Hay muchas ocasiones, sin llegar a la locura, en las que hay que plantearse que es posible que mi cerebro no me ayude en determinados aspectos. ¿De quién es esa voz que me desanima cada vez que se me ocurre una idea un poco arriesgada? Una voz que como saben los deportistas de élite aparece en los momentos más inoportunos y es capaz de desanimar a cualquiera. Es nuestro cerebro que se ha puesto a conspirar contra nosotros. A través de mensajes claros y contundentes nos anima a fracasar. “Te vas a caer”, “volverá a salir mal”. “No te la mereces”… Y al final logra que no acabes de creértelo y se cumpla la profecía que se auto cumple: te caes, fracasas o te dejan.
Conozco varias maneras de callar esa voz. La meditación es una de ellas. Centrándote en la respiración puedes enmudecerla o dejar de oírla que es algo parecido. Otra es pegar la lengua al paladar. Por lo visto el diálogo interno se traduce en micro movimientos de la lengua. Si la paras, se calla.
Conozco varias maneras de callar esa voz. La meditación es una de ellas. Centrándote en la respiración puedes enmudecerla o dejar de oírla que es algo parecido. Otra es pegar la lengua al paladar. Por lo visto el diálogo interno se traduce en micro movimientos de la lengua. Si la paras, se calla.
Cuando notemos que se nos disparan las advertencias internas cuidemos el mensaje y cambiemos las formas. Que nuestro cerebro no conspire contra nosotros.
Sergio Cardona Herero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario