Puede fomentarse variando el orden de las actividades cotidianas y en ella están implicados ambos hemisferios cerebrales, revelan dos estudios
¿Cómo se origina y funciona la creatividad? Dos estudios recientes, realizados en Estados Unidos y en los Países Bajos, respectivamente, han revelado nuevas claves sobre esta misteriosa capacidad humana. En el primero de ellos se ha constatado que, durante las actividades creativas, los dos hemisferios cerebrales se activan, y no sólo el hemisferio derecho, considerado hasta ahora el “más creativo”. El segundo estudio ha revelado que los seres humanos pueden potenciar su creatividad de una manera muy simple: realizando las tareas más cotidianas en un orden distinto al seguido normalmente. Por Yaiza Martínez.
Un equipo de investigadores de la University of Southern California (USC)
de Estados Unidos está tratando de determinar la fuente exacta de la
creatividad en nuestro cerebro. Por ahora, han descubierto que el
hemisferio izquierdo de este órgano, que se cree relacionado con la
lógica y las matemáticas, en realidad juega un papel clave en el
pensamiento creativo.
Según afirma la directora de la investigación, la profesora de neurociencia de la USC, Lisa Aziz-Zadeh, con este estudio: “Lo que queremos averiguar es cómo funciona la creatividad en el cerebro”.
Se suele pensar que, al pintar, al esculpir o al hacer cualquier otra actividad creativa, usamos más el hemisferio derecho del cerebro, que es el que está considerado “ la mitad creativa” de este órgano, mientras que el hemisferio izquierdo está considerado como el lado racional y lógico de nuestra cabeza.
Sin embargo, en el transcurso de la presente investigación Aziz-Zadeh y sus colaboradores demostraron que, aunque es cierto que el hemisferio cerebral derecho realiza la mayoría del trabajo cuando estamos creativos, también lo es que dicho hemisferio “pide ayuda” al hemisferio izquierdo cuando llevamos a cabo cualquier tarea creativa, publica la USC en un comunicado.
Petición de ayuda
Los investigadores, que han hecho públicos sus hallazgos en Social Cognitive and Affective Neuroscience, utilizaron la tecnología fMRI (de imagen por resonancia magnética funcional) para escanear los cerebros de un grupo de estudiantes de arquitectura, propensos a ser visualmente creativos.
Mientras se realizaban estos escáneres, a los participantes se les presentaron tres formas: un círculo, una “C” y un 8. Después, se le pidió a los estudiantes que visualizaran imágenes formadas a partir de la reorganización de dichas formas. Por ejemplo, una cara en la que el ocho sería los ojos, la “C” la sonrisa, y el círculo la nariz.
Según afirma la directora de la investigación, la profesora de neurociencia de la USC, Lisa Aziz-Zadeh, con este estudio: “Lo que queremos averiguar es cómo funciona la creatividad en el cerebro”.
Se suele pensar que, al pintar, al esculpir o al hacer cualquier otra actividad creativa, usamos más el hemisferio derecho del cerebro, que es el que está considerado “ la mitad creativa” de este órgano, mientras que el hemisferio izquierdo está considerado como el lado racional y lógico de nuestra cabeza.
Sin embargo, en el transcurso de la presente investigación Aziz-Zadeh y sus colaboradores demostraron que, aunque es cierto que el hemisferio cerebral derecho realiza la mayoría del trabajo cuando estamos creativos, también lo es que dicho hemisferio “pide ayuda” al hemisferio izquierdo cuando llevamos a cabo cualquier tarea creativa, publica la USC en un comunicado.
Petición de ayuda
Los investigadores, que han hecho públicos sus hallazgos en Social Cognitive and Affective Neuroscience, utilizaron la tecnología fMRI (de imagen por resonancia magnética funcional) para escanear los cerebros de un grupo de estudiantes de arquitectura, propensos a ser visualmente creativos.
Mientras se realizaban estos escáneres, a los participantes se les presentaron tres formas: un círculo, una “C” y un 8. Después, se le pidió a los estudiantes que visualizaran imágenes formadas a partir de la reorganización de dichas formas. Por ejemplo, una cara en la que el ocho sería los ojos, la “C” la sonrisa, y el círculo la nariz.
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Por otro lado, a los participantes también se les pidió que
recolocaran las tres figuras juntas en su mente, y comprobaran si éstas
podían formar un cuadrado o un rectángulo. Esta tarea, al contrario que
la anterior, no requería necesariamente de creatividad, aunque sí de un
procesamiento espacial.
En el caso de la primera tarea, la creativa, ésta fue llevada a cabo sobre todo por el hemisferio derecho del cerebro.
Pero, según revelaron los escáneres, durante este proceso también se activó el hemisferio cerebral izquierdo, incluso más que en la segunda tarea, la no creativa.
Según los investigadores, estos resultados sugieren que el hemisferio cerebral izquierdo resulta clave para apoyar la creatividad de nuestro cerebro, algo que ya habían señalado estudios previos acerca de cómo el cerebro desarrolla la improvisación musical. Aziz-Zadeh añade que: “Necesitamos ambos hemisferios para el procesamiento creativo”.
La investigadora planea ahora explorar cómo diversas tipos de actividades creativas (la pintura, la actuación o la canción) son desarrollados por el cerebro, y qué tienen dichas actividades en común o en qué se diferencian, desde un punto de vista neuronal.
Cómo fomentar el pensamiento creativo
El estudio de Aziz-Zadeh y sus colaboradores ha coincidido en el tiempo con otra investigación que, aunque no describe cómo funciona la creatividad en nuestro cerebro, sí da algunas pistas sobre cómo fomentar que la materia gris se active creativamente.
