Mi imaginación es la herramienta que dispongo para reeducar a mi inconsciente. Comprender este hecho en profundidad tiene grandes implicancias para la redefinición de la vida.
Con el lenguaje de la imaginación se llega al inconsciente. Porque el inconsciente se cierra en banda al lenguaje de las imposiciones y las órdenes, de los castigos y el despotismo, incluso el lenguaje de la imposición por la voluntad. El inconsciente en su proceso de reeducación y cambio no admite el ¡¡tienes que!, ¡o del debes!, su lenguaje es suave y amable, es el lenguaje del corazón, el lenguaje de los niños pequeños. Hablando este lenguaje es posible llegar a él y redefinir los significados que hoy nos condicionan.
Si consigo vincular mi consciente con mi inconsciente conseguiré tener a mi servicio al aliado más poderoso que pueda imaginar, porque el segundo se pondrá al servicio del primero.
Voy por tanto a comunicar con mi inconsciente para iniciar un proceso de toma de conciencia y de redefinición de significados.
Esta redefinición requiere constancia y perseverancia, ya que el inconsciente necesita mucha repetición para que los nuevos condicionamientos lleguen al nivel de profundidad suficiente y reemplacen a los condicionamientos previamente establecidos.
Voy a imaginar cómo quiero que se realicen mis deseos y de este modo le daré un mensaje a mi inconsciente para que empiece a ver la vida de manera distinta y para detectar las oportunidades que están en línea con mi deseo.
Toda creación ha sido previamente elaborada en el taller de la mente, de la imaginación.
Este proceso se califica de mágico en la medida que si empiezas a vivir de esa manera, la creatividad se expande y la vida se muestra como un espacio con infinitas posibilidades de creación y desarrollo. Alex Rovira Celma
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