¿Cuántos estamos dispuestos a aceptar errores, analizar las causas, trabajar en su corrección, ensayo y error, nuevamente intentarlo y así, poco a poco mejorar?
Después que hemos revisando las creencias- los lentes a través de cómo veo mis ideas, conductas y relaciones con los demás- que son las que guían y orientan nuestras acciones.
¿Cuántos hemos, en sentido literal: desmontado el cerro, limpiado el terreno, abonado el campo, arado la tierra, sembrado la semilla, cercado el huerto, regado la planta y cosechado el fruto? En ese orden!
En muchos casos esto se hace solo cuando una verdadera necesidad, y no como hábito y entrenamiento desde los primeros años de vida. Y realmente hay que aprender a desmontar(sentir que puedo valerme por mí mismo)
- abonar el campo (prepararme para enfrentar con mejores recursos)
- arar la tierra (abrir la mente para disponerla al aprendizaje)
- sembrar, sembrar, sembrar (largo plazo, al que no estamos acostumbrados),el cortoplacismo limita el esfuerzo, la paciencia y la consistencia.
- cercar el huerto (no queremos que entren aguas malas, para estar cubierto de influencias nefastas)
- regar la planta (con paciencia, orden y todos los días, es decir, constancia!)
- y cosechado el fruto (sentir que he obtenido lo único que me ha permitido llegar a él: iniciativa)
Roberto Matosas, Competir con la Mente
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