http://managersmagazine.com/index.php/2012/03/lideres-limbicos/
“La
capacidad de identificar y de aclarar los disgustos míos y los de los
demás es la clave más significativa para incrementar la productividad en
nuestra economía”
D.R. Frint ( Co- fundador de “2130 partners”)
Dice Dwight Frint que ha planteado
muchas veces a sus clientes, líderes ejecutivos, la siguiente sencilla
pregunta: ¿ a qué hora podrías volver a casa si todos en tu empresa
vinieran a ella sencillamente a trabajar, hacer sus tareas y salir del
trabajo?.
La respuesta le sorprendió al principio;
luego no tanto porque era la misma que le daban muchos ejecutivos:
“entre las 10,30 y las 11 de la mañana”.
Lo cual plantea una segunda pregunta :
si tantos ejecutivos podrían volver a casa antes de almorzar, si todo el
mundo se presentara al trabajo e hiciera su tarea, ¿ a qué dedican
tanto tiempo los ejecutivos?. Los clientes responden sin reparos:
angustia, conocida comúnmente como disgustos o malestar. La parte del
trabajo ejecutivo que necesita más tiempo consiste en gestionar las
interacciones angustiosas o ansiosas en sus equipos, de forma que puedan
dedicarse a la tarea encomendada
Bueno, quizá los ejecutivos encuestados
exageran, puede ser que motivados por la frustración y un humor ácido,
pero aunque quizá nunca podrían volver a casa antes de mediodía , es
razonable suponer que podrían ahorrar hasta 500 horas anuales si no
tuvieran que intervenir en esas interrelaciones emocionalmente
problemáticas y dedicarlas a tareas creativas.
Angustia o sufrimiento, ¿qué queremos
decir?: usamos ambos términos para resumir un amplio abanico de
reacciones que temporalmente imposibilitan a las personas para tener un
comportamiento productivo y reflexivo. Estas reacciones pueden variar
desde una frustración ligera a una ira incontrolada e incluyen vergüenza
o pena, tristeza, impaciencia, agitación, preocupación y miedo. En cada
caso, las personas lo experimentan como, siendo o no reales las causas,
actúan como si su supervivencia estuviera amenazada.
El sistema límbico del cerebro está
asociado a la emoción y a la memoria. Dentro de él están las amígdalas ,
dos racimos de neuronas con la forma de almendra y cuya responsabilidad
primaria es vigilar los peligros que pueden acecharnos y avisarnos de
amenazas inminentes. Un “secuestro límbico” se produce cuando se activan
las amígdalas produciendo sensaciones físicas de sufrimiento, manos
sudorosas, tensión en los hombros, etc.; a medida que aumenta la
intensidad del sufrimiento, disminuyen nuestras capacidades racionales
cognitivas.
Teniendo en cuenta las reacciones
instintivas físicas asociadas a sentirse molesto o disgustado, no
sorprende que no ayuden mucho los estilos de formación y de
entrenamiento basados en aprendizajes conceptuales, aunque sean
avanzados. La información que recibimos en esos seminarios y talleres la
almacenamos y procesamos en la corteza cerebral , la parte “más nueva”
del cerebro; pero como hemos visto, cuando nos alteramos empezamos a
funcionar desde un lugar completamente diferente, otra parte del
cerebro.
¿Cómo podemos tender un puente entre el
cerebro sintiente y el racional?; ¿cómo utilizamos a la vez nuestro
razonamiento más elevado y nuestra pasión emocional que activa una buena
parte de nuestra inspiración y creatividad?; ¿qué haremos para
minimizar la reactividad y el estrés al tiempo que incrementamos la
productividad y el orgullo compartido de ser dueños de nosotros mismos?.
Los lideres pueden utilizar las respuestas para recuperar parte del
tiempo dedicado a pensar e incrementar su capacidad para centrarse en
las cuestiones empresariales claves.
Lo vemos una y otra vez: a medida que
los líderes empiezan a experimentar las ventajas de “desestresarse”
emocionalmente, los recursos dedicados a ello son una inversión en el
entrenamiento de los demás. De la misma forma que el estrés creciente
crea en el equipo una bola de nieve, el control límbico de los líderes
pueden desarrollar una especie de inercia contraria, convirtiendo el
estrés en “euestrés”( un estrés sano y productivo, como la satisfacción
de perseguir una meta difícil).
