Pero puedes ajustar las velas. De las 24 horas del día 8 las dedicas a trabajar. Mientras saludas, discutes, conversas y organizas tareas, sólo te quedan 5 horas útiles. Administrar tu tiempo implica tener objetivos claros y disciplina. Debes saber lo que quieres y cómo lo conseguirás. El fin justifica los medios ¿pero qué medios usarás? Para Séneca no tendrás vientos favorables si no sabes a dónde quieres llegar.
El medio fundamental es tu cerebro. La disciplina requiere concentración y ella proviene de estar convencido de que lo vas a hacer. Una vez que estés mentalizado podrás usar técnicas de administración del tiempo.
La receta: GTD, del inglés «Getting Things Done» (hacer las cosas), la propuso David Allen enOrganízate con eficacia. Su principio es vaciar las tareas de tu mente en un contenedor que registre las tareas necesarias. A partir de aquí debes organizarlas, medir el tiempo y los recursos que precisas y las acciones que harán falta.
Arma la lista una vez por semana y revísala una vez al día, delegando las tareas que lo requieran. Si simplificas la organización evitarás saturarte con muchas tareas abiertas. Separa una tarea grande en bloques y empieza en la mañana con las más tediosas ya que a esa hora estarás más fresco y decidido.
La técnica Pomodoro facilita procesar tareas en bloques de 25 minutos y hacer una pausa de 5 minutos entre cada una. Esta pausa te ayudará a relajar la mente lo suficiente como para empezar descansado con la siguiente.
Ajusta las velas. Las 24 horas no las puedes estirar, pero puedes cambiar tus hábitos. Pareto descubrió que el 20% de los factores, en cualquier situación, crean el 80% de los resultados. Descubrirlos te hace ganar tiempo.
El dilema de la productividad entre dos hacheros se resuelve advirtiendo la causa. Uno afiliaba su hacha. Tu hacha es el cerebro y debes afilar tus destrezas de percepción, análisis, selección, ejecución, memoria, comunicación, creación, innovación y control. Productividad es elegir lo mejor y hacerlo en menos tiempo.
Hay un tema en el que todos piensan, pero que nadie asume. El innombrable se llama ajuste. Todos saben que es inevitable pero no quieren cargar con su costo y procuran alejarse como si fuera una enfermedad contagiosa.
Hay dos modos de liberarte: que lo aceptes de buena gana y que eso te permita absorber el costo o una consistencia moral tan fuerte que te darás el lujo de ignorar su costo por el bien que te produce.
El dilema es más agudo cuando fue tu propia gestión la que agravó el conflicto. Lo mejor es hacer un plan de ajuste en lugar de seguir haciendo lo mismo que lo provocó. Es ingenuo preguntarte si lo harás. Lo probable es que, por temor a los efectos inmediatos, eludas elevar la mirada para enfrentar el vigoroso desafío.
Los que no han podido cometer tus grandes errores es porque, de haberlos cometido, habrían perecido. Y por eso, justamente, no los cometieron. Los que tienen mayores recursos suelen ser los que están en crisis. La abundancia es una maldición disfrazada de bendición que les hace olvidar que la clave reside en el esfuerzo. La ausencia de desafíos te llevó a no tener de qué inquietarte. La ausencia de desafíos inminentes puede convertirse en un mal poderoso y sutil.. Hay un enemigo oculto. Eres tú mismo.
John Kennedy escribió Perfiles de coraje con la historia de los presidentes que supieron navegar contra la corriente en horas de crisis. Era un gran lector y utilizaba el Speed Reading, el método de lectura veloz.
El ajuste de la capacidad de lectura. Eddie Abramovich es un politólogo que escribió sobre la lectura veloz.
La lectura veloz se inventó durante la Primera Guerra Mundial para reconocer en el aire a los aviones enemigos en décimas de segundos. Se entrenaban mirando fotos de los escudos, siglas y formatos de los aviones. No está mal que los agentes de tránsito – por ejemplo – manejen una técnica así para captar rápidamente los datos de la patente de un vehículo en fuga tras haber violado una luz roja. O en situaciones parecidas de captura de información breve. En cualquier caso, la lectura veloz es un recurso extremo para obtener con el ojo un mínimo de datos, con los que se creará un registro o se tomará una decisión inmediata.
