La naturaleza del trabajo está cambiando. La incertidumbre está en niveles muy altos, desconocidos… ¿seguirá subiendo?, ¿acaso puede subir más?. Con esto, cada vez es más difícil saber acertar con la estrategia adecuada. Como se suele decir, lo que nos trajo aquí ya no nos va a llevar a donde queríamos ir y, por ello, la toma de decisiones se hace cada vez más compleja.
Por otro lado, cada vez con más frecuencia tenemos que tomar decisiones que afectan a otros. Este es un terreno muy delicado porque la competitividad depende más que nunca de que las ideas y el conocimiento fluyan, y estos se generan y recrean en personas, equipos y redes que cada vez son más sensibles y más exigentes en cuanto a la importancia de identificar propósitos, vivir valores y tener motivación.
Es momento de revisar nuestros criterios y aprender a tomar mejores decisiones pero también de ser eficientes y no caer en la parálisis. Y a algunos nos cuesta especialmente tomar decisionescuando pensamos que puede que no sean muy populares, que puede que tengan un alto grado de contestación o, simplemente, que pueden ser conflictivas.
Si este es tu caso, la siguiente historia puede ayudarte a salir de la parálisis:
Un anciano se dirigía con su nieto y su burro a vender sus productos a una aldea. A fin de que el burro fuera más descansado por el peso, abuelo y nieto iban caminando detrás del animal.
Al llegar a la aldea, la gente viéndolos entrar en la feria comenzaron a reirse de ellos:
- ¡Mirad qué par de tontos! Tienen un burro fuerte y joven y los dos van andando tan tranquilos.
Al oír aquello el anciano dió media vuelta y se dirigió a otra aldea. Al poco tiempo divisaron una aldea cercana y se dirigieron a ella, no sin antes subir a su nieto en el burro para que fuera más cómodo.
Al entrar en el mercado, una vez más, las gentes que volvieron a criticar lo que observaban:
- ¡Eh, mirad ese niño!… – Hay que tener cara y falta de respeto a los mayores-, dijeron varias personas. – El viejo caminando bajo este calor y el jovencito tan tranquilo y cómodo sentado en el burro.
Nuevamente el anciano dio la vuelta y salió de la aldea.
Al rato volvieron a llegar a otra aldea, y esta vez el anciano se volvió a subir al burro mientras su joven nieto iba caminando.
- ¿Habéis visto?, exclamaron varios vecinos. -El anciano cómodamente sentado en el burro y el pobre muchacho caminando a su corta edad…
- ¡Sí! gritaron otros… – Ya hay que tener poca verguenza para ir tan campante en el burro…
Una vez más, el anciano dio la vuelta y se alejó en silencio de la aldea bajo el murmullo de la gente.
Viéndose necesitado de hacer algunas ventas para comer caliente se dirigió a otra aldea, pero esta vez niño y anciano iban subidos en el burro; por fin había dado con la solución para acabar con los cuchicheos de los vecinos.
Dirigiéndose hacia el mercado de la aldea una vez más volvieron a producirse la críticas sobre nuestros personajes. La gente al ver al abuelo y al niño subidos en el burro comenzaron a exclamar…
- ¡Ya hay que querer poco a los animales para tratarlos de esa forma!… – Mira que subirse los dos al burro, pobre animal, va a terminar reventado…
El pobre anciano, indignado con tanta crítica recibida, decidió cargar al burro sobre sus hombros, pero, nuevamente la gente volvió a exclamarles:
- Mirad a esos, hay que ser tontos, el niño ayudando al anciano a cargar el burro sobre sus espaldas en lugar de montarlo.
Entonces un sabio que que observaba la escena se acercó al niño y su abuelo y les dijo:
- Queridos hijos, si os dejáis llevar por la opinión de los demás y les hacéis caso, nunca viviréis en paz y os manejarán a su antojo. Decidid vosotros lo que es mejor y a partir de ahora haced oídos sordos a las críticas, pues… hagáis lo que hagáis o si no hacéis nada, la gente siempre os criticará. Cerrad los oídos a las opiniones de los demás y decidir con indiferencia lo que deseáis hacer con vuestra vida. Haced caso únicamente a la voz de vuestra conciencia…
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