viernes, 4 de marzo de 2011

El Pueblo del Sueño: Los SENOI

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EL PUEBLO DEL SUEÑO: LOS SENOI

¿Qué cabe esperar de un aprendizaje precoz del control sobre los sueños? ¿Son capaces los niños -acaso con mucho mayor facilidad que los adultos- de aprender a producir directamente ensoñaciones en lugar de sueños? ¿Puede el dominio sobre los sueños llegar a convertirse en otra lengua materna? ¿Llegar a ser una lengua universal que permita comunicarse de otro modo con los otros? ¿Qué ocurre cuando todo un grupo practica el control de los sueños y, más aún, cuando una cultura entera funda su vida en la inspiración de los sueños? ¿Acaso el compartir los sueños no constituye ya una manifestación de confianza capaz de crear profundos lazos, con arreglo a aquella máxima de los hippies: "padres, contad vuestros sueños a vuestros hijos"?
La cultura de los senoi que se basa íntegramente en el dominio sobre los sueños, representa para nosotros un ejemplo excepcional. Tan notable como ello, si no más, resulta el descubrimiento de que ese compartir constituye el fundamento de la verdadera cooperación y produce una cultura pacífica, artística y creativa.
Jung habla del “carácter colectivo del gran sueño, el cual no pertenece a quien lo haya soñado, sino a la colectividad, al pueblo, a la totalidad de los seres. Si se logra la interpretación de semejante sueño, todos obtendrán provecho de ello” (L'homme à la découverte de son ame [El hombre en pos del descubrimiento de su alma], p. 316).
Se refería sin duda a los célebres sueños relatados por la Antigüedad clásica y por la Biblia. Con todo, bien puede considerarse esta cita como un exergo que describe con gran exactitud el uso que hacen los senoi de sus ensoñaciones.

I.- SU DESCUBRIMIENTO

Los senoi son uno de los últimos pueblos misteriosos de importancia. Viven en una jungla impenetrable en las montañas de Malasia. Su descubrimiento data de poco antes de la guerra. El gran etnólogo británico Herbert NOONE los estudió durante los años 1930-1939, al igual que a las otras tribus montañesas de esa región. En 1939 sostuvo en Cambridge su tesis sobre este tema. Más tarde habría de encontrar la muerte en esa jungla. Su hermano menor, Richard NOONE, organizó una expedición para dar con su paradero, pero fue en vano. En 1935 habíasele unido un joven psicoanalista norteamericano, Kilton STEWART, quien durante un año estudió en particular la técnica del sueño que practican los senoi.
Hasta donde alcanza nuestro conocimiento, en francés no existe ningún libro ni estudio acerca del pueblo del sueño. El presente texto ha de ser, por tanto, el primero. Desde que tuvimos noticia de los senoi en nuestra juventud, jamás renunciamos al propósito de ir a su encuentro. Más, ello no nos fue posible sino mucho más tarde, durante el verano de 1979 y de 1980. La realidad actual, por lo demás, revélase harto diferente de las descripciones que entregaron los primeros exploradores ingleses hacia 1935. La Segunda Guerra Mundial se hizo presente en la región con la ocupación japonesa del 8 de diciembre de 1941, a la que sucedieron encarnizados combates en la jungla para liberarse de ella y expulsar a los invasores, combates que culminaron en la independencia de Malaya, obtenida el 31 de agosto de 1957. Durante toda la guerra existió un regimiento formado por senoi y otros aborígenes: especializado en la lucha en la jungla, este destacamento tuvo una "gloriosa actuación".