Bueno, era así, hasta que algunos mercenarios inescrupulosos, por los ’60, la propusieron como método para leer y memorizar rápidamente textos de estudio y obras literarias. Un atentado a la inteligencia que obtuvo la adhesión de decenas de millones de perezosos que, hasta entonces, tampoco leían a velocidad normal. Sé que hoy hay cosas mucho más importantes y urgentes sobre las cuales discutir, pero como yo no soy muy ducho en asuntos urgentes ni tengo entrenamiento en lectura veloz para detectar las importantes, digo que:
1. Para escanear están las máquinas, no hacen falta ojos ni cerebros.2. Nada escaneado con los ojos se aprende ni se recuerda, ni mucho menos se disfruta. 3. Nada que no se disfrute en el aprendizaje se consolida como conocimiento. Lo escaneado es bulimia informativa, se vomita sin llegar a digerirse. No nutre. 4. Todos los economistas o especialistas de otras “ciencias lúgubres” de la modernidad tardía, que estudiaron aplicando el método de lectura rápida, no hicieron dinero con su ciencia sino como lobbystas para fondos buitres u otras aves rapaces de distintos géneros. Por eso, en general, sus vínculos carnales ocurren con señoras que estudiaron baile o modelaje aplicando el método de lectura rápida. Cuando estas mezclas peligrosas para la salud llegan a su cénit, aparecen las políticas de “relaciones carnales”, las que – en una amarga paradoja – fueron enunciadas por “cuadros” de una indudable solidez formativa (Casi siempre, los que contratan a los soldaditos de lectura rápida y opinión farandulera son señores que han leído mucho y a ritmo normal, o sea, el hecho de que todos los lectores veloces sean comúnmente gente mala o tonta no implica que todos los lectores sólidos sean buena gente, capisce?). 5. En las redes todo ocurre o parece ocurrir rápidamente. Esto DE NINGUNA MANERA determina que la lectura de lo que aquí se escribe tenga que ser veloz.Tenga en cuenta que, en las guerra actuales, la lecturas rápidas las hacen robots montados en drones, y que los coroneles no leen poesía, novela ni cuento. Y los pocos que leen lo hacen pausadamente, con un vaso de whisky en la mano, mientras usted y yo discutimos por pelotudeces porque nos leemos en diagonal.(esto fue escrito usando el método ILVEM de sarasa automática)Esto le contestó Héctor Arber, el director del Ilvem de México.
La lectura veloz se inventó durante la Primera Guerra Mundial para reconocer en el aire a los aviones enemigos en décimas de segundos. Se entrenaban mirando fotos de los escudos, siglas y formatos de los aviones. No está mal que los agentes de tránsito – por ejemplo – manejen una técnica así para captar rápidamente los datos de la patente de un vehículo en fuga tras haber violado una luz roja. O en situaciones parecidas de captura de información breve. En cualquier caso, la lectura veloz es un recurso extremo para obtener con el ojo un mínimo de datos, con los que se creará un registro o se tomará una decisión inmediata.
Bueno, era así, hasta que algunos mercenarios inescrupulosos, por los ’60, la propusieron como método para leer y memorizar rápidamente textos de estudio y obras literarias. Un atentado a la inteligencia que obtuvo la adhesión de decenas de millones de perezosos que, hasta entonces, tampoco leían a velocidad normal. Sé que hoy hay cosas mucho más importantes y urgentes sobre las cuales discutir, pero como yo no soy muy ducho en asuntos urgentes ni tengo entrenamiento en lectura veloz para detectar las importantes, digo que:
1. Para escanear están las máquinas, no hacen falta ojos ni cerebros.2. Nada escaneado con los ojos se aprende ni se recuerda, ni mucho menos se disfruta. 3. Nada que no se disfrute en el aprendizaje se consolida como conocimiento. Lo escaneado es bulimia informativa, se vomita sin llegar a digerirse. No nutre. 4. Todos los economistas o especialistas de otras “ciencias lúgubres” de la modernidad tardía, que estudiaron aplicando el método de lectura rápida, no hicieron dinero con su ciencia sino como lobbystas para fondos buitres u otras aves rapaces de distintos géneros. Por eso, en general, sus vínculos carnales ocurren con señoras que estudiaron baile o modelaje aplicando el método de lectura rápida. Cuando estas mezclas peligrosas para la salud llegan a su cénit, aparecen las políticas de “relaciones carnales”, las que – en una amarga paradoja – fueron enunciadas por “cuadros” de una indudable solidez formativa (Casi siempre, los que contratan a los soldaditos de lectura rápida y opinión farandulera son señores que han leído mucho y a ritmo normal, o sea, el hecho de que todos los lectores veloces sean comúnmente gente mala o tonta no implica que todos los lectores sólidos sean buena gente, capisce?). 5. En las redes todo ocurre o parece ocurrir rápidamente. Esto DE NINGUNA MANERA determina que la lectura de lo que aquí se escribe tenga que ser veloz.Tenga en cuenta que, en las guerra actuales, la lecturas rápidas las hacen robots montados en drones, y que los coroneles no leen poesía, novela ni cuento. Y los pocos que leen lo hacen pausadamente, con un vaso de whisky en la mano, mientras usted y yo discutimos por pelotudeces porque nos leemos en diagonal.(esto fue escrito usando el método ILVEM de sarasa automática)Esto le contestó Héctor Arber, el director del Ilvem de México.
