CHARLES HANDY
Encontrar sentido en la incertidumbre
Los tiempos que estamos viviendo son muy confusos, porque muchas de las cosas que daban forma a nuestra vida están desapareciendo. Las instituciones en que nos basábamos, especialmente la organización del trabajo, ya no son tan seguras o tan ciertas.
En primer lugar, las organizaciones de trabajo están desapareciendo muy rápidamente en los últimos tiempos. Un tercio de las 500 compañías de la revista Fortune han desaparecido siete años después de su publicación. En segundo lugar, aunque sobrevivan como instituciones, no van a proporcionarnos el tipo de vida que nuestros padres nos hicieron esperar. Si dirigimos la mirada hacia otras instituciones -la ley, las estructuras políticas, la monarquía- encontramos que también ellas están siendo cuestionadas. Son ídolos con pies de barro; descubrimos que están guiadas por meros mortales. Por tanto, es comprensible que nos sintamos muy inseguros en lo referente al futuro.
Para poder alcanzar cierto sentido de cohesión, creo que, utilizando al máximo nuestras mejores habilidades, debemos tratar de descubrir cómo va a ser el futuro. Eso es lo que voy a intentar hacer. Quiero convencer a la gente de que hay, al fin y al cabo, algún sentido en todo el enorme sin sentido que nos rodea.
El conjunto parece ser caótico, pero caos tal vez no sea la palabra justa para describirlo.
Desde el punto de vista de la ciencia, el caos no es caótico. De hecho, el caos explica que hay una estructura subyacente en todas las cosas y que existen razones para que se produzcan determinadas situaciones. Pero también hay espacios en las razones, por lo cual se puede realmente actuar en el resultado final de las cosas. Y es eso lo que encuentro tan tremendamente apasionante en medio de toda esta incertidumbre, incluso anarquía, en que nos hallamos inmersos. Porque esto significa que el futuro no está previamente ordenado, ni siquiera en la ciencia-, lo cual significa que un pequeño movimiento de las alas de una mariposa, o yo mismo haciendo algo, puede hacer que el mundo cambie un poquito.
Hasta cierto punto, soy algo pesimista sobre el futuro porque lo percibo como tiempos difíciles. Pero muy en el fondo me siento optimista porque lo percibo como una época de grandes oportunidades para muchos individuos que nunca pensaron que podrían influir en el mundo.
Paradojas
Si vamos a intentar encontrar algún sentido en toda esta confusión que nos rodea, debemos hallar la manera de organizarla en nuestra mente para empezar a entender lo que realmente está sucediendo en el mundo e intentar hacer algo al respecto.
Mi manera de llevarlo a cabo es aceptar que no existen respuestas simples o correctas a la vida, que está llena de contradicciones y sorpresas y que de hecho está llena de paradojas. Pero si podemos aprender a entender y aceptar estas paradojas, creo que podemos llegar a encontrar un sendero a través de ellas, podremos convivir con ellas y
manejarlas.
Esto es especialmente necesario cuando los tiempos se vuelven más turbulentos, porque en esos momentos el mundo se vuelve todavía más complejo y difícil de entender. De hecho, en cualquier parte adonde dirijamos la mirada, la paradoja parece ser la compañera del progreso económico.
Lo que la paradoja me hace pensar es que dos pensamientos opuestos pueden ser ciertos al mismo tiempo. Por ejemplo, uno puede estar enamorado de una persona, la cual, en determinados momentos, le puede desagradar. Puede desear al mismo tiempo la continuidad y el cambio y tenerlos ambos. Lo que debemos hacer es aprender a equilibrar los opuestos.
Es como montar en un columpio. Uno tiene que saber que para que el columpio funcione, tiene que haber una sucesión de movimientos ascendentes y movimientos descendentes y que ambos opuestos son necesarios para conseguir que el columpio se mueva, un juego en que el movimiento y la emoción se producen por el equilibrio entre contrarios, porque es inevitable que la vida esté llena de paradojas. Creo que la clave para el progreso, e incluso para sobrevivir en la vida y tener éxito, es darse cuenta de que las contradicciones pueden coexistir, y aprender a vivir con ellas.
