Decía Jeff Bezos, el fundador de Amazon, que para tomar una decisión de vida difícil de forma fácil bastaba con proyectarse a la edad de 80 años y decirse : “¿De qué me arrepentiría más al llegar al final de mi vida? ¿De haberlo intentado y fallar, o de nunca haberlo intentado? Y bien, yo he intentado ser Dueña de mi tiempo y he fallado. En este post sabrás por qué y si me he arrepentido o no…
Por qué he fallado
Bueno, lo de fallar es relativo. He tenido éxito en muchas cosas que me he propuesto cuando inicié mi aventura en Dueño de mi tiempo y cuando decidí compartir todo lo que aprendía contigo. Por ejemplo, he conseguido hacer un plan muy decente y seguirlo con mucha disciplina. He conseguido disfrutar del camino. He conseguido un editor, publicar un libro en varios idiomas, atraer la atención de la prensa internacional y ganar credibilidad. He conseguido crear productos de información y tener el valor de venderlos. He conseguido ganar dinero. He conseguido que mucha gente se interese en mi mensaje y me invite a dar conferencias. He conseguido convencer a un gran número de personas del interés de mi proyecto. ¿Por qué entonces digo que he fallado?
Son muchos los lectores que me han escrito preguntándome qué tal me va, y agradezco mucho los mensajes. Me hicieron sentirme acompañada. Para todos ellos, aquí va la respuesta : A principios de 2014, algo empezó a no andar bien. Algo que nunca me había generado problemas y que yo daba por sentado empezó a fallar: mi salud. En septiembre de 2014, pude confirmar un diagnostico que tardo varios meses en llegar : Tenía una enfermedad que si bien no ponía en riesgo mi vida en el corto plazo, me limitaba casi en cada aspecto de ella. El pronóstico no era nada prometedor : Me esperaban por delante varios meses de reposo y cambios radicales en mi estilo de vida que eran no negociables si quería volver a recuperar aunque sea parcialmente mi bienestar. De repente y por primera vez en mi vida, la energía que necesitaba para llevar adelante mi proyecto se había ido; mi cuerpo y mi mente ya no me respondían.
No te preocupes, hoy ya estoy mucho mejor. Tengo una energía renovada y muchos planes por delante. Sin embargo tuve que abandonar mi idea de convertirme en Dueña de mi tiempo en el sentido estricto, es decir, en el sentido de no tener jefe. Mi salud nunca será la misma y ha quedado fragilizada, los ingresos que he conseguido durante mi aventura son todavía insuficientes y necesitan un empujón para alcanzar el próximo nivel, un empujón que me demandaría una energía que ya no tengo. Hoy me dedico a enseñar y disfruto mucho lo que hago, y sí soy Dueña de mi tiempo en el sentido amplio de la expresión : Lo que hago con mi tiempo me da muchísimo placer, no siento que estoy trabajando. Tengo el tiempo y el dinero suficiente para disfrutar de la vida como yo quiero y estoy rodeada de personas maravillosas que también aman lo que hacen. Entonces, aquí viene la segunda parte del post
¿Me he arrepentido de dejar mi trabajo y tentar la aventura?
No, así de sencillo. Jamás. Y eso, por varias razones:
· Dejar mi trabajo fue como dejar una relación amorosa que no funcionaba : Si no funciona, no funciona, hay que terminar con ello, aunque no haya otro amor para reemplazarla. Sin embargo dar el paso es muy difícil. Es probable que si no hubiera creído que convertirme en Dueña de mi tiempo era posible, habría tardado mucho más en hacerlo. Pero nunca me dije “¡Qué bien que estaba en mi trabajo de antes! ¿Por qué lo dejé?”. Si tu no pasas el test de Jeff Bezos y no crees que intentarlo valga la pena aunque falles, entonces no dejes tu trabajo.
· Me habría enfermado de todas maneras y habría tenido muchas más limitaciones para aplicarme los cuidados y los tratamientos que necesité para ponerme mejor. En el fondo, es probable que tampoco hubiera podido seguir haciendo mi trabajo así como tampoco puedo seguir hoy con mi proyecto. Es como si el cambio hubiera sido una cosa del destino. Quedarte en un trabajo “seguro” (que ningún trabajo es seguro hoy en día) no te garantiza que nada malo te pasará en la vida.
· Invertí algo de dinero, pero no puse en riesgo mis finanzas personales. Todos los riesgos financieros que tomé fueron mínimos y muy calculados. No tuve que cambiar demasiado mi estilo de vida y ni siquiera tuve que vender mi casa porque mi aventura no haya funcionado. Si no tienes tus finanzas en orden, es decir, ahorros, ingresos suplementarios, hábitos de gastos controlados, etc. no te recomiendo que te lances a la aventura.
· Lo que me pasó fue doloroso, pero el final fue feliz de todas maneras. Fracasar en algo que te propones siempre duele, pero no es algo que necesariamente te deje un sabor amargo. Si no me hubiera animado a hacer este cambio, es probable que nunca hubiera contemplado mi nueva carrera. Enseñar para mi es una pasión, algo que haría aunque no me pagaran (¡y que de hecho hice en este blog todo lo que pude de forma gratuita!) Hoy reestructuré mis finanzas y mi nueva carrera me deja prácticamente la misma rentabilidad que mi antigua carrera, pero con muchas más satisfacciones. Al final, salí ganando en muchísimos sentidos.
