De la famosa corona de oro de Arquímedes al descubrimiento de la doble hélice del ADN, la historia de la ciencia está plagada de frases célebres. Descubrirlas abre la puerta a entender los misterios que la investigación ha resuelto, y los retos que aún tiene por delante.
La historia de la ciencia está plagada de anécdotas y curiosidades, que nos hacen bucear en el pasado para entender el desarrollo de la investigación en la actualidad. Conocer descubrimientos por serendipia o leer entre líneas las frases célebres que pronunciaron algunos investigadores en el pasado, nos permite entender nuestra historia y saber hacia dónde camina la ciencia hoy en día.
Fue Plutarco, el afamado historiador, biógrafo y ensayista griego, al que se le atribuye un texto precioso, en el que se asienta buena parte de la investigación de toda la historia:
"El conocimiento no es una vasija que se llena, sino un fuego que se enciende"
Aunque en realidad sus observaciones, recogidas en la obra Moralia, son más extensas, lo cierto es que la idea del griego ejemplifica bien lo que significa la ciencia: descubrir y entender el mundo, y no dejar nunca de ser curiosos y preguntarse el por qué de las cosas. No en vano los científicos son como niños pequeños, tratando de descubrir y entender los intrigantes misterios del mundo en que habitamos.
En el desarrollo de sus trabajos de investigación, ha habido frases célebres que para bien o mal han supuesto un punto de inflexión en la historia del mundo. Hoy recopilamos algunas de estas citas, que nos ayudan a entender pequeños capítulos históricos de la investigación:
El engaño real: la corona que no era de oro
Corría el siglo III a.C. cuando el rey Hierón III gobernaba Siracusa. Durante su mandato, había ordenado a un orfebre la construcción de una corona de oro. El monarca, sin embargo, dudaba de la honestidad del fabricante, ya que podría haber incluido plata en la construcción y haberse quedado con los lingotes de oro que hubieran sobrado. ¿Pero cómo demostrarlo?
Hierón hizo llamar a Arquímedes, un matemático, físico, astrónomo, ingeniero e inventor griego emparentado con el monarca. Solo él podría averiguar si en efecto la corona era fruto de un engaño. El científico sabía desde el primer momento que la solución pasaba por calcular la densidad de la corona, que pesaba lo mismo que un lingote de oro. Para saber si la obra del orfebre era o no verdad, había que determinar el volumen, que ayudaría junto con la masa a calcular la densidad de la pieza. Solo así se sabría si contenía oro puro o trazas de plata.
Un día, mientras tomaba un baño, Arquímedes se percató de algo muy básico: el nivel de agua subía cuando él se sumergía. En otras palabras, al sumergirse en la tina, estaba desplazando un volumen de agua tal que equivaldría a su propio volumen. Aplicando el mismo principio, podría saber el volumen de la corona del rey, y así hallar su densidad.
Emocionado tras su hallazgo, Arquímedes salió de la bañera gritando ¡Eureka!, que significa «Lo he encontrado». Hallando la densidad de la corona real y comparándola con la densidad del oro, sabría que en el caso de que el primer valor fuera inferior al segundo, el orfebre habría engañado al monarca.
La cabezonería de Galileo al saber que tenía razón
Al repasar las frases célebres de la ciencia, no podemos olvidarnos de Galileo Galilei, el célebre italiano que puso en jaque las ideas de la época. Y es que sus trabajos en astronomía, que apoyaban la teoría copernicana frente al geocentrismo predominante en aquellos años, es uno de los mejores ejemplos de los enfrentamientos entre religión y ciencia.
Gracias a su labor inventora, con la que desarrolla más de 60 telescopios (aunque no todos funcionaban bien), Galileo prueba que todos los cuerpos celestes no giran alrededor del planeta Tierra, como se creía entonces. El descubrimiento de los satélites de Júpiter, entre otros muchos hallazgos, demostraban que la teoría geocéntrica era errónea. Esto provocó que numerosas personas se opusieran a sus trabajos.
Galileo sería condenado a cadena perpetua por la Inquisición
Llevado ante el Tribunal de la Inquisición, Galileo fue amenazado a sufrir torturas si no confesaba y se retractaba. El 30 de abril de 1633, el italiano confiesa y escucha la condena de la Iglesia: cadena perpetua que será conmutada a arresto domiciliario de por vida. Cuentan algunos historiadores que Galileo pronunció, al saber el dictamen del Tribunal, la famosa frase Eppur si muove («Y sin embargo se mueve»).
Una cabezonería digna de quien sabiéndose cargado de razón, al demostrar con experimentos sus hipótesis, es condenado por las teorías dogmáticas de la época.
Los rayos X y el patinazo de Lord Kelvin
William Thompson, director de la Royal Society, y más conocido como Lord Kelvin, auguró que los rayos X resultarían una farsa. El célebre británico, conocido mundialmente por haber desarrollado la escala de temperatura Kelvin, no tuvo buen ojo al evaluar el impacto de los rayos X.
Y es que el descubrimiento realizado por Wilhelm Conrad Röntgen en 1895 cambiaría para siempre la historia, a pesar del desafortunado comentario atribuido a Lord Kelvin. Hoy en día se usan comúnmente en medicina en pruebas diagnósticas (radiografía), pero también en investigación para descubrir las estructuras de moléculas como las proteínas o el propio ADN.
El nacimiento de la nanotecnología
Trasladándonos a la era moderna en este repaso de frases célebres de la ciencia, no podíamos olvidar el trabajo de Richard Feynman, uno de los físicos más importantes del siglo XX. En la conferencia pronunciada en Caltech el 29 de diciembre de 1959, el Premio Nobel auguró el nacimiento e impacto de la nanotecnología.
Su ponencia se tituló There's Plenty of Room at the Bottom, que podríamos traducir al castellano como "Hay un montón de sitio al fondo". En la conferencia celebrada en el encuentro anual de la American Physical Society, Feynman se convirtió en un auténtico visionario, al anticipar la llegada de la nanotecnología y del trabajo en la escala atómica.
La estructura que cambiaría la salud para siempre
We wish to suggest a structure: así comenzaría el famoso artículo publicado por James Watson y Francis Crick en Nature, en el que proponían que el ADN, la molécula portadora de nuestra información genética, se estructuraba en forma de doble hélice.
Este mismo año se cumpliría el sexagésimo aniversario de la famosa doble hélice, un aporte científico que no hubiera sido el mismo sin la inestimable labor de Rosalind Franklin. El artículo fue publicado en 1953, pero no sería galardonado con el Premio Nobel hasta 1962.
Sin duda, el comienzo de ese artículo científico marcaría un antes y un después en la historia de la biología molecular. Después de la famosa estructura en doble hélice, llegaría la ingeniería genética, la secuenciación del ADN, la terapia génica, y múltiples avances más que contribuyen a que la medicina de hoy en día sea más personalizada y especializada.
Como vemos, las frases célebres de la ciencia marcaron un pistoletazo de salida importante para los descubrimientos científicos que se realizaron, y el impacto que tuvieron en la sociedad. Conocer esos dichos no hace si no encender el famoso fuego del que hablaba Plutarco en sus escritos. Ojalá que no se apague nunca
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