viernes, 26 de agosto de 2011

Gestión del entusiasmo: todos somos creativos

http://www.expansion.com/2011/08/25/entorno/1314307722.html

No deberíamos hablar de innovación sin hablar de creatividad. Picasso decía que todos los niños nacen creativos, y que la cuestión es si lo seguirán siendo al llegar a adultos.

La creatividad es un tesoro que necesitaremos durante toda la vida, especialmente en nuestra etapa profesional. Los celestiales Pink Floyd se quejaban en The Wall del restrictivo sistema educativo inglés de su época, que extirpaba toda creatividad del individuo que se atreviera a pensar fuera de los cánones establecidos. «No necesitamos esta educación, no necesitamos que controlen nuestros pensamientos», señalaban vehementemente.

Ese tema es el himno de todo el que trata de expresar su creatividad en un entorno que no se lo permite. Y es curioso que muchas de las mayores bandas de rock nacieran en escuelas. George Harrison tenía 14 años cuando se unió a los futuros Beatles. Genesis, U2 o Radiohead también se formaron en el colegio.

Parece que la creatividad de nuestra raza se concentra principalmente en los artistas, pero en realidad todo el tejido social debería poder desarrollar y ejercer su creatividad.

Como dice el gran trompetista Wynton Marsalis: «Nadie tiene que buscar la creatividad, pues todos nacemos con ella. Lo único que hay que hacer es no ponerle barreras». Pero el aspecto más interesante de la creatividad es que genera una energía que mueve el mundo y que se llama entusiasmo. Las organizaciones modernas deberían estar enfocadas a gestionar el entusiasmo, en lugar del talento. El talento es sólo una capacidad, y el entusiasmo es una energía que puede mover el talento más allá de lo imaginable.

En el mundo de las organizaciones, la creatividad tiene un enorme poder. No sólo el de generar buenas ideas que la acerquen a sus objetivos, sino el de encender la llama del entusiasmo. Cualquier organización que busque motivar a sus empleados debe generar los mecanismos necesarios para estimular y canalizar la creatividad de su equipo.

Pero ésta debe ser adecuadamente gestionada. Sucede a menudo que cuando alguien tiene una buena idea recibe un premio inesperado: un martillazo. A uno se le ocurre una idea magnífica, se la cuenta a su jefe y en lugar de recibir los recursos necesarios se le dice: «Muy bien, muchacho. Adelante con ello, pero recuerda que sigues a cargo de todo lo demás». Con lo cual, puede acabar desbordado y estresado.

Todos necesitamos nuestra dosis de entusiasmo. Si no la encontramos en la escuela cuando somos estudiantes, la buscaremos en una banda de rock con los amigos. Si no lo hacemos en nuestro trabajo...

Salva López es profesor de ESADE. Autor del libro 'Rockvolución empresarial'


No hay comentarios:

Publicar un comentario