Me gustó y me hizo pensar escuchar a Steve Blank en ESADE (Barcelona) esta semana pasada. Su reivindicación del emprendimiento como arte y su contundencia al afirmar “Entrepreneurship is not a job, is a culture” me gustaron. Hace tiempo escribí que innovar es una forma de estar de las personas en las empresas y de las empresas en la sociedad. Pienso que con el emprendimiento sucede algo similar. Emprender es una forma de ser ( de enfrentar el propio despliegue profesional) y una forma de estar ( de relacionarte con la sociedad a través de crear clientes en espacios que no existían).
Por otro lado, me pareció muy interesante y para reflexionar, un post aparecido en www.sintetia.com de Roberto Espinosa sobre las patologías de la actual fiebre de emprendimiento “ ¿Inviertes en picht o en clientes?” http://www.sintetia.com/inviertes-en-pitch-o-en-clientes-los-peligros-de-la-burbuja-emprendedora/
Vivimos una burbuja de emprendimiento, la he visto en bastantes países. Se dedican muchos recursos ( muy a menudo públicos) para promocionar incubadoras, aceleradoras y sesiones para inversores que están faltos de proyectos realmente diferenciales y preñados de oportunidad. Los resultados en términos de creación de empleo y de generación de riqueza de muchas de estas iniciativas constituyen un fracaso total. En muchas ocasiones, se juntan proyectos de bajo potencial con “coachers” que todo lo que saben de empresas lo han leído, son gente que asesora sobre el riesgo sin haber puesto nunca un centavo de su bolsillo. Y ante ello, ¿ que hay que hacer? ¿Dimitir del emprendimiento? Intuyo que hay que hacer tres cosas.
La primera. Entender que Silicon Valley no se montó en una década. Es decir, que una base de pirámide emprendedora realmente potente no se improvisa, ni se crea en un cinco años. Por tanto, el problema no es tanto de incubadoras si no de base de pirámide, de cultura de un territorio, de la madurez de los players del ecosistema de innovación. El emprendimiento como motor económico requiere de una masa crítica de talento emprendedor mínima.
La segunda. Hay que focalizarnos más en hacer crecer empresas que simplemente en hacerlas nacer. Es obvio que las aceleradoras si proveen de experiencias de calidad ( y aquí el tener coachers que sean inspiradores y lo hayan vivido me parece diferencial) y un buen networking para acceder a los decisores clave y facilitar el crecimiento pueden ser un buen instrumento. Pero ello conlleva revisar muchas de las experiencias que hasta ahora han sido un fracaso clamoroso cubierto con la buena voluntad que se supone a todo lo emprendedor. Además, ejemplos como el de Blank y todo lo que ha supuesto del Lean Start Up como necesidad de tocar cliente rápido, de desmitificar el valor del business plan y de saber pivotar al chocar contra la realidad, nos orientan mucho a la hora de evitar nuevos errores.
Tercera y última. No olvidarnos del emprendimiento corporativo. Si como dice Blank emprender es una cultura, esta cultura puede y debe desplegarse en las empresas innovadoras ya consolidadas. El emprendimiento corporativo es enormemente interesante y de alto potencial, sus enemigos son distintos: la inercia, los anticuerpos internos, los éxitos del pasado que bloquean la mente….. No todo el emprendimiento está reservado para jóvenes de menos de 25 años. (ahora estoy disfrutando una barbaridad colaborando con un proyecto de un par de emprendedores sénior de más de 60 a los que nadie gana en ilusión y atrevimiento).
Hemos sido más rápidos en poner incubadoras y aceleradoras en cada esquina que en crear una verdadera cultura emprendedora, simplemente porque es más fácil. Pero el reto real es expandir la cultura del emprendimiento y conseguir un salto de competitividad de un territorio o de un sector con todo ello. Las incubadoras y las aceleradoras no deberían ser un obstáculo, deberían ser una palanca orientada a resultados. Hay que perseverar y aprovechar los buenos ejemplos que tengamos, cuanto más cercanos mejor.
En muchos países el emprendimiento es demasiado storytelling subvencionado y poco storydoing de impacto.
( La imagen pertenece a una obra de Pinturicchio )
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