Recordar, mediante la implantación de recuerdos falsos en el cerebro, cosas que en realidad no han sucedido es un concepto tratado en la ciencia-ficción como por ejemplo con la empresa mostrada en "Total Recall". En esa película de ciencia-ficción, dicha empresa convierte en recuerdos los sueños más anhelados de los clientes; lo más parecido a hacer realidad esos sueños; si alguien desea viajar a Marte, tendrá recuerdos de haberlo hecho, tan intensos y detallados como si lo hubiera vivido de verdad.
Es inevitable que, debido a precedentes de la ciencia-ficción como éste, se esté generando un gran revuelo en torno a la implantación de recuerdos falsos, muchísimo más modesta aunque real, lograda en ratones por científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Cambridge, Estados Unidos. Por otra parte, el objetivo de estos experimentos no ha sido desarrollar una tecnología con la que ofrecer al público los servicios de esa empresa ficticia de "Total Recall", sino profundizar en el fenómeno de los recuerdos falsos sobre algún pequeño detalle que pueden formarse de modo espontáneo bajo algunas influencias y que pueden alterar peligrosamente la marcha de las pesquisas policiales y del proceso judicial cuando hacen referencia a hechos vinculados a un presunto delito.
¿Salió la persona de esa puerta o de la de al lado? ¿Llevaba realmente una camisa verde? ¿El ruido se oyó a las tres de la tarde o a las cinco? Ante cuestiones como éstas, no es difícil que los testigos interrogados por la policía y por el tribunal crean honradamente recordar con total seguridad detalles que en realidad no existieron.
En un paso clave hacia el esclarecimiento completo de cómo surgen esos falsos recuerdos, el equipo de Susumu Tonegawa, Steve Ramirez, Xu Liu, Pei-Ann Lin, Junghyup Suh, Michele Pignatelli, Roger Redondo y Tomas Ryan, ha verificado que hay una vía explotable que permite implantar falsos recuerdos en los cerebros de ratones.
Estos investigadores también han comprobado que muchas de las huellas cerebrales dejadas por estos recuerdos falsos son idénticas en naturaleza a las dejadas por los recuerdos auténticos. En otras palabras, tanto si el recuerdo es auténtico como si es falso, el mecanismo neural subyacente en el proceso de rememorar el recuerdo almacenado es el mismo.
Los autores del nuevo estudio han obtenido evidencias adicionales de que, para cada experiencia que vivimos y memorizamos, los recuerdos se almacenan en redes de neuronas que conforman estructuras conocidas como engramas.
La comunidad científica ha estado dedicando últimamente muchos esfuerzos a localizar estos engramas. Tonegawa y sus colegas del Instituto Picower para el Aprendizaje y la Memoria, dependiente del MIT, han mostrado que son capaces de identificar las células que forman parte de un engrama para un determinado recuerdo, y reactivarlo (o reprocesarlo) mediante tecnología optogenética, que utiliza la luz y genes especiales para estimular vías específicas en el cerebro.
Es inevitable que, debido a precedentes de la ciencia-ficción como éste, se esté generando un gran revuelo en torno a la implantación de recuerdos falsos, muchísimo más modesta aunque real, lograda en ratones por científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Cambridge, Estados Unidos. Por otra parte, el objetivo de estos experimentos no ha sido desarrollar una tecnología con la que ofrecer al público los servicios de esa empresa ficticia de "Total Recall", sino profundizar en el fenómeno de los recuerdos falsos sobre algún pequeño detalle que pueden formarse de modo espontáneo bajo algunas influencias y que pueden alterar peligrosamente la marcha de las pesquisas policiales y del proceso judicial cuando hacen referencia a hechos vinculados a un presunto delito.
¿Salió la persona de esa puerta o de la de al lado? ¿Llevaba realmente una camisa verde? ¿El ruido se oyó a las tres de la tarde o a las cinco? Ante cuestiones como éstas, no es difícil que los testigos interrogados por la policía y por el tribunal crean honradamente recordar con total seguridad detalles que en realidad no existieron.
En un paso clave hacia el esclarecimiento completo de cómo surgen esos falsos recuerdos, el equipo de Susumu Tonegawa, Steve Ramirez, Xu Liu, Pei-Ann Lin, Junghyup Suh, Michele Pignatelli, Roger Redondo y Tomas Ryan, ha verificado que hay una vía explotable que permite implantar falsos recuerdos en los cerebros de ratones.
Estos investigadores también han comprobado que muchas de las huellas cerebrales dejadas por estos recuerdos falsos son idénticas en naturaleza a las dejadas por los recuerdos auténticos. En otras palabras, tanto si el recuerdo es auténtico como si es falso, el mecanismo neural subyacente en el proceso de rememorar el recuerdo almacenado es el mismo.
Los autores del nuevo estudio han obtenido evidencias adicionales de que, para cada experiencia que vivimos y memorizamos, los recuerdos se almacenan en redes de neuronas que conforman estructuras conocidas como engramas.
La comunidad científica ha estado dedicando últimamente muchos esfuerzos a localizar estos engramas. Tonegawa y sus colegas del Instituto Picower para el Aprendizaje y la Memoria, dependiente del MIT, han mostrado que son capaces de identificar las células que forman parte de un engrama para un determinado recuerdo, y reactivarlo (o reprocesarlo) mediante tecnología optogenética, que utiliza la luz y genes especiales para estimular vías específicas en el cerebro.
Los científicos del MIT identificaron, dentro del hipocampo del cerebro de ratón, las células, señaladas en rojo, en las que las huellas cerebrales de los recuerdos están almacenadas. (Imagen: Steve Ramirez y Xu Liu)
Llegar a un sitio en el que, por ejemplo, nos ocurrió algo desagradable tiempo atrás, hace que se reactive el recuerdo de ello. Éste es un mecanismo común por el cual nos vienen a la mente los recuerdos. Sin embargo, si al llegar a un sitio donde nunca hemos estado ni se parece a aquel donde vivimos la experiencia desagradable, la reactivación de aquel recuerdo se realiza por otros medios, siendo así "reprocesado", el resultado puede ser muy similar a evocar un recuerdo verdadero, lo que puede hacernos creer que la experiencia desagradable nos ocurrió en el sitio en el que en realidad nunca antes hemos estado. Así sucede al menos con las ratas con las que se ha experimentado en esta línea de investigación. Valiéndose, entre otras cosas, de una proteína que mediante un estímulo luminoso activa a las neuronas escogidas, es posible hacer, al estimular con luz las neuronas apropiadas, que las ratas recuerden algo que no ha sucedido. El resultado no es un recuerdo enteramente nuevo, sino una versión retocada de un recuerdo real, aunque, en definitiva, se trata de un recuerdo falso.
Este equipo del MIT está ahora planeando investigaciones adicionales sobre maneras de distorsionar los recuerdos en el cerebro.
Ahora que ya es posible alterar el contenido de los recuerdos en el cerebro, los científicos comienzan a plantearse cuestiones que hasta no hace mucho eran exclusivas de la ciencia-ficción. Por ejemplo, ésta que expresa el propio Ramirez: "¿Es posible elaborar de modo artificial recuerdos falsos de sucesos placenteros así como de sucesos desagradables?".
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