Será interesante preguntarles a los académicos de la lengua española que nos aclaren la diferencia entre papanatas y paparulo. Me animo a establecer una tenue distinción: Papanatas sería el caso del que habla sin saber y paparulo el que sabe, o cree saber, se informa viendo a Los Simpsons y lamentablemente opina. Cuando se quiere denostar alguna destreza tan incorporada a la vida cotidiana como las habilidades lectoras hay que informarse para no entrar en ninguna de las categorías antes mencionadas. Para no abrir discusiones inútiles, vale la pena destacar: La velocidad de lectura no es un parámetro regular y constante. Depende de varios factores, a saber: conocimiento previo del tema, riqueza de vocabulario, frecuencia lectora, etc. Querer disfrutar una lectura, un poema, poesía u otro género, y leer a alta velocidad es carencia de criterio lector. Seguramente los papanatas y los paparulos lo intentan a diario y les provoca una profunda frustración.
Escanear, leer en diagonal, y tonterías afines forma parte de publicidades fantasiosas.
Lectura Veloz es un término mercadológico que intenta entrenar al alumno en estrategias de lectura, saber administrar el ritmo lector al grado de dificultad del texto. Hoy en día miles de personas que utilizan estrategias lectoras adecuadas zafaron de las categorías papanatas y paparulos. Si un papanatas y/o paparulo posee un automóvil que puede alcanzar altísimas velocidades, eso no lo habilita a circular a 200 kms. por hora en las calles de su barrio. Debe saber previamente que la velocidad debe administrarla. Esto simplifica el razonamiento que significa tener estrategias lectoras. Se habrá entendido esta analogía tan simple? No creo. Héctor Arber
El autor de esta nota incorpora aquí los fundamentos de la técnica de lectura veloz.
Vivimos en la cultura de la imagen y muchos consideran que lo audiovisual supera al escrito. Los taquígrafos saben, por experiencia propia, que la ventaja de lo escrito reside en el tiempo y en la facilidad de búsqueda.
Un juicio oral tiene una larga duración y puede filmarse o registrarse en formato de texto. Si un abogado quisiera repasar algún aspecto puntual, tendría dos opciones: observar la filmación o leer la transcripción.
Sin duda le convendrá leer, porque la demora dependerá de su destreza personal de la lectura, y no de la duración de la reunión, con sus tiempos muertos, personas que hablan lento, etc.; aspectos sobre los cuales no puede ejercer control. A su vez podrá saltear partes y enfocar lo que le interesa, a través del buscador que utilice. Ver un programa por televisión o escucharlo por radio es como viajar en avión. Una vez que se sube ya no se podrá bajar. En cambio leer es cómo manejar un auto, en cualquier momento se puede detener la marcha para reflexionar.
Un poco de historia. Hace millones de años nos pusimos de pie, las manos transfirieron a las piernas la locomoción y nos alejamos de la tierra. La boca dejó de tomar el alimento, el cerebro se aplanó, la vista fue la ventana del intelecto y las manos sus órganos ejecutivos. Hace miles de años tallamos el alfabeto en el cerebro logrando una capacidad de comunicación que ninguna otra especie pudo igualar. En 1455 Gutemberg expandió ese poder con la invención de la imprenta. Con el libro nacieron el periodismo, las naciones y la democracia.
La capacidad de lectura representa el 20% valioso en la ley 80/20. Si haces palanca allí se potencian los recursos intelectuales y se aprovecha mejor el esfuerzo realizado. La lectoescritura fue la primera tecnología creada por el hombre y sigue siendo indispensable para acceder a las tecnologías modernas de última generación.