II.- SU HABITAT

En Malasia se encuentran las junglas más arcaicas del planeta. Comparadas con las selvas tropicales del África o del Amazonas resultan apenas adolescentes. En tanto que en el hemisferio norte los frentes glaciares avanzaban y se retiraban durante el cuaternario y el fin del terciario, estas junglas disfrutaban de un sueño ininterrumpido. Es por ello que conservan las especies animales más antiguas y extrañas, como el célebre lémur volador que data de hace 70 millones de años y existe tan sólo allí. Este corazón verde de la Malasia resulta, empero, impenetrable. No es posible entrar en la espesura de la selva que cubre los dos tercios del país sino remontando los ríos. A menos que se recurra, como hoy en día, al helicóptero.
En la actualidad, los aborígenes se encuentran en las Wild Life Reserves. La más importante es el parque nacional del Taman Negara, a partir del cual pueden remontarse en piragua algunos ríos como el Temberling o el S. Tahan. Los senoi habitan en el macizo montañoso del Gedong Tahan, que es el mayor de Malasia con sus 7.174 pies de altitud. Forman parte de los orang asli -que significa hombres primitivos- rechazados por los conquistadores malayos hacia las selvas. Estos les llaman asimismo sakai, nombre despectivo que en senoi significa esclavo. Las tribus aborígenes pertenecen a tres clases de razas: a) negritos primitivos: son pequeños, negros y crespos; b) amarillos procedentes de Annam, Khmers de Camboya, birmanos y chinos; c) polinesios de raza maorí. Entre ellos existen numerosos pueblos que hablan lenguas muy diversas, desde los kensiu y los kintak del norte, pasando por los mendriq y los batek del este, hasta los semelai y los orang hulu del sur. El término "senoi" corresponde en realidad a los dos grupos que forman los semai y los temiar de las "selvas de las nubes" ubicadas en el centro montañoso de la península. Más numerosos, los temiar son los más conocidos. Su lengua es Indonesia, pero recibe aportes anamitas. La estimación de su número oscila entre 12.000 y 24.000. Altos y esbeltos, tienen la tez canela y los cabellos rizados. Se hallan naturalmente inmunizados contra la malaria y las demás enfermedades regularmente imperantes en su hábitat.
Los contactos con los aborígenes se han tornado hoy por hoy muy difíciles, por causa de los malayos. Desde luego, todos parecen avergonzarse de aquéllos. En malayo "aborigen" se dice orang asli (hombre original), que no ha de confundirse con orang utan (hombre de la selva) como lo hicieron Gassendi, Tyson, Linneo (véase Tinland, 1968). Hablarles de los aborígenes equivale a tratarlos de simios, cosa inadmisible para ellos que ostentan, después del Japón, el nivel de vida más alto del Asia. Desde la guerra, por lo demás, siempre se han infiltrado en la jungla los guerrilleros comunistas, razón por la cual el ejército mantiene aisladas vastas zonas prohibidas. Por último, el Servicio de Asuntos de los Orang Asli ha puesto en marcha un mal llamado plan quinquenal de civilización, que en realidad lo es de exterminio. El primer plan de 1971-1975 permitió encontrar las técnicas de aproximación: a) instalar bungalows en las inmediaciones de la jungla con el propósito de atraerlos; b) establecer las visitas obligatorias al médico; c) imponer la escolaridad a todos los jóvenes orang asli, separándolos definitivamente de su cultura. La obsesión gubernamental parece estar en hacerles abandonar la selva, extraordinaria reserva de riquezas de un potencial incalculable (madera, estaño, bauxita...). A cambio de muchos kilómetros cuadrados de selva, se les ofrece un poblado dotado de tractores para cultivar la tapioca o el arroz de montaña. Se los ha tornado sedentarios y civilizados, poniéndolos a trabajar.
Hemos podido visitar muchos de estos centros de reagrupamiento, de los cuales el más conocido es Kampong Gombak, situado junto al río del mismo nombre. Más, a pesar de esta aculturación frenética, pudimos encontrar allí y en la jungla de las montañas algunos "maestros del sueño”, los hechiceros halaaq o los curanderos pawang que siempre recibieron la formación tradicional y demuestran una amabilidad infinita.
En lo que sigue nos contraeremos a describir su modo de vida y su cultura tradicional.

III.- SU VIDA

Viven de la jungla con gran facilidad. Son, ante todo, vegetarianos y se alimentan de los frutos que recolectan: liqueas, frutos del árbol del pan, decenas de variedades de guineos y de dátiles. A ello debe agregarse un poco de caza practicada por los hombres, con ayuda de cerbatanas de bambú ("wrayi"), así como algo de pesca obtenida por medio de frutos soporíferos.
Su economía principal es la del ladang o roce. Prenden fuego a un jirón de jungla para cultivar en él legumbres, arroz, tapioca o mijo. Al principio el suelo es extraordinariamente fértil. Cuando comienza a agotarse se desplazan un poco más lejos para reiniciar la operación.
Habitan en poblados llamados kampong, formados por casas comunes. Como en toda la Indonesia, están construidas de bambú y roten, y edificadas sobre pilotes para defenderse de las crecidas causadas por los intensos aguaceros. Cada una de estas casas alargadas posee un corredor central y compartimentos para las diversas familias.
Lo más a menudo el poblado coincide con el clan. Poseen una organización que se basa en familias extensas. Son habitualmente monógamos, pero aceptan igualmente la poligamia y la poliandria. Pareciera que en otro tiempo hubiesen tenido una estructura patriarcal, pero en la actualidad están dirigidos por chamanes, esto es, por hechiceros-curanderos llamados halaaq o tohat.
Resulta asombroso observar que estos pueblos han sido capaces de resolver aquellos problemas a los que nosotros comenzamos a enfrentarnos: el ocio y la recreación. Los progresos de la mecanización y la industrialización harán que nuestras poblaciones dejen de estar ocupadas únicamente en trabajar. ¿En qué invertirán su tiempo? ¿En gigantescos juegos de luna-park o en la conquista del espíritu? Nos sería de provecho estudiar las soluciones de aquellos pueblos que han dado prueba de su capacidad.
La fertilidad excepcional del suelo y el hecho de que no haya estación seca ha hecho que los senoi no tengan necesidad de consagrar al trabajo más que dos horas diarias en promedio. Por otra parte, no tardan más de ocho días en construir su casa común, la que dura cinco años. Desconocen, por lo demás, la institución de la guerra. Su solo nombre es temido en toda la península. Carecen, por consiguiente, de ejército. Sus vecinos tienen tal temor de sus poderes mágicos que respetan un vasto no man's land que rodea su territorio.
Todo senoi es un hechicero temible, a la vez que un extraordinario artista creativo. Los senoi hacen decoraciones con objetos de bambú y roten, y cada día inventan nuevos y nuevos cantos, músicas y danzas.

IV.- SU PERSONALIDAD BASICA

Su personalidad social e individual provoca admiración en todos aquellos que hablan de ella. Constituyen un pueblo comunitario, vegetariano, pacífico, cooperativo, dulce y bondadoso, que practica la ayuda mutua. Merced a la organización instaurada por los chamanes –verdaderos suprahechiceros-, en su país no existe más la violencia. No se conocen crímenes ni guerras locales desde hace ya dos o tres siglos. Este pueblo pacifico ofrece un modelo de sociedad democrática, en la que todo puede discutirse en las asambleas de los poblados.
Son esencialmente vegetarianos y bondadosos: toda forma de vida es para ellos objeto de escrupuloso respeto. Todo lo comparten. Los campos y las cosechas, al igual que las casas, son comunes. En todo momento intercambian donaciones que retribuyen recíprocamente. Toda su organización social gira en torno a la cooperación y la ayuda recíproca.
Quienes han escrito sobre ellos constantemente insisten en el gran poder personal que manifiestan. Entre ellos no existe la psicosis ni la neurosis. Su personalidad es muy sana: no se advierte ni deseo de posesión ni voluntad de dominación. La cooperación sustituye a la competencia. Psicológicamente, por tanto, señálanse por la integración de su personalidad y por su excepcional madurez emocional. La causa de esto parece residir en una técnica psicológica poco conocida que absorbe la mitad de su tiempo de ocio: la educación de los sueños.

V.- LA EDUCACIÓN DE LOS SUEÑOS


En efecto, tanto su vida personal como su vida social está fundada en la educación de los sueños. Ello comienza desde el despertar: por la mañana, durante el desayuno, cada miembro de la familia cuenta sus sueños. Se discute sobre ellos y los mayores explican a los jóvenes cómo hubiesen debido actuar en sus sueños. Luego los hombres se dirigen a tomar parte en la asamblea del poblado. Allí se discute acerca de los sueños más importantes de cada familia. Los chamanes explican sus símbolos y significado. Es así como el conjunto de los sueños de la noche ha de determinar las actividades del día. Se ha de trabajar, por ejemplo, en la realización de los objetos vistos en sueños: indumentaria, pinturas, canciones, danzas, etc. La vida del poblado, entonces, tiene su centro en los sueños. Así emplearán los ensueños colectivos -ensueño cooperativo: ¿trátase de un sueño vigil?- para educar a los hijos. Más tarde los adolescentes han de conocer el éxtasis hasta que adquieran la condición de curanderos.
Su teoría (por poco que nos haya sido descrita) consiste en que es el hombre quien crea las imágenes del mundo exterior (tal es también el secreto de los hechiceros que Don Juan enseña a Castaneda, convergiendo en ello con la fenomenología y con Merleau-Ponty). Algunas no están bien integradas y entran, entonces, en conflicto entre sí o con aquél, trayendo consigo la desorganización mental y social. Ello puede evitarse en virtud de una ayuda social conformada por la educación y la psicoterapia. Durante el sueño (o, más bien, durante las ensoñaciones) el hombre es capaz de ver las imágenes de su espíritu que en el día se disfrazan como percepción. Si uno no llega a dominar a los seres del sueño, éstos desorganizan la personalidad. Si usted no coopera en buena voluntad con sus vecinos, las imágenes de éstos no le ayudarán en sus sueños. Por el contrario, la ayuda social recíproca hará que usted reciba cooperación y ayuda de todas sus íntimas fuerzas de sueño.

VI. LOS PRINCIPIOS Y LAS TÉCNICAS DEL DOMINIO SOBRE LOS SUEÑOS


Hemos retenido cinco principios en la educación de los sueños que practican los senoi.

1.- Enfrentar los peligros y superarlos

He aquí el principio básico del que se desprende todo el resto: nunca aceptar un papel de víctima y menos aún complacerse en él. Los elementos masoquistas de la personalidad encuentran su satisfacción en las múltiples pesadillas que constituyen el destino cotidiano de todos nuestro contemporáneos. Claro está que en nuestra civilización los sujetos son conducidos a ello por toda la herencia judeo-cristiana: paladean cada noche su purgatorio.
Los senoi, por el contrario, tienen como principio el acometer a toda imagen que lo agreda a uno. Si un niño senoi es perseguido por un tigre o devorado por él, tras contar por la mañana este sueño recibirá la orden de no volver a huir la próxima vez que lo tenga: antes bien, habrá de tornarse contra la bestia feroz enfrentándose a ella. Deberá, en seguida, hacer el intento de domarla o matarla. Si no es capaz de lograrlo por sí solo, pedirá ayuda a sus amigos. Ello dará más fuerza a su actitud cooperativa.
Reencontramos aquí el mecanismo a través del cual el analista de los sueños vigiles conduce a su cliente al saneamiento de éstos. A ello los senoi agregan que matar a un enemigo en sueños equivale a convertirlo en su sirviente o en su aliado (en el sentido, sin duda, de Castaneda). El chamán es aquel que en virtud de su dominación y su coraje ha logrado ganar aliados poderosos. En particular, ha de ser capaz de matar en sueños al tigre. El espíritu de éste se convertirá entonces en su aliado, prestándole en lo sucesivo ayuda en sus sueños. Si en otro sueño se ve perseguido por un perro, podrá llamar en su ayuda al espíritu del tigre, azuzándolo contra el perro. Será capaz incluso de enviarlo a los sueños de quienes lo atacan, según declaran los pueblos vecinos, en quienes los senoi infunden un temor tremebundo.

2.- Llegar hasta el fondo de lo placentero


Así como es preciso luchar contar el mal, no hay que quedarse en lo que se ofrece sin más como placentero, sino darle cumplimiento por propia voluntad. Ya sea que se trate de volar por los aires, ya de relajarse, comer, beber, tener un encuentro sexual, amoroso o místico, siempre hace falta cooperar con ello poniendo algo de su parte. Por ejemplo, al volar por los aires no hay que dejarse llevar pasivamente, sino que habrá uno de aprovechar la ocasión para ir a explorar lo que se desea o para ir al encuentro de quien uno quiera. Si tiene, uno alguna relación sexual en sueños, no hay que dejarla inacabada, sino llevarla hasta el orgasmo. Se ha planteado el problema de la relación incestuosa, más las respuestas son divergentes. Según Stewart, no obstante, si uno se da cuenta en sueños de que está realizando un acto sexual incestuoso, es preciso llevarlo hasta el final, ya que aquello no constituye la realidad y las imágenes del sueño no son sino otras tantas partes de la psique del soñador. En la realidad, el incesto entre los senoi está tan estrictamente prohibido como entre nosotros. Sin embargo, los senoi piensan que si un individuo comparte en sus sueños mucho amor y sexualidad, ello ha de tornarlo cooperativo en la vida vigil.

3.- Convertir todo lo negativo en positivo

No hay que intentar soñar lo contrario de lo que se hace presente: hace falta dar rodeos y desviar las cosas para alterar el sentido de lo que se produce. Por ejemplo, un sueño de caída que puede resultar desagradable o pavoroso, habrá de convertirse en un sueño de vuelo por los aires. Hace falta, por tanto, ser constructivo y percibir siempre el aspecto positivo de las cosas. Un llamado inquietante, en sueños, habrá de transformarse en un estímulo. Nunca está todo perdido en los sueños. Aún si en su sueño recibe el soñador la muerte, habrá de servirse de ello para vivir su muerte y darse una reencarnación más favorable, lo que le permitirá organizar la continuación del sueño de forma ventajosa para él (este mecanismo lo descubren regularmente las personas que tienen sueños vigiles y se encuentran en proceso de sanar). Al vivir, como tantos orientales y sujetos de sociedades tradicionales, en un sistema de dones y recíprocas prestaciones basadas en el don, los senoi aspiran a que todo sueño culmine en la recepción de un obsequio. Para ellos, por consiguiente, lo mejor es obligar al enemigo a que nos ofrezca un regalo. Esto podrá tornarse en la solución de un problema de la vida real: un cuento, un poema, una canción, una idea para un dibujo, etc. Puesto que ha sido creada por nosotros, la imagen hostil de un sueño se revela como una parte constituyente de nosotros mismos. En lugar de destruirla, resulta preferible enfrentarla para neutralizarla y transformarla, convirtiéndola en un bien.

4.- Reparar durante el día los daños y las ofensas ocurridos durante el sueño


Esto corresponde al principio según el cual hay que atribuir al sueño la mayor importancia (no se tratará, por cierto, de procurar la realización de las divagaciones habituales de nuestros sueños, sino de tomar en consideración las ensoñaciones importantes que nos impresionan por su particular atmósfera. Más, por su educación, los senoi sólo tienen ensoñaciones de valor).
Si alguno de sus amigos ha ejecutado en sueños un acto hostil, el senoi irá a decírselo, o al menos se lo comunicará por intermedio de sus padres, de tal suerte que aquél pueda manifestarle su buena voluntad. Este reparará simbólicamente su agresión mediante algún obsequio y a partir de ese momento se cuidará de guardar distancia durante algún tiempo.
En ello volvemos a encontrar un rasgo del comportamiento de los orientales que para los primeros colonizadores que los describieron resultaba característico. El bueno de Levy-Bruhl veía allí una infracción del principio de realidad. Todos los racionalistas, junto con él, mucho mofábanse de aquel canaca que había venido a solicitar reparación por su sueño a un blanco (un misionero que había robado sus calabacines -o que se había acostado con su mujer, pues hay distintas versiones). El oriental, sin embargo, no confunde en absoluto el sueño con la realidad. Bien advierte por la mañana que los calabacines están en su huerto y no se acerca a solicitar que le devuelvan el equivalente de lo que vio comer. Sólo ha sentido una intención hostil (la que, en este caso, resultaba evidente, ya que todos aquellos blancos que habían venido a explotarlos y a prohibirles sus creencias y su cultura terminaron exterminándolos) y acude en embajada a proponer un ofrecimiento de paz, dando a la persona conflictiva la posibilidad de establecer una alianza con él, al manifestar su buena voluntad y comprometerse mediante un obsequio en el sistema de las donaciones y sus contrapartidas recíprocas. Pero aquellos pobres blancos que apenas recordaban sus propios sueños, sintiéndose imbuidos de su superioridad, sólo veían en ello un ejemplo de creencias insensatas y de “mentalidad prelógica”.
La cooperación llega a tal punto entre los senoi que el no acudir en ayuda, en una ensoñación, equivale a un acto de hostilidad. Ello igualmente ha de ser objeto de reparación durante el día, anulando a través de un obsequio simbólico el comportamiento de su imagen de sueño y dando seguridades a la víctima de que, tanto en el sueño como en la realidad, se está pronto a acudir en su ayuda.
En sentido contrario, si un soñador ha visto a un miembro del poblado en situación dificultosa, por ejemplo atacado por un tigre, no dejará de ir a advertírselo y recibirá en recompensa un obsequio por su actitud. Los ancianos, con todo, le ordenarán que rehaga ese sueño otra vez, que no se conforme tan sólo con aquella buena voluntad y emprenda la tarea de eliminar al tigre que así amenazara en sueños a alguno de sus parientes. De esta forma, por tanto, aún en sus sueños debe un senoi compartir los beneficios, extrayendo de ello las ventajas que corresponden a la comunidad.
Por consiguiente, así como el mal sueño ha de ser objeto de reparación en la realidad diurna, también ha de poder servir un sueño para enmendar una falta cometida durante el día. Un joven senoi había traído de la jungla, en una oportunidad, algunos granos de calabaza silvestre y, por cierto, no había dejado de compartirlos con sus vecinos. Pero como éstos les provocaran diarrea, sentíase culpable y causante de envenenamiento. Por la noche se le apareció en una ensoñación el espíritu de la calabaza y le reveló que aquello no era alimento, sino un remedio, comunicándole el canto y la danza correspondientes. Al transmitirlos por la mañana a la comunidad, pudo recuperar el aprecio del grupo y su autoestima.
Descubrimos aquí un mecanismo psicosocial muy complejo. Lo más íntimo y secreto de todo individuo reside en sus sueños. De ello ha de hacer don entregándolo a su familia y a su comunidad. No es posible compartir nada más personal. Pero, de modo inverso, la aceptación social de los sueños de un individuo constituye su más profunda incorporación posible como miembro de la comunidad. A través del sueño el sistema social de los senoi desarrolla la cooperación y la buena voluntad. Lo puede hacer porque acepta y favorece la máxima libertad de expresión de todos. Si los senoi pueden parecernos inferiores por sus maquinarias y armamentos, nos superan con mucho por sus técnicas psicológicas de expresión y de inserción social, que resulta mucho más evolucionadas que las nuestras. Si en sueños un individuo riñe con las imágenes de sus vecinos y sus amigos, otro tanto hará en la vida real. Es preciso, por tanto, comenzar por el control de nuestros sueños, ya que es nuestro inconsciente el que domina.
Para los senoi el cuerpo espiritual está formado por cuatro elementos: sengin, el alma de la que depende la vida; ruai, el espíritu de la cabeza que puede abandonar el cuerpo durante el sueño; jereg, el espíritu del hígado, capaz de proyectarse en el espacio y el tiempo; kenlok, el espíritu de los ojos que controla las sensaciones; hinum, el soplo de la respiración que anima las palabras. Para tener ensoñaciones, es preciso que ruai y otro espíritu puedan abandonar el cuerpo. Los grados superiores exigen una participación cada vez mayor de estos espíritus. El chamán es aquel que sabe emplear los cuatro a la vez (salvo sengin, que sólo abandona el cuerpo con la muerte). (Esto evoca los chakra de los yogi o los lataif de los sufíes).


