GANAR O PERDER
LA IMPORTANCIA DEL MÉTODO Y DE LA ESTRATEGIA
Sin caer en un modelo simplista sobre análisis de la realidad, podemos considerar que existen factores en la personalidad y en los hábitos de las personas que son fundamentales. Presentarlos - como haremos en esta nota - representa un importante primer paso para observar cómo actuamos y respondemos ante las diferentes situaciones de la vida.
La segunda etapa es la educación de las destrezas. Si el hombre es un animal de costumbres ¿por qué no transformar sus defectos en virtudes mediante la incorporación activa de los principios de la inteligencia emocional? Para ello, no basta con informarse: lo que has heredado o recibido deberás adquirirlo para que sea tuyo. Según Pasteur el azar favorece solamente a las mentes preparadas para aprovecharlo.
En el análisis de un problema, el perdedor forma parte del conflicto mientras que el ganador está del lado de su solución.
Mientras que el perdedor busca un motivo para no hacer, el ganador tiene siempre un proyecto que lo entusiasma, que lo mueve a la acción y que forma parte de una estrategia personal más amplia. Es decir que el perdedor pone frenos y límites - "esto no me corresponde" - y el ganador pide hacerse cargo porque sabe que el que no hace no se equivoca pero tampoco aprende.
Ante las situaciones que se presentan el perdedor ve siempre amenazas. El ganador descubre oportunidades. En su interior, el perdedor observa sus debilidades y genera círculos viciosos. El ganador otorga prioridad a sus fortalezas y transforma sus defectos en virtudes ingresando en círculos virtuosos creadores de autoestima: el capital invisible y más valioso del hombre.
El perdedor vive las cosas como sucesos que le acontecen. El ganador genera cambios para que las cosas sucedan como él quiere que ocurran. Así, el perdedor va a la deriva mientras que el ganador se conoce sí mismo, sabe lo que quiere y esto le genera la energía necesaria para la acción positiva y eficaz.
El perdedor culpa a los demás de lo que le pasa. El ganador los respeta y comparte la frase de Confucio: "el hombre superior se acusa siempre a sí mismo, el inferior acusa a los demás".
El perdedor anticipa el fracaso por una versión negativa del futuro. El ganador lo ilumina con una idea y su deseo de concretarla.
Ante las dificultades, el perdedor se preocupa y hace sólo lo posible. El ganador se ocupa y hace todo necesario para superarlas aumentando continuamente su círculo de influencia.
El perdedor acepta pasivamente su destino, el ganador activamente lo inventa. El perdedor se complica analizando en exceso y termina paralizado por la duda y el miedo. El ganador simplifica y decide sobre lo complejo facilitando su resolución.
El perdedor nunca tiene tiempo, actúa como un bombero que siempre apaga incendios. El ganador se concentra en lo importante, en las tareas de alto rendimiento, sabe delegar y trabajar en equipo.
El perdedor se concentra en no perder. El ganador imagina el triunfo y visualiza las acciones necesarias para lograrlo. Se concentre en ganar.
El perdedor se debilita con los fracasos. El ganador aprende de ellos: el obstáculo, la adversidad, el error, el problema son para él motores para el cambio. Sabe que el río no genera energía en su transcurso sino cuando se concentra al ser detenido transitoriamente por el dique y es esa resistencia la que genera la energía que se desplazará luego con fuerza súbita en el momento oportuno.
* Dr. Horacio Krell, Director de ILVEM. Consultas ahoraciokrell@ilvem.com.ar.
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