Pocos lo saben. Si te preguntan cuál es tu velocidad de lectura, es probable que no lo sepas. Hay una legión lectores que saben cuándo empiezan a leer un libro pero no cuándo lo terminarán. Si lo supieran podrían generar un pensamiento estratégico para alcanzar los objetivos de lectura en tiempo y forma. El primer paso consiste en saber cuántas páginas tiene el libro a leer. Es una simple fórmula: Multiplica la cantidad promedio de palabras por renglón por la cantidad promedio de renglones por página. Multiplica el resultado obtenido por la cantidad de páginas del texto. Así obtendrás la cantidad aproximada de palabras que el libro posee. El segundo paso es conocer tu capacidad de lectura. Hacé click enhttp://www.ilvem.com.ar/img/demostenesweb.swf y realiza el test que allí se ofrece. Cuando termines conocerás tu velocidad y su comprensión. El tercer paso es dividir la cantidad de palabras del texto por las palabras comprendidas por minuto en el test, y obtener el tiempo que tardará en leer el texto completo. Con este dato podrás regular la dedicación diaria para llegar a tiempo al examen. Ese libro y los demás libros ya no serán una preocupación ni se amontonarán en su biblioteca para nunca ser leídos. Serás un lector estratégico pero no todavía en un lector veloz. Con un curso de lectura rápida podrás triplicar como mínimo tu rendimiento. Para observar las diferencias entre un lector rápido y un lector lento haga click en
http://www.ilvem.com.ar/shop/otraspaginas.asp?pagina=286
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Hacé el ajuste. A continuación describiremos el procesamiento de la lectura en un lector lento.
FONACIÓN. La información pasa de la vista al habla (articulación oral consciente o inconsciente). Implica tiempo desperdiciado por los habituales vicios de vocalización y subvocalización.
AUDICIÓN. La siguiente etapa que recorre la información: del habla al oído (sonorización introauditiva, generalmente inconsciente). Es otro paso innecesario que frena la velocidad de la lectura.
CEREBRACIÓN. Oído-cerebro: integración de los elementos que van llegando separados. Tardía culminación del proceso comprensivo en el modo de lectura común lenta.
LECTURA VELOZ
CAPTACIÓN DINÁMICA Y LECTURA MENTAL DIRECTA. Visualización global –varias palabras o frases enteras- y su integración cerebral totalizadora –sin solución de continuidad- que permiten mayor concentración y una lectura más rápida y comprensiva. A través de ejercicios visuales y mentales, se modifican o eliminan los pasos retardatorios de las etapas – A B C D- , y se logra el acceso al modelo directo A que permite leer y comprender en un proceso único. La intermediación de las funciones vocales y auditivas demanda un exceso de coordinación al cerebro, que incrementa las distracciones y crea la barrera del sonido ya que no se puede hablar o escuchar a más de 100 palabras por minuto. Mantener el bajo rendimiento de la lectura lenta es inconcebible en esta época caracterizada por el crecimiento exponencial de la información y la escasez de tiempo. En un período de tres meses se puede dominar el estilo de lectura mental directa (vista-cerebro) que incidirá notablemente en la mejora de sus destrezas lectoras.
El campo visual en la lectura. La técnica convencional obliga al cerebro a coordinar excesivas pausas y detenciones porque se lee de manera parecida a cómo se escucha. Al interpretar la palabra escrita por la audición de sus letras o sílabas, recién se comprende su sentido al terminar de leerla. Es una lectura tubular, porque enfoca el texto como si se pretendiera mirar el mundo por un tubo: “no se comprendería nada”.
Hay diferencias entre el campo central más reducido y nítido y el periférico más amplio pero difuso.Se ha comprobado que se disminuye la amplitud de la visión ante un material sin sentido.
Ejercicio: Fija la vista en el rectángulo superior e intenta leer la mayor cantidad de letras:
M R L D O R W Q M O K T E T Y Z
Ahora pruebe intentando leer las palabras: ESTUDIO CARA MODA LEYES
Y luego con esta frase: LA GUERRA DEL GOLFO
Observa como el mayor sentido que produce la frase amplifica tu campo visual.
Ajusta tu cerebro. No se lee sólo con los ojos, Ante una frase cortada como la siguiente; “el día estaba nu-
blado”, el resto se puede completar con información visual en el siguiente renglón, o bien por anticipación, conociendo la sintaxis que limita la elección, o por la semántica que aporta el significado probable. La lectura es predecible porque el lenguaje también lo es.
El proceso de la lectura implica crear hipótesis previas sobre lo que vendrá y comprender es comprobar esa predicción. El aprendizaje es el cambio que se produce en la memoria cuando se incorpora lo nuevo. Para que el cerebro sea el director del aprendizaje, descubrir el método para observar creativamente el texto y el contexto, abre la mente hacia un nivel de comprensión superior. El método de lectura veloz es el propulsor del aprendizaje de segunda mano, concordante con el consejo de Newton: “No soy un genio, estoy parado sobre la espalda de gigantes”. Subrayando la importancia de la lectura, Borges afirmó “somos lo que somos por lo que leemos”.
Ajusta la concentración. La lectura lenta ocupa sólo el 10 % de la capacidad cerebral. La parte inactiva actúa por su cuenta, desviando la atención. Los distractores son ladrones de tiempo que invaden con ideas parásitas y obligan a retroceder buscando el lugar donde se perdió. Los distractores pueden ser externos (ruidos, teléfono, etc.) o internos (divagues, recuerdos). Pero los distractores externos son internos disfrazados.
La mente es por naturaleza vagabunda y salta de una idea a otra cada 12 segundos. Por lo tanto, en una hora se producen alrededor de trescientas dispersiones. El que lee lentamente se asemeja al conductor que maneja un auto muy despacio: puede cometer un error ya que divide su atención entre numerosos estímulos. Quien maneja rápido no puede distraerse ni un segundo: su mente se dirige 100% a manejar. Los accidentes de tránsito, por fallas en la concentración, son la causa mayor de muertes en las rutas. Para el estudiante, son fuente del estrés y torpe administración del tiempo. Si al perseguir un objetivo la mente va en otra dirección, el esfuerzo y el cansancio crecen y se pierde energía. Se destina tiempo a lo que se podría realizar en minutos. En lugar de manejar a la mente, la mente te gobierna y te limita. Cuando se usa el 100% de la capacidad la distracción disminuye. El que se ocupa aumenta su campo de influencia y control, mientras que la preocupación distrae.
La capacidad de lectura que se obtiene al eliminar intermediarios onerosos (la repetición labial, la escucha mental de las palabras, etc.), permite un pasaje directo del ojo al cerebro y contribuye a eliminar los factores de distracción. Cuando se usa la fuerza de voluntad para dominar a la mente, lo que se intenta reprimir, el obstáculo, aparece como atracción fatal y provoca una fijación en ideas parásitas. A diferencia, la concentración perfecta, armoniza la intención y la acción, en un estado de flujo donde el logro se alcanza sin esfuerzo. Al educar a la mente, la concentración hace la diferencia.
Analfabetismo funcional. Es una enfermedad de los que saben leer pero que no leen por falta de tiempo. Su origen es el estancamiento del sistema educativo. En la edad de los principios debemos cambiar los PRINCIPIOS.
Las empresas tienen la posibilidad de cambiar el destino de la gente, cambiando sus hábitos. Al menos el 30% del tiempo de trabajo se dedica a la lectura. El costo de tener personal no entrenado rebaja la productividad.
Las neurociencias muestran que el cerebro es neuroplástico y puede modificarse con la tarea que realiza. Cuando Einstein donó su cerebro a la humanidad los científicos no encontraron diferencias significativas con el cerebro común. La principal diferencia no estaba en al hardware sino en el software con el que lo hacía funcionar.
La PNL (programación neuro-lingüística) usa técnicas para modelar la excelencia. Partiendo de la situación actual y comparándose con el modelo (mediante una técnica denominada benchmarking) el cerebro empieza a desarrollar el empowerment (su poder interior). Un hombre puede crecer como crece la lechuga, pero sin desarrollarse. En era de la información, muchos leen como cuando eran niños. La importancia de la primera edad en la formación de los hábitos es primordial. Nosotros creamos el hábito y luego el hábito nos crea. La materia prima del cerebro es la materia gris y sólo se desarrolla con una educación de excelencia. Educar es la industria pesada de un país, ya que fabrica ciudadanos. Hagamos el ajuste o la realidad ajustará.
*El doctor Horacio Krell es el CEO Ilvem. Mail horaciokrell@ilvem.com
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