5.- Encontrar consejeros y guías en los sueños

He aquí la técnica suprema. Después de la donación de un obsequio, lo más beneficioso en un sueño es encontrar un guía. En sus sueños los senoi entran en contacto con los espíritus de las cosas, los que corresponden a aquello que se denomina genios de la naturaleza (el espíritu de las fuentes, de los árboles, de las tocas, de las especies vegetales y animales...).
Entre nosotros esto era ya conocido por los celtas y los galos. Por lo demás, las prácticas de los druidas se perpetuaron entre todos los hechiceros de la Edad Media. Allí reside, asimismo, la técnica psicoterapéutica de mayor eficacia, según fuera ésta redescubierta por Jung y por Desoille. No se puede curar a un individuo dejándolo abandonado a su soledad, sin darle más horizonte que el rudo materialismo de Freud. El individuo no alcanza su plena integración sino una vez que se ha unido a las grandes figuras de poder de la sublimación. Sanar del todo a alguien consiste en darle la posibilidad de que encuentre un sentido a su existencia. Es preciso que se sienta unido a su comunidad y, por encima de ésta, a todas las formas vivientes y a todas las fuerzas del universo.
Mediante sus técnicas psicológicas, los senoi adquieren poder en sus sueños frente a las imágenes de las cosas, de las plantas y animales; más tarde, logran adquirirlo sobre los seres humanos y, por último, sobre las grandes figuras dotadas de autoridad y aun sobre los propios dioses. Quienes hayan logrado capturar en sus sueños el espíritu del tigre, que es el señor de la jungla, serán para ellos los más poderosos. Este espíritu ha de tornarse su hijo, llamándoles “padre”. Es él quien habrá de instruirlos acerca de la religión y las danzas sagradas. En virtud de su poder superior, ellos mismos llegarán a ser guías o chamanes. No parece posible imaginar mejor técnica psicoterapéutica de integración de la personalidad.
Sería oportuno, por lo demás, realizar estudios acerca del dominio sobre los sueños entre los otros pueblos del sudeste asiático. Técnicas equivalentes se encuentran (o han estado) ampliamente difundidas, al parecer. Bitard (1959), por ejemplo, señala que los kha y los pnong, que pertenecen a los pueblos autóctonos de las provincias orientales de Camboya, "sueñan por encargo" y se dejan guiar por sus sueños (vale decir, por sus ensoñaciones) en todas las circunstancias importantes de su vida. Algo similar ocurre en toda la Indonesia, según hemos podido comprobar desde Sumatra hasta Bali. Trátase, de. hecho, de un saber primordial que es muy familiar entre los aborígenes australianos: su vida y su cultura reproducen sus sueños.


BIBLIOGRAFÍA


BITARD, P.: "Les songes et leur interpretation chez les Cambodgiens" [Los sueños y su interpretación en los camboyanos], en Les songes et leur interprétation [Los sueños y su interpretación], Seuil, 1959, págs. 242-273.

DENTON, R.K.: The Senoi: a nonviolent People of Malaya, Holt Rinehart and Winston, Nueva York, 1968.

GEOFFREY, B.: The Temiar Religion, Singapur, 1972.

NOONE, H. y HOLMAN, D.: In Search of the dream People, Morrow, Nueva York, 1972.

ROHEIM, G.: Les portes du rêve [Las puertas del sueño], Payot.

STEWART, K.: "Culture and personality in two primitive groups", en Complex, Nº 9, 1974, págs. 3-23.
"The dream comes of age", en Mental Hygiene, Nº 46, 1962, pp. 230-237.
"Dream theory in Malaya", en Ch. Tart, Altered States of Consciousness, Anchor, Nueva York, 1972, págs. 161-170.
The mental age of the Sleep Mind, Nueva York, 1974.

TINLAND, F.: L'homme sauvage [El hombre salvaje], Payot, 1968.

WINSTEDT, R.: The malay magician, Routledge, Londres, 1951.

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