miércoles, 30 de marzo de 2011

El verdadero lujo es la libertad

http://franciscoalcaide.blogspot.com/2011/03/el-verdadero-lujo-es-la-libertad.html

Era el titular que destacaba el periodista después de su entrevista a Kate Moss el pasado fin de semana en el XL Semanal: "El verdadero lujo es la libertad".

Así lo pienso yo. Ser libre es ser feliz. Libertad de horarios, de jefes, de dependencias (emocionales, sociales, materiales... de esto hablaré), de todo... Ser libre es cuando tu manejas el entorno y no el entorno a ti. Don Quijote le decía a su escudero: "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no puede igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida". Fantásticas palabras del ilustre caballero.

Víctor Alonso en Cartas desde el planeta Tierra (Manakel, 2008) escribía: "El día que te despiertes en un parque maravilloso y desconocido, el día que no recuerdes la fecha en que vives, ni siquiera tu nombre, ese día serás realmente libre". En el post adjunto hablamos de su andadura por el mundo.

Benjamin Franklin apuntó una vez: "Donde mora la libertad, allí está mi patria". Buen grito de guerra. Excelente reflexión. Ser libre es, en definitiva, la posibilidad de ser uno mismo. Por desgracia hay poca (nadie) gente libre. Nos atamos a cosas, a personas, a lugares... La hipotecas, la familia, la anulación de la individualidad por la pareja (hay gente que hace del chantaje emocional una obra de arte)... merman considerablemente la libertad. Pedro Ruiz me confesaba: "Cada día nos cuesta más caro vivir peor"... Heidemarie Schwermer de quien hemos hablado aquí en varias ocasiones, autora de Mi vida sin dinero apuntaba: "Ahora no tengo nada. Soy una persona sin techo, pero ante todo una persona libre" (ver entrevista).

Kate Moss es una modelo que gana 7 millones de euros al año y ha aparecido en más de 300 portadas, pero uno de los mayores enemigos de la libertad -de los peores sino el que más- es la fama. En Reflexiones variopintas: fama, dinero y otros, decíamos: "Con la fama se pierde el anonimato; con la pérdida del anonimato se pierde libertad; con la pérdida de libertad se pierde felicidad". Y es que cuando uno es famoso acaba convirtiéndose en el que se supone que debe ser, en la imagen que los demás tienen de uno que no es otra que la que se proyecta... La personalidad se desdobla y la autenticidad sufre con la consiguiente insatisfacción personal. No es fácil, sin embargo, resistirse a la fama. Una de las necesidades humanas -de las siete que tenemos- es el reconocimiento ajeno. Cuando esta necesidad está muy potenciada se desea la fama a toda costa. Luego, a veces, el arrepentimiento por sus consecuencias es demasiado tarde. Hace unos días escuche a unas periodistas conocidas decir que estaban hartas de que a cualquier sitio que iba la gente no tenía ningún respeto con los móviles a la hora de sacarles fotos... El precio de la fama... parecido al título del excelente libro El peso de la fama (El País Aguilar, 1999) de Juan Cruz.

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