martes, 3 de mayo de 2011

A imagen y semejanza

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Dicen que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza y le transfirió su poder creador. Sin embargo muchos se atascan en la rutina. Einstein decía que es una locura querer mejorar y seguir haciendo más de lo mismo. El creador innovador es el mejor imitador de Dios en la tierra.

La inteligencia espiritual no es un monopolio de las religiones, es un patrimonio de los hombres que conectan espíritu y la materia, se ocupan de la trascendencia, de lo sagrado, de los comportamientos virtuosos de perdón, gratitud, humildad, compasión y de comprender que son parte de un todo que les proporciona la energía.
Si el intelecto se olvida de la compañía del espíritu, degrada el medio ambiente, las creencias, la familia; es decir aquello que más importa.

La religión y la ciencia. El mundo se construyó en un debate entre la racionalidad y la creencia como vías alternativas de acceso a la verdad. Una religiosidad sin religión se inspiró en la literatura y en arte para abrir la mente al espíritu tomando conciencia de sus límites.

El individualismo, el consumo y el utilitarismo son hoy valores dominantes, junto a las certezas que ofrece la sociedad de consumo.

Es preciso volver a angustiarse con la incertidumbre del origen, como cuando Dios se definió como “seré lo que seré”. El hombre espiritual afirma “soy el que seré”, para que lo que es no interfiera con lo que puede llegar a ser. Aceptar el devenir es apostar por el cambio.

Los cambios externos no cambian la vida. Si esto no fuera así los que ganan la lotería serían felices para siempre. Un resultado duradero se sustenta en las leyes naturales. De las 4 A del aprendizaje, aprender a ser, a hacer, a aprender y a convivir la más importante es aprender a ser. Lo que se hace, se aprende y las relaciones sociales dependen de descubrirse a sí mismo. El éxito externo es un reflejo del interno.

El empowerment, el poder interior, no responde a cambios cosméticos. El estar de hoy resulta del de ayer. Quien no está conforme debe saber dónde querría estar mañana y cómo conseguirlo. Aunque uno se sienta víctima, nada cambia si uno no cambia. Desde que nacemos nos programan para creer ciertas cosas. Al crecer agregamos nuestra voz.

Algunos pasan por la vida sin cuestionarse y buscan las respuestas en otros o buscan lo que siempre estuvo ante su nariz. Tener éxito es como regresar a casa, lo que busca ha estado siempre allí.

Programación espiritual. ¿Es feliz? ¿Siente que su vida está para algo más? ¿Qué no encontró su camino? Siempre existió el poder, lo que faltó es creer que se lo tienen. Las verdades existen sin consultarlo.

Para cambiar hay que reprogramarse. Una forma de hacerlo es elegir un modelo. La modelización no exige pensar: exige hacer. Si otro logró el resultado que desea, haