miércoles, 24 de julio de 2013
El 25 de febrero de 1833 fueron trasladados contra su voluntad a Francia cuatro orientales de la nación charrúa
Vaimacá Perú, Senaqué, Tacuabé, y Guyunusa. El interés científico, si es que existió, duró muy poco y rápidamente los charrúas fueron cedidos por Francois de Curel, el responsable de su traslado forzoso a un circo para su exhibición. Es así que fueron tratados como si fueran animales, obligados a comer carne cruda y vivir en forma indigna, sometidos por la fuerza. Estos compatriotas, integrantes de un pueblo con activa participación en las guerras de la independencia, dentro del Ejército Artiguista y la Cruzada Libertadora, y para quienes la vida era concebida sólo en libertad y en su tierra, en la inmensa llanura o en la espesura del monte criollo, no tuvieron muchas alternativas para defender su dignidad. Abandonados a su suerte, sin nadie que se interesara por ellos, estos guerreros orientales de la Patria Vieja comenzaron su última batalla. Senaqué murió el 27 de julio de 1833, luego de cuatro días de agonía, el diagnóstico médico estableció fiebre de consumición .
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