sábado, 26 de octubre de 2013

Si quieres ser feliz, descubre tu propósito en la vida

http://jai.com.uy/?Q=articulo&ID=5886 
Estoy muy seguro de que nada de esto habría sucedido si no me hubiesen despedido de Apple. Fue una amarga medicina, pero creo que el paciente la necesitaba. En ocasiones la vida te golpea con un ladrillo en la cabeza. No pierdan la fe. Estoy convencido que lo único que me permitió seguir fue que yo amaba lo que hacía. Tienen que encontrar eso que aman. Y eso es tan válido para su trabajo como para sus amores. Su trabajo va a llenar gran parte de sus vidas y la única manera de sentirse realmente satisfecho es hacer aquello que creen es un gran trabajo. Y la única forma de hacer un gran trabajo es amando lo que hacen.
STEVE JOBS
No es novedad que el amor es el gran motor de nuestras vidas. Funciona como un imán que nos guía consciente o inconscientemente en cada decisión que tomamos y en definitiva es lo que como seres vivos y conscientes buscamos para satisfacer nuestro corazón. El amor es el valor que está por detrás del verdadero sentido de nuestras vidas y se manifiesta en el propósito que cada uno trae.
El verdadero propósito de nuestra vida no lo podemos crear ni construir, sino más bien “descubrir”. Cuando esto sucede, cuando conocemos nuestro propósito, toda nuestra energía y las acciones que realizamos cada día, tienen una dirección clara que está alineada a satisfacer eso que tanto amamos. Así, tomar decisiones se vuelve una tarea sencilla, ya que sabemos lo que queremos y adónde queremos llegar. 
A su vez, nuestro propósito necesita de recursos internos para sostenerse y estos son nuestros valores. El amor, la paz, la felicidad, el equilibrio, la sabiduría, la libertad, funcionan como esos pilares emocionales que nos ayudará a avanzar seguros, pero el propósito también necesita de una dirección clara, un lugar hacia donde podamos dirigir nuestra energía y acciones para cumplirlo. Ese lugar es nuestra visión, donde viven nuestros sueños futuros. 
Claro que todo camino tiene obstáculos y este no es la excepción. Pueden ser externos, como barreras geográficas, falta de tiempo, ausencia de prioridades, dificultades físicas, conflictos de relación, pero las barreras más profundas son internas y personales: ego, arrogancia, ira, pereza, apego, intolerancia, impaciencia.
Profundicemos un poco más…
Todo lo que vemos tiene algún propósito, es la razón por la cual existe o para aquello que fue hecho. Por ejemplo: un avión es para volar, un lápiz para escribir, la luz es para iluminar y así. Como seres humanos también venimos con un propósito que nos define, que nos hace únicos y como dijimos anteriormente tenemos que descubrirlo. Para esto podríamos hacernos la siguiente pregunta; ¿yo, para qué estoy hecho? 
Lograr un título, instalar un negocio, ganar una carrera, recibirnos en la universidad, criar a nuestros hijos, casarnos, no es a lo que me refiero cuando hablo de propósito. Esos son objetivos a cumplir y pueden ir cambiando a medida que los cumplimos o que crecemos, o a medida que nuestras necesidades cambian.Pero existe algo más grande que le da sentido a nuestra existencia, algo que nos trasciende y está más allá de nosotros mismos y nuestras necesidades personales. Está conectado con nuestra capacidad de servir y contribuir con los demás, es como el ADN de nuestras vidas. 
En una conferencia que presencié hace algunos años, el expositor le preguntó al público:
–¿Cuál es el propósito de una abeja?
Alguien del público levantó su mano y respondió:
–Recoger néctar de las flores. 
El le volvió a preguntar: 
–¿Y para qué? 
–Para llevarlo al panal y hacer miel.
–Esto mismo –dijo El– sucede en las empresas. Nos perdemos en los objetivos y no nos enfocamos en el propósito. –Y continuó diciendo:–¬ Si tuviéramos claro que nuestro éxito no es para cumplir objetivos, sino para lograr nuestro propósito, tendríamos éxito.
Luego preguntó al público: 
–¿Y ustedes están detrás del néctar o de la miel? 

Diseñar nuestro propósito
Una vez que conocemos nuestros valores, sabemos cuál es nuestra visión y reconocemos nuestros obstáculos, es de gran ayuda poder enunciar nuestro propósito en una frase que nos quede escrita y nos sirva para recordarla cada vez que perdemos el rumbo u olvidamos nuestro enfoque en la vida. Comencemos por encontrar un verbo (por ejemplo, ayudar, inspirar, vivir, contribuir…), un a través de (por ejemplo, valores, talentos) y un para quien (por ejemplo, las personas, la comunidad, el mundo). 
He aquí algunos ejemplos de propósito:
Mi propósito es ayudar a las personas a través de mis conocimientos sobre la música, a que crezcan, se desarrollen y puedan disfrutar y vivir de su arte (Marcelo, un participante de uno de mis talleres de liderazgo).
Humildemente me esforzaré en amar, en decir la verdad, en ser honesto y puro, en no tener nada que no sea necesario, en estar siempre atento a lo que como y bebo, en no vivir con miedo, en respetar las creencias de los demás, en querer siempre lo mejor para todos y ser un buen hermano… para todos mis hermanos (Mahatma Gandhi).
No importa si el propósito pertenece a una personalidad conocida mundialmente como Gandhi o a un simple trabajador desconocido. Es la forma que cada uno tiene para poder enunciar sus sueños. Es la verdadera razón de nuestra existencia, desde lo que mejor sabemos hacer y desde lo que podemos dar. 
Entonces, ahora te invito a que pruebes enunciar el tuyo aquí:
Mi propósito es……………………………………………………………………………..
Silvio Raij

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