Con este título tan provocativo presentaremos en el Congreso EDO una reflexión sobre lo que creemos han sido (y están siendo)las aportaciones de las comunidades de prácticas en estos últimos años a las organizaciones.
La comunicación se sitúa en uno de los dos simposios que se dedican a las comunidades de práctica. El primero de ellos, al que llamamos el Legado de las Cops, compartiremos espacio con José Antonio Latorre y Dani Gimenez, que junto con la del programa Compartim, son las experiencias más exitosas en las AAPP. El otro simposio lo desarrolla el equipo Edo y se centra más en el ámbito educativo y en metodologías de puesta en marcha y sostenibilidad de ellas. Con lo cual, nos complementamos.
Como alguno de vosotros, lectores, no podréis asistir al Congreso -y el libro aún tardará un poco en estar disponible-, os avanzo cinco aportaciones.
1- Las comunidades de práctica como la Killer App de la gestión del conocimiento.Se suelen señalar los años 90 como el gran periodo de inversión tecnológica por parte de las organizaciones para dotarse de grandes plataformas tecnológicas que hicieran realidad el sueño de crear y compartir conocimiento. Todo resultó, como sabemos, un gran fiasco. Aprendimos, entonces, que la tecnología nunca es lo primero. Pero fueron las comunidades de práctica, a partir de 2005, con el boom del 2.0. las que aportaron todo aquello que las plataformas tecnológicas les faltaba: comunicación natural y amigable entre iguales y compartición de conocimiento. Pasada una década, hoy es ya preponderante en todas las organizaciones disponer de estas agrupaciones o similares.
2- Enfoque en la eficiencia y alineamiento con el negocio. La adopción masiva de las comunidades de práctica por parte de las organizaciones supuso un paso evolutivo en éstas: pasar de la compartición de conocimientos (sin foco definido, en ocasiones) a focalizarlas en la resolución de problemas. Hoy se entienden mal las CoPs si no están ligadas algún aspecto del negocio en el que el conocimiento compartido pueda mejorarlo.
3- Versatilidad y flexibilidad de las agrupaciones. Como sabemos, no todo son comunidades de práctica estrictas. La adopción, como decíamos, por parte de la organización de estas agrupaciones colaborativas deriva en formatos diferentes. Desde CoPs ortodoxas a grupos de trabajo, de innovación, de mejora, redes corporativas,etc. El universo de posibilidades en base a la colaboración se diversifica.
3- Revitalización de los Centros de Formación. Desde que los usuarios -y la población en general- se apropian de la tecnología y de los medios digitales, el papel de los centros de formación como intermediarios (aquí podemos también poner a centros educativos y universidades) entra en crisis. El monopolio de los contenidos se diluye y el conocimiento está en todas partes. Por ello, la formación continua debe reinventarse y, también , como consecuencia, los centros formativos. Las comunidades de práctica, con esa vocación tan pegada al aprendizaje haciendo y a los aprendizajes significativos y experienciales, han sido para los centros su gran revitalizante.
4- Organizaciones menos burocráticas y más participativas. Es una consecuencia derivada, y no menor. Permitir la participación, en plano de igualdad, de los diferentes profesionales, en la organización en base al conocimiento, tiene un efecto aplanador importante.
5- Espacio y oxígeno para los innovadores. Antes de la crisis el mercado laboral era abierto y dinámico y este este tipo de persona más inquietas probaban suerte fuera. Ahora es más difícil. Con lo cual, la alternativa que les queda es ser intraemprendedores. Las CoPs es su territorio natural.
La comunicación se sitúa en uno de los dos simposios que se dedican a las comunidades de práctica. El primero de ellos, al que llamamos el Legado de las Cops, compartiremos espacio con José Antonio Latorre y Dani Gimenez, que junto con la del programa Compartim, son las experiencias más exitosas en las AAPP. El otro simposio lo desarrolla el equipo Edo y se centra más en el ámbito educativo y en metodologías de puesta en marcha y sostenibilidad de ellas. Con lo cual, nos complementamos.
Como alguno de vosotros, lectores, no podréis asistir al Congreso -y el libro aún tardará un poco en estar disponible-, os avanzo cinco aportaciones.
1- Las comunidades de práctica como la Killer App de la gestión del conocimiento.Se suelen señalar los años 90 como el gran periodo de inversión tecnológica por parte de las organizaciones para dotarse de grandes plataformas tecnológicas que hicieran realidad el sueño de crear y compartir conocimiento. Todo resultó, como sabemos, un gran fiasco. Aprendimos, entonces, que la tecnología nunca es lo primero. Pero fueron las comunidades de práctica, a partir de 2005, con el boom del 2.0. las que aportaron todo aquello que las plataformas tecnológicas les faltaba: comunicación natural y amigable entre iguales y compartición de conocimiento. Pasada una década, hoy es ya preponderante en todas las organizaciones disponer de estas agrupaciones o similares.
2- Enfoque en la eficiencia y alineamiento con el negocio. La adopción masiva de las comunidades de práctica por parte de las organizaciones supuso un paso evolutivo en éstas: pasar de la compartición de conocimientos (sin foco definido, en ocasiones) a focalizarlas en la resolución de problemas. Hoy se entienden mal las CoPs si no están ligadas algún aspecto del negocio en el que el conocimiento compartido pueda mejorarlo.
3- Versatilidad y flexibilidad de las agrupaciones. Como sabemos, no todo son comunidades de práctica estrictas. La adopción, como decíamos, por parte de la organización de estas agrupaciones colaborativas deriva en formatos diferentes. Desde CoPs ortodoxas a grupos de trabajo, de innovación, de mejora, redes corporativas,etc. El universo de posibilidades en base a la colaboración se diversifica.
3- Revitalización de los Centros de Formación. Desde que los usuarios -y la población en general- se apropian de la tecnología y de los medios digitales, el papel de los centros de formación como intermediarios (aquí podemos también poner a centros educativos y universidades) entra en crisis. El monopolio de los contenidos se diluye y el conocimiento está en todas partes. Por ello, la formación continua debe reinventarse y, también , como consecuencia, los centros formativos. Las comunidades de práctica, con esa vocación tan pegada al aprendizaje haciendo y a los aprendizajes significativos y experienciales, han sido para los centros su gran revitalizante.
4- Organizaciones menos burocráticas y más participativas. Es una consecuencia derivada, y no menor. Permitir la participación, en plano de igualdad, de los diferentes profesionales, en la organización en base al conocimiento, tiene un efecto aplanador importante.
5- Espacio y oxígeno para los innovadores. Antes de la crisis el mercado laboral era abierto y dinámico y este este tipo de persona más inquietas probaban suerte fuera. Ahora es más difícil. Con lo cual, la alternativa que les queda es ser intraemprendedores. Las CoPs es su territorio natural.
(Foto cortesía de missha con licencia C.C)
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