Este segundo trabajo, llevado a cabo por Simone Ritter, una psicóloga de la Radboud University Nijmegen de los Países Bajos, ha revelado que para potenciar la creatividad basta con desarrollar las actividades más cotidianas, siguiendo un orden distinto.
Ritter y sus colaboradores han aportado evidencias en el Journal of Experimental Social Psychology de que eludir las costumbres más sencillas ayuda a las personas a romper sus propios patrones cognitivos y, por tanto, a pensar de manera más flexible y creativa. Según los científicos, una actitud tan sencilla como modificar nuestros hábitos resulta suficiente para volvernos más creativos.
En el caso de la primera tarea, la creativa, ésta fue llevada a cabo sobre todo por el hemisferio derecho del cerebro.
Pero, según revelaron los escáneres, durante este proceso también se activó el hemisferio cerebral izquierdo, incluso más que en la segunda tarea, la no creativa.
Según los investigadores, estos resultados sugieren que el hemisferio cerebral izquierdo resulta clave para apoyar la creatividad de nuestro cerebro, algo que ya habían señalado estudios previos acerca de cómo el cerebro desarrolla la improvisación musical. Aziz-Zadeh añade que: “Necesitamos ambos hemisferios para el procesamiento creativo”.
La investigadora planea ahora explorar cómo diversas tipos de actividades creativas (la pintura, la actuación o la canción) son desarrollados por el cerebro, y qué tienen dichas actividades en común o en qué se diferencian, desde un punto de vista neuronal.
Cómo fomentar el pensamiento creativo
El estudio de Aziz-Zadeh y sus colaboradores ha coincidido en el tiempo con otra investigación que, aunque no describe cómo funciona la creatividad en nuestro cerebro, sí da algunas pistas sobre cómo fomentar que la materia gris se active creativamente.
Este segundo trabajo, llevado a cabo por Simone Ritter, una psicóloga de la Radboud University Nijmegen de los Países Bajos, ha revelado que para potenciar la creatividad basta con desarrollar las actividades más cotidianas, siguiendo un orden distinto.
Ritter y sus colaboradores han aportado evidencias en el Journal of Experimental Social Psychology de que eludir las costumbres más sencillas ayuda a las personas a romper sus propios patrones cognitivos y, por tanto, a pensar de manera más flexible y creativa. Según los científicos, una actitud tan sencilla como modificar nuestros hábitos resulta suficiente para volvernos más creativos.
Simone Ritter. Fuente: Radboud University Nijmegen.
Para alcanzar esta conclusión, Ritter y su equipo realizaron un
experimento en el que se pidió a estudiantes universitarios holandeses
que preparasen un bocadillo de desayuno muy popular en los Países Bajos.
A la mitad de los participantes se les dijo que preparasen el bocadillo de una manera convencional (poner una rebanada de pan en un plato, untarle mantequilla y echarle por encima trozos de chocolate).
Al resto se les pidió que lo hicieran siguiendo los pasos que aparecían en la pantalla de un ordenador: primero había que poner los trozos de chocolate en un plato, después untar con mantequilla una rodaja de pan y, finalmente, colocar el pan con la mantequilla hacia abajo en el plato, junto al chocolate.
Tras completar esta tarea, todos los estudiantes debieron realizar otras tareas “inusuales”, ideadas para medir su creatividad: se les concedieron dos minutos para que inventasen usos alternativos a un ladrillo y otros dos minutos para que concibiesen todas las respuesta que pudieran a la pregunta “¿Qué provoca sonido?”
Los resultados en estas tareas permitieron a los científicos medir la “flexibilidad cognitiva” de los estudiantes, una característica que refleja la capacidad para alternar entre categorías, para superar las fijaciones y para pensar creativamente.
De este modo, pudo constatarse que aquellas personas que habían preparado el desayuno clásico de forma alternativa presentaron una puntuación mayor en “flexibilidad cognitiva” que el resto de los participantes. Ritter y sus colaboradores deducen a partir de este hallazgo que la creatividad puede ser incrementada siguiendo fórmulas sorprendentemente simples.
A la mitad de los participantes se les dijo que preparasen el bocadillo de una manera convencional (poner una rebanada de pan en un plato, untarle mantequilla y echarle por encima trozos de chocolate).
Al resto se les pidió que lo hicieran siguiendo los pasos que aparecían en la pantalla de un ordenador: primero había que poner los trozos de chocolate en un plato, después untar con mantequilla una rodaja de pan y, finalmente, colocar el pan con la mantequilla hacia abajo en el plato, junto al chocolate.
Tras completar esta tarea, todos los estudiantes debieron realizar otras tareas “inusuales”, ideadas para medir su creatividad: se les concedieron dos minutos para que inventasen usos alternativos a un ladrillo y otros dos minutos para que concibiesen todas las respuesta que pudieran a la pregunta “¿Qué provoca sonido?”
Los resultados en estas tareas permitieron a los científicos medir la “flexibilidad cognitiva” de los estudiantes, una característica que refleja la capacidad para alternar entre categorías, para superar las fijaciones y para pensar creativamente.
De este modo, pudo constatarse que aquellas personas que habían preparado el desayuno clásico de forma alternativa presentaron una puntuación mayor en “flexibilidad cognitiva” que el resto de los participantes. Ritter y sus colaboradores deducen a partir de este hallazgo que la creatividad puede ser incrementada siguiendo fórmulas sorprendentemente simples.
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