. Se puede crecer en edad o tamaño, pero sin desarrollar las capacidades. La materia gris sólo florece con la educación. Educar es la industria pesada de un país porque fabrica ciudadanos.
La familia es cada vez más pequeña, más inestable, más frágil. La metáfora de la familia como célula básica de la sociedad olvida que las células adquieren su forma de acuerdo con el tejido.
La organización social, el modo económico de producción y la cultura dominante, estructuran la familia. La sociedad no resulta de la suma de familias individuales, sino que el proceso es inverso.
La sociedad de consumo regula la vida social bajo el formato de la incitación a consumir y a gozar. Por eso, las adicciones y las compulsiones a las compras son las patologías prevalentes en la actualidad, tanto en las familias como en los individuos.
En 1932 Aldous Huxley pronosticó en un Mundo Feliz que la democracia se convertiría en una cárcel, donde los esclavos vivirían felices a cambio de consumo y entretenimiento.
En 1949 George Orwel escribió 1984, una novela que señalaba la aparición del omnipresente y vigilante Gran Hermano. El término orwelliano se ha convertido en sinónimo de las sociedades que reproducen actitudes totalitarias y represoras como las representadas en la novela. La novela fue un éxito en términos de ventas y se ha convertido en uno de los más influyentes libros del siglo XX.
El ex agente de inteligencia estadounidense, Edward Snowden, hizo público que grandes compañías que dominan Internet, han colaborado con la CIA , entregando los datos de cientos de miles de usuarios. Microsoft, Google, Apple y Facebook perdieron credibilidad.
El diario británico The Guardian reveló que esas empresas entregaron millones de bites de conversaciones escritas, audio y video. Todo este escándalo pone en tela de juicio la función de Internet, que fue eficiente para organizar protestas y demandas a través de las redes sociales.
Pero las revelaciones del joven espía Snowden muestran a internet como el auténtico Gran Hermano. Un medio muy eficiente para controlar cualquier disidencia. En este marco es necesario crear una legislación global por encima de los gobiernos locales para controlar el sistema y a las empresas que deberían aclarar a quién están sirviendo cuando ofrecen sus servicios.
¿En qué medida el hombre moderno está entregando su bien más preciado que es la libertad?
El progreso extraordinario de la tecnología ha puesto en manos de las agencias de inteligencia un juguete peligroso que amenaza a la cultura de la libertad y a sus instituciones representativas. Hoy la frontera entre lo privado y lo público desaparece y, aunque existan leyes que protejan la privacidad, pocas personas acuden a los tribunales a reclamarla. Edward Snowden y Julian Assange son depredadores de la libertad que dicen defender. No es cierto que en Estados Unidos o Suecia la legalidad se haya degradado al extremo de que sólo violándola se pueda ejercer la libertad.
La rebelión de las masas es un famoso libro de José Ortega y Gasset, donde analiza y describe la idea de lo que llama hombre-masa. En un mundo de crímenes sin castigo cobra valor la frase de Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mis circunstancias, y si no las salvo a ellas no me salvo yo”.
Dr. Horacio Krell es el CEO Ilvem. Dicta conferencias gratuitas sobre métodos que optimizan la inteligencia. Mail de contacto horaciokrell@ilvem.com
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