Madrid acogerá los próximos 7, 8 y 9 de noviembre la IV edición del Congreso de Mentes Brillantes, que reúne a 21 expertos nacionales e internacionales del mundo de la ciencia, la genética, la salud, la biología, la alimentación o el deporte para que expongan las últimas tendencias y compartan sus conocimientos y experiencias con un público necesitado de nuevas pistas. El congreso se celebrará en el Teatro Circo Price de Madrid y sus ponencias, que se retransmitirán en streaming, tendrán una duración de 21 minutos, tiempo en el que se estima que el cerebro puede prestar la máxima atención.
El IV Congreso de Mentes Brillantes, organizado por El ser creativo,estará dividido en cinco bloques temáticos. En el primero de ellos, Los secretos de la nueva educación, el filósofo Fernando Savater (acompañado por Toni Segarra, José Antonio Marina o Fernando Trías de Bes) analizará las tendencias de futuro de uno de los asuntos más importantes en la sociedad del conocimiento.
En este nuevo contexto, la primera cuestión que se plantea es si de verdad existen elementos innovadores que definen el mundo educativo actual como sustancialmente distinto del precedente, o si el único cambio es que contamos con nuevos instrumentos para realizar la misma tarea de siempre. Según asegura Savater a El Confidencial, “la gran paradoja de la educación es que siempre estamos corriendo detrás de la realidad. Personas que crecimos en la dictadura o que no sabemos manejar la tecnología tenemos que enseñar a otros que nacieron en la democracia y que están mucho más familiarizados que nosotros con todo tipo de aparatos tecnológicos, de modo que estamos transmitiendo nuestra experiencia a quienes viven una realidad más avanzada que la nuestra. Pero aunque la educación se renueve permanentemente, hay una serie de puntos básicos que no cambian, y es sobre ellos sobre los que incidimos. Porque la educación tiene como primer objetivo cultivar la humanidad misma. No se trata de preparar buenos empleados, sino de formar buenos seres humanos y buenos ciudadanos, y eso no ha cambiado”.
"Argumentar es de derechas"
Las últimas novedades educativas han priorizado la adquisición de destrezas técnicas o han subrayado la importancia de instrumentos educativos puramente emocionales, en detrimento de algo sustancial, como la capacidad de abstracción, que es aquello que, asegura Savater, “diferencia a una persona bien educada de otra que sólo sabe poner un tornillo donde le mandan”.
La falta de esa habilidad, “que es un enorme lastre desde el punto de vista educativo”, se ha convertido en un problema para nuestra vida en común. Las ideas y los debates que suelen tener lugar en el suelo público no se organizan en torno a los argumentos, a la lógica y a la coherencia, sino que “se discute contraponiendo una anécdota a otra o un sentimiento a otro. Esa ausencia de argumentos es un enorme problema que debemos evitar desde el inicio, a través de la educación”.
Sin embargo, no es esa la perspectiva que nuestra época parece preferir. La mayoría de mensajes que recibimos desde los entornos sociales más influyentes no entienden necesario utilizar conceptos y argumentos para justificar sus posiciones, sino que priorizan aspectos irracionales que consideran más efectivos. Cuenta Savater cómo se topó en la Facultad de Filosofía de San Sebastián, donde imparte docencia, con una pintada que rezaba "Argumentar es de derechas". “Siempre te queda la duda de si lo ha escrito alguien para reivindicar una posición política conservadora o, más probablemente, alguien del otro espectro político que quiere decir que con un par de cojones ya no es necesario nada más”.
No podemos olvidar, señala Savater, que la filosofía y la democracia nacieron en el mismo momento y que “son paralelas en su origen y casi en sus objetivos. En ese instante, tanto las bases de razonamiento como las instituciones políticas pasaron de ser algo basado en la tradición y la mitología a sostenerse en el diálogo y en la confrontación de razones”.
¿Meritocracia o mediocracia?
Otra de las peculiares convicciones de nuestra época es aquella que señala que, como todo el mundo tiene derecho a opinar y a participar en la vida pública, las opiniones han de tener todas el mismo valor. Una idea errónea que, según Savater, la red propicia. “Yo puedo opinar de física nuclear, de la que no tengo ni idea, junto con un premio Nobel de la materia, y ambas aportaciones llegan al lector con el mismo tipo de letra. Por eso es importante que el usuario de internet sepa distinguir entre la opinión de aquel que sabe y la de quien lanza exageraciones, algo que sólo se puede hacer a través de la capacidad de abstracción”.
Esa creencia últimamente generalizada según la cual no puede existir diferencia de valor entre posturas distintas es un despropósito, en tanto “no todas las opiniones son respetables, ni mucho menos. Lo que son respetables son las personas, pero no las creencias en sí mismas. No merece el mismo respeto una opinión que afirma que dos y dos son cinco que la dice que son cuatro. Y eso es aplicable a cualquier contexto”.
La educación, además, debe evitar la trampa de convertirse en un simple instrumento al servicio de fines inmediatos. No se trata de aprender habilidades para ganarse la vida o de desarrollar aptitudes para hacerse rico, señala Savater, sino que la esencia de la educación va mucho más allá, al desarrollar una facultad “para la que no conocemos un uso concreto y directo. Ese pasar de una idea a la otra a lo mejor no me sirve de manera inmediata o a lo mejor no me sirve para nada, pero me convierte en una persona más humana y más realizada”.
La paradoja es que la importancia de este aprendizaje sólo puede entenderla plenamente quien ya sabe de lo que se está hablando. “La educación sólo la pueden reclamar esas personas que de un modo u otro ya están educadas. Si te gusta la música clásica, querrás conocer más obras y compositores, pero eso sólo es posible si ya has escuchado música clásica. Con la educación ocurre igual”. Por eso, señala el filósofo, la formación tiene que ser una preocupación pública, “en tanto el niño no la va a reclamar nunca por sí mismo. Querrá sensaciones, sentimientos o diversión, pero no esforzarse para aprender”.
Otros participantes en el congreso son George Church, padre de la biología sintética, John Underkoffler, la mente que predijo las interfaces táctiles,Evan Henshaw-Plath, uno de los desarrolladores de Twitter, Steve Wozniak, cofundador, junto a Steve Jobs, de Apple o el diseñador y pintorJavier Mariscal.
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