Aunque se necesita tiempo para lograr
cambios duraderos, existen unos pocos pasos que se pueden utilizar para
reparar inmediatamente el daño del dolor emocional. Estos pasos
diagnósticos y las correspondientes intervenciones son tanto
conceptuales como físicos. Proporcionan información al intelecto y al
cuerpo las herramientas para cambiar tanto las experiencias como el
comportamiento.
Muchos estudios prueban que la raiz más
frecuente de las causas de la angustia emocional en el trabajo son: (1)
la percepción de que se ha incumplido una promesa ( generalmente por
parte de los directivos); (2) cuando fallan las intenciones positivas (
las buenas intenciones); y (3) cuando parece que se han frustrado los
compromisos. Además de estos tres desencadenantes internos , son muchas
las ocasiones en las que lo que llega al trabajo son las angustias
personales, las del resto de nuestras vidas. Este origen externo es más
difícil de abordar debido a las diferentes perspectivas de lo que son
los límites entre lo profesional y lo personal.
¿Por qué tienen resultados tan escasos
muchos de los programas de desarrollo de habilidades cuando se
desencadenan situaciones estresantes?. El problema no es el contenido
del material, sino la focalización de los programas. Una gran parte de
este material tan bien valorado se dirige y es recibido por la parte
intelectual de la mente; lo cual está bien pero con demasiada frecuencia
la audiencia termina el programa con una gran comprensión conceptual
pero sin mejorar sus habilidades para cambiar los comportamientos. A
menos que la información sea absorbida profundamente e integrada más
allá del intelecto , se marchita cuando las personas se enfrentan con
emociones intensas, las suyas o las de los demás.
Comprender el rol de nuestro cuerpo
Según diversos estudios aprender una
habilidad física nueva necesita 300 repeticiones para que se desarrolle
el músculo de la memoria ; y 3000 repeticiones para que la habilidad se
incorpore a nosotros, para que enraice. De la misma forma, creemos que
para que enraice un aprendizaje intelectual tenemos que practicarlo
muchas veces. Además, existen elementos o componentes físicos que
influyen en el aprendizaje intelectual, especialmente en personas
estresadas. Sin ser conscientes de ellos es imposible aprender a
abordar de otra forma la angustia. Estamos descubriendo que los
aspectos físicos de encontrarse en un estado emocionalmente angustiado
son tan importantes como los mismos sentimientos; estos dos elementos
están unidos inextricablemente. Si ignoramos o no tenemos en cuenta las
manifestaciones físicas de la emoción, limitamos nuestra capacidad para
gestionar esa angustia emocional .
Ya hemos hablado del “secuestro
límbico” que no es sino un sistema biológico de alerta temprana que nos
proporcionan las amígdalas y que nos permiten asegurarnos nuestra
supervivencia física desencadenando cuatro reacciones primarias: lucha,
fuga, paralización y apaciguamiento; reaccionan instintivamente a la
velocidad del rayo, mucho más rápidamente que las partes pensantes de
nuestro cerebro.
Nuestros antepasados operaban en un
mundo natural que presentaba muchos peligros reales y amenazas a la
vida; para ellos esta función límbica era esencial para su
supervivencia. Pero en la vida empresarial actual las reacciones de la
amígdala pueden dificultar en lugar de ayudar; he aquí el por qué. Como
ya hemos indicado, las amígdalas reaccionan instintivamente, casi
instantáneamente; desgraciadamente no saben distinguir las amenazas
reales de las imaginarias, ni tampoco las físicas las generadas por
palabras o por nuestros propios pensamientos; y cuando las amígdalas
envían su aviso ponen en funcionamiento fuerzas poderosas de todo
nuestro cuerpo. Se segregan adrenalina y cortisol, elevando la presión
sanguínea y el ritmo cardiaco. Fluye la sangre que se drena de áreas “
menos importantes” ( como el cerebro pensante) que se destina a las
necesitadas para la defensa física. Nos convertimos en una máquina
reactiva, en guarda, en vigilancia, no el mejor estado para un discurso
razonado, para la resolución creativa de problemas ni para la
colaboración asociativa.