Por ejemplo, yo sostengo que las organizaciones tienen que ser centralizadas y descentralizadas al mismo tiempo. Deben ser globales y locales al mismo tiempo.
Diferenciadas e integradas. Muy ajustadas y sueltas. Tienen que hacer planes a largo plazo y, sin embargo, seguir siendo flexibles. Sus trabajadores deben ser más autónomos pero, por otra parte, estar integrados en un equipo. Pero el hecho es que no podemos dejar que todo esto confunda a la gente. Debemos encontrar la manera de vivir y trabajar con este tipo de contradicciones para reconciliar los opuestos en vez de vernos obligados a elegir entre ellos.
No creo que la mayoría de las personas puedan manejar la paradoja con facilidad, por lo cual tendremos que intentar hacer la vida más simple para entenderlo. La primera medida que podría tomarse sería conseguir que las personas se diesen cuenta de que existe la paradoja y de que la solución no es sencilla. No existe un camino fácil hacia la gloria y la felicidad en
la vida. Pero, por otra parte, necesitamos dar cierta estructura a las cosas para que sea más fácil aprender a manejar la paradoja.
El principio de la rosquilla
Yo utilizo lo que llamo “el principio de la rosquilla”, que dice que la vida es como una rosquilla invertida, en la cual el agujero está en el exterior y la masa en el centro. En la visión del mundo que conlleva este principio, el centro está fijo, y en ese espacio limitado a su alrededor es donde podemos hacer la diferencia. El centro nos da ese poco de seguridad y
certeza que todos necesitamos, mientras que el espacio nos proporciona la flexibilidad necesaria para montar el columpio.
Así podemos ver, por ejemplo, que hay algunas actividades centrales en toda organización -los puestos esenciales y las personas necesarias para llevarlos a cabo-, pero alrededor de este centro tiene que haber un espacio abierto lleno de trabajadores y de proveedores flexibles.
Conocemos muchas organizaciones muy novedosas que no tienen una rosquilla completa. Son esencialmente redes que tienen un pequeño centro de gente clave que les proporcionan una competencia central durable, y una serie de asociaciones con organizaciones aliadas, proveedores y trabajadores de jornada parcial, profesionales independientes y clientes que les dan la flexibilidad necesaria para sobrevivir en un mundo caótico.
El tema estratégico para las organizaciones del siglo XXI, será poner en el espacio alrededor de éste. Por ejemplo, una organización tiene que ser lo suficientemente pequeña como para ser humana y flexible, pero al mismo tiempo, en determinadas áreas, tiene que ser grande, porque necesita cierto nivel que ofrecer al mercado, un nivel de investigación o un alcance mundial/global. Esta es la razón por la cual por todas partes vemos organizaciones luchando con la necesidad de descentralizar y de centralizar al mismo tiempo.
Esta idea en sí no es nueva en absoluto. De hecho, desde Aristóteles hemos estado experimentando con el mismo principio en política; es lo que llamamos federalismo. En el federalismo siempre hay un centro fuerte pero se deja un espacio considerable para decisiones locales. Está centralizado en ciertos aspectos y descentralizado en otros. Es grande, y al mismo tiempo, pequeño. Está regulado en algunos aspectos y carece de regulación en otros. Por ello podríamos decir que se trata del principio de la rosquilla llevado a la práctica, si exceptuamos el hecho de que el federalismo está constituido por una variedad de rosquillas con una gran diversidad de tamaños y formas en una construcción multipolar.
* Charles Handy. Irlandés. Es el pensador en Administración más influyente del viejo continente. Fundó la London Business School. Escribió varios libros, entre ellos La Edad de la Paradoja, La Edad de la Insensatez y Los Nuevos Alquimistas - Cómo la gente visionaria hace algo a partir de la nada.
Fuente: The Newfield Network
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario