domingo, 4 de agosto de 2013

Viendo con los oídos

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Hace poco leí unas historias muy conmovedoras: La primera es de un niño llamado Ben Underwood, quién perdió la vista a los 3 años de edad, debido a un cáncer. Este niño desarrolló un mecanismo para ubicarse en base a sonidos, de manera similar a lo que hacen los murciélagos. Ben (ya fallecido) emitía un sonido, una especie de chasquido de la lengua, y lograba ubicarse en base al eco que produce el sonido, una técnica llamada ecolocación. Cuando digo ubicarse, me refiero a que lograba hacer cosas maravillosas, como moverse por la casa sin bastón, andar en bicicleta, y hasta jugar al basketball.
Otra persona que usa la ecolocación es Daniel Kish, quien ha refinado la técnica (la llama FlashSonar), y ha entrenado la técnica a más de 500 chicos ciegos en todo el mundo.
Lo más increíble de la ecolocación es que, al analizar el cerebro durante la ecolocación (mediante una técnica llamada fMRI), se ve que el área del cerebro que se activa es la correspondiente a la visión, y no al oído. Es decir, el cerebro logra rutear las señales auditivas al centro de la visión y procesarlas casi como si vinieran de los ojos. Esa misma persona, cuando escucha cualquier otro sonido, lo procesa con el área del cerebro correspondiente a la audición. O sea, el cerebro es mucho más “plástico” de lo que pensábamos.
Aquí hay un video del caso de Ben Underwood:
http://www.youtube.com/watch?v=5yM3lw1Ijrs
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