La confusión post-estrés
Pero sólo ha sido el principio, también
existen efectos inducidos posteriores. Si estuviéramos corriendo delante
de un oso , el esfuerzo físico extremo consumiría una buena parte de la
adrenalina y cortisol adicionales segregadas por las advertencias de la
amígdala y así pronto recuperaríamos el ritmo cardiaco y el nivel
normal de presión arterial. Pero esto no ocurre en la oficina. En un dia
normal cualquiera la amígdala puede percibir muchas situaciones
“amenazadoras” ;y aunque estos “peligros” revisten la forma de la
palabra hablada o de pensamientos privados y no de amenazas físicas
externas para nuestra supervivencia, desencadenan las mismas reacciones.
Permanecemos mucho tiempo en modo de “auto-defensa” sin que tengamos
donde “desaguar” las inundaciones de adrenalina y de cortisol; y si este
“desagüe tanto el ritmo cardiaco como la presión arterial permanecen
altos, continúan otras sensaciones físicas y experimentamos un “estrés”
continuado. Como mínimo, estamos frustrados, distraídos e improductivos,
con seguridad incapaces de trabajar con nuestra mejor creatividad. En
entornos de alto estrés , en los que ocurren con más frecuencia las
percepciones de amenaza, las personas terminan por faltar al trabajo
debido a enfermedades físicas o necesitando “ un día de salud mental”.
En estas condiciones es muy alto el riesgo de “burn-out”.
Las amígdalas y el sistema límbico ,
junto con el tronco encefálico, forman lo que se conoce popularmente
como el “cerebro viejo”. De hecho, al tronco encefálico se le suele
llamar el “cerebro reptiliano” porque se encuentra en todos los
vertebrados, incluyendo reptiles y mamíferos. Su actividad es la de las
funciones más básicas: respirar, dormir, circulación sanguínea,
contracción muscular, reproducción y auto-preservación. Unido al sistema
de alarma temprana de peligro del sistema límbico, el reptiliano nos
proporciona una imagen potente y una clave relevante de cómo se
manifiesta el comportamiento en situaciones angustiosas.
Imagine al líder de un equipo irritado;
no hace falta un gran salto de la imaginación para pensar en que todos
los asistentes a la reunión se transforman en iguanas, y otros animales ,
cada uno atrapado en su propia postura reactiva ofensiva/ defensiva .
Es difícil imaginar que en realidad muchos ejecutivos desean que sus
compañías sean gestionadas por un grupo de reptiles; y sin embargo, este
tipo de comportamiento se desencadena regularmente y se permite su
persistencia.
Teniendo en cuenta las reacciones física
instintivas asociados a estar alterado, no debe extrañarnos que todos
esos enfoques de aprendizaje conceptual no sean muy útiles para reducir
los efectos de la angustia emocional. La información que recibimos en
esos talleres la procesamos y almacenamos en la corteza cerebral, la
parte racional “nueva” del cerebro, pero , como hemos visto, en
situaciones de alteración empezamos a funcionar desde un lugar cerebral
totalmente diferente.
La solución empieza en la cumbre
¿Cómo salvamos la brecha entre el
cerebro pensante y el sintiente?; ¿cómo utilizamos a la vez nuestro
razonamiento superior y nuestra pasión emocional que desencadena una
buena parte de nuestra inspiración y creatividad?; ¿cómo actuamos de
forma que minimicemos la reactividad y la angustia al tiempo que
incrementamos la productividad y el orgullo compartido de trabajar en la
empresa?.
Nuestra propuesta a los lideres es que
empiecen trabajando sobre sí mismos porque las organizaciones se fijan
en sus lideres ( neuronas espejo) para conformar el tono. Si estos son
muy reactivos, es muy probable que lo sean también sus empresas. Si, por
el contrario, empiezan por aclarar sus motivos de estrés y de angustia ,
serán más productivos , desencadenarán menos estrés y estarán mucho
mejor preparados para navegar en sus organizaciones.
Como decíamos anteriormente , los lideres pueden convertir el estrés en “euestrés”.
Aunque el cambio duradero necesita
tiempo y entrenamiento continuo , hay unos cuantos pasos sencillos que
pueden inmediatamente empezar a reparar el daño de la angustia
emocional.
© Carlos Herreros de las CuevasCarlos Herreros de las Cuevas es Decano Honorario de la Santander Business School, miembro de la International Society for the Psychoanalytical Study of Organizations (ISPSO), Coach Profesional Ejecutivo acreditado por la Association for Professional Coaching and Supervision (APECS) y Coach Ejecutivo Senior acreditado por la Asociación Española de Coaching Profesional (AECOP). Más información en su blog: www.liderazgoyestrategia.blogspot.com
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