· Cuando me proyecto a la edad de 80 años, estoy SEGURA que estaré orgullosa de haberlo intentado, mientras que si me hubiera quedado inmóvil, paralizada por el miedo, sentiría un arrepentimiento muy duro de llevar.
Algunas cosas que he aprendido
Hay que decir, sin embargo, que mi enfermedad no fue lo único que motivó mi decisión de no seguir adelante con mi proyecto de ser dueña de mi tiempo. Si volviera a empezar, sabiendo lo que hoy sé, me replantearía seriamente mi modelo de negocio en internet. Internet es un mar de oportunidades, pero también produce muchos espejismos:
Imagínate que un comerciante de picos y palas usa sus ahorros y compra pepitas de oro que esparce en las inmediaciones de su negocio. Luego invita a algunos de sus conocidos a buscar oro, prestándole los picos y las palas y dándoles las pistas para que encuentren las pepitas que él mismo esparció. En poco tiempo, las historias de éxito se vuelven rápidamente noticia : “¡Buscadores de oro ganan fortunas instantáneamente casi sin invertir nada!”. De repente, la gente se vuelve loca por la fiebre del oro y corre al negocio de nuestro comerciante a comprar picos y palas para encontrar ellos mismos el preciado oro. Mientras el comerciante se llena la boca con historias de éxito de buscadores de oro, se llena también los bolsillos con la venta de picos y palas. Por supuesto, nadie encuentra oro y el único que se hace rico es él, pero esto no le quita el sueño y de tanto en tanto “invierte” en comprar algunas pepitas de oro y en esparcirlas por ahí para que los nuevos hallazgos mantengan vivo su negocio. ¿Qué te parece esta historia? Y bien, hay gente que encuentra oro de verdad en la naturaleza, así como hay gente que gana dinero en Internet, y mucho. También hay comerciantes honestos de picos y palas, así como hay formadores honestos en Internet. Sin embargo, me quedé sorprendida con la cantidad de personas que funcionan en Internet con la lógica del comerciante deshonesto de picos y palas : Consiguen ganancias ficticias haciendo inversiones a pérdida, y luego se forran mostrándole a la gente lo que facturan (ocultando una buena parte de sus gastos) y haciéndoles creer que ellos facturarán lo mismo si pagan una jugosa suma para recibir el mapa del tesoro. Lo que termina ocurriendo es que se produce un efecto piramidal: Esas personas ganan dinero porque venden muchos productos que prometen hacerte ganar dinero, pero los únicos que ganan dinero son ellos y los cuatro gatos que encontraron “pepitas de oro” a cambio de dar su testimonio en la publicidad del “Gurú de Internet”. Claro, no todos los formadores de Internet son así, y sí que conozco gente que gana dinero gracias a formaciones de gente honesta, pero yo también he caído en la trampa de algunos de estos “estafadores de guante blanco” y comprado un par de formaciones que no eran más que puro humo. Sus engaños me hicieron perder tiempo y dinero (no mucho por suerte). ¿Cómo diferenciar a honestos de piratas? Pues son difíciles de reconocer, pero digamos que se puede reconocer a un árbol por sus frutos; sólo básate en los consejos de gente que tú conozcas y que pueda demostrarte resultados concretos que haya obtenido.
Otra cosa que me dio la experiencia de intentar lanzar productos por Internet es la visión de lo rápido que pueden cambiar las cosas según los caprichos de grandes multinacionales como Google, redes sociales o empresas de email marketing. No es que Internet no valga la pena o que no se pueda ser rentable, pero el tiempo que se necesita para estar al día de los cambios, que son cada vez más vertiginosos, hacen que sea cada vez más difícil ser un verdadero Dueño de mi tiempo en Internet. No terminaba de aprender algo que ya no era válido, y tenía que invertir muchísimo tiempo en comprender la nueva regla. Aun creo que es posible, y te aseguro que todos los testimonios que encontraste en este blog son reales, y son de gente que yo conozco. Muchos de ellos han conseguido triunfar y ser felices gracias a Internet, como en el caso de Álvaro o el de Nicolás Litvinoff. Sin embargo, para aquellos que no sientan un verdadero placer por la tecnología, es preferible intentar la aventura en el mundo off line y basar el éxito en las relaciones humanas, como en el caso de Lucas, o el de Denise y Thierry.
Y bien, espero que este post responda las preguntas de los tantos lectores que me estuvieron escribiendo últimamente. ¿Que como me va? Muy bien, excelente, feliz de haber emprendido esta aventura. ¿Que si logré ser dueña de mi tiempo? En cierto modo sí, aunque no como lo había planeado. ¿Que si sigo pensando que ser dueño de tu tiempo es posible? Claro que sí, aunque nunca dije que fuera fácil ni que no tuviera riesgos. Y tú… ¿Te arrepentirías de no haberlo intentado?
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