El ser humano está programado para conectar con otros. Es su esencia. Desde que eres un bebé, tu instinto te lleva a buscar ser aceptado por otros porque eso es lo que garantiza tu supervivencia. Esa necesidad de ser aceptado se queda grabada en tu inconciente, muchas veces hasta transmitirte una ansiedad como si tu vida estuviera en riesgo si te rechazan. Sin embargo, si quieres ser dueño de tu tiempo, debes readaptar tu reacción al rechazo.
El primer rechazo duele. No te voy a decir lo contrario. El primer rechazo de mi libro por parte de una editorial me dolió. Lloré. No te lo voy a ocultar. Por más que lo quise racionalizar, mi subconsciente me decía que eso significaba que yo no era lo suficientemente buena. Pero lo digerí. Y seguí presentando mi libro a otras editoriales. Y me volvieron a rechazar. Ya no me dolió tanto. Entendí que las editoriales no rechazan las obras solamente por su calidad sino porque encajen o no con su plan editorial. Entonces traduje el libro en francés, y lo presenté a unas cuantas editoriales francófonas. Un par me rechazaron muy amablemente. Pero por primera vez, un par de editoriales me dijeron que van a evaluar mi propuesta en detalle y que me van a contestar en unas semanas. Puede que me rechacen también. Pero puede que no. Si no hubiera podido superar el primer rechazo, jamás lo habría vuelto a intentar. Y la única posibilidad que tengo de tener éxito es la de intentar hasta que alguien acepte mi propuesta. La única posibilidad que tienes de ser dueño de tu tiempo es la de ofrecer y readaptar tus productos o servicios hasta encontrar el que sea aceptado por un mercado lo suficientemente grande como para que te produzca una rentabilidad. Evitar el rechazo es la zona de confort, enfrentarte a él es el primer ejercicio que debes realizar si quieres convertirte en dueño de tu tiempo.
Ejercita la asertividad. La asertividad podría definirse como la afirmación de sí mismo en el respeto de los otros. Cuando eres asertivo, el rechazo se acepta con más naturalidad. Yo me esfuerzo por aprender mucho sobre la asertividad, aunque vengo de una tradición familiar muy poco asertiva y mi reaprendizaje ha sido duro. ¿Cuando alguien te pide algo, te cuesta decir que no? ¿Te sientes molesto porque te parece que el otro debería entender que no puede pedirte algo que evidentemente no vas a aceptar? Puede que tengas que reajustar tu concepto de asertividad. Tú tienes el derecho de pedir, y por lo tanto cualquier persona tiene el derecho de pedir lo que sea (dentro de lo razonable. Pedirle un beso a una desconocida por la calle puede que no sea muy razonable). Pero tú tienes el derecho a negarte a acceder a lo que te piden, y por lo tanto todo el mundo puede negarse a acceder a lo que le pides. Cuando aceptas esto con naturalidad, te inhibes menos al pedir, y aceptas mejor el que te digan que no, hasta que alguien finalmente te dice que sí. Ejercítalo. Pruébalo. Pide en el bar si te regalar la copa de cerveza que te acaban de servir. Si el camarero es asertivo y la respuesta es no, te lo dirá amablemente; “no nos permiten regalar la vajilla”. Si no es asertivo, puede que te conteste “Oiga, usted qué se piensa, el precio de la cerveza solo incluye la bebida”. Pero puede que la respuesta sea positiva, como me ha pasado a mí varias veces (y gracias a ello me hice una hermosa colección de copas de cervezas belgas y francesas ). Pide algo posible pero que sientas que tienes pocas posibilidades de conseguir. Si te dicen que no, acepta la negativa con una sonrisa, pero propón un argumento alternativo (“Soy una turista sudamericana y quiero un recuerdo de este maravilloso bar y de este maravilloso país. ¿No podría hacer una excepción?”) . No seas pesado, sé convincente, sé seductor, sé simpático. En cuanto sientas que el NO es irreversible, agradece sinceramente. Luego prueba con otra persona y repite el ejercicio hasta que lo consigas. Dudo que vaya a ser una situación cómoda. Por eso debes entrenarte en ello hasta que lo hagas con naturalidad. Pero si no lo consigues y sigues protegiéndote del rechazo, te estarás aislando de tus posibilidades de ser dueño de tu tiempo y te encerrarás en hacer el trabajo en el que te sientes cómodo pero que no hará despegar tu negocio: LA VENTA. Aceptar el rechazo con una sonrisa es una condición necesaria para vender, y saber vender es una condición necesaria para ser dueño de tu tiempo.
Pide las cosas apostando a que te dirán que sí. No preguntes “sé que normalmente usted no lo hace, pero ¿no me regalaría esta copa de cerveza?”. Así sería muy fácil decirte que no. Prueba por ejemplo “seguro que a usted le gusta tener bellos recuerdos de sus vacaciones. Si me regala esta copa de cerveza, me llevaré el mejor recuerdo de esta maravillosa ciudad y de este maravilloso bar” con una gran sonrisa. Y si te dicen que no, mantén la sonrisa. Ya está. Parece la muerte al principio. Pero luego resulta muy divertido, hasta el punto de que terminarás sintiendo pasión por ello.
No asocies una negativa a algo intrínsecamente negativo en ti. El rechazo no es más que un resultado. Lo analizas, apuntas de nuevo y vuelves a tirar. No hay por qué angustiarse. Esto es fácil de decir pero no es fácil de incorporar. En muchas personas, un rechazo desencadena una ola de dudas de su propio valor como personas y como profesionales. Identifica esos pensamientos y cámbialos. No es “Yo no soy lo suficientemente bueno, por eso me rechazan”. Más bien se trata de: “Esta propuesta en particular no convenció a este cliente en particular. Puede que no estuviera adaptada a sus necesidades, puede que no sea el cliente objetivo ideal, puede que el precio no esté bien fijado, puede que tenga que comunicar mejor la solución que propongo o profundizar en la calidad de dicha solución. ¿Cómo puedo mejorar el resultado?”. Trátate bien a ti mismo aunque temporalmente el mercado no te responda. Recuérda que todas las personas que han triunfado son personas normales e imperfectas, tú no eres la excepción. Enfócate en los resultados y asume que eres una gran persona que insistirá hasta obtener los resultados a la altura de lo que se merece.
Algunas ideas para practicar el rechazo de forma divertida. Hace poco vi un genial video de Noah Kagan en el blog de Tim Ferriss. Allí proponía que hagas algo imposible. Propuso que los lectores del blog contactaran con él. Él no les iba a responder. No lo iba a hacer. Pero si conseguían que les conteste, les iba a dar 100$. ¿Harías algo que te aseguran que es imposible apostando a la posibilidad de ganar algo que nadie gana? Inténtalo. Envíame un email. No te voy a contestar. No lo voy a hacer. Pero si consigues que lo haga, te depositaré 10€ en tu cuenta de Paypal (Lo siento, mis negocios no me permiten por ahora prometerte 100$. Aunque como no lo voy a hacer… jaja!). Si te parece demasiado imposible, intenta al menos algo que creas difícil pero alcanzable. Consigue que te dejen entrar gratis al museo media hora antes de cerrar. O que te inviten un café en el restaurante. O que te dejen usar gratis la fotocopiadora. Practica. Ejercita. Es horrible al principio. Pero luego ya comienza a ser natural. Y ese es el momento en el que ser dueño de tu tiempo comienza a estar al alcance de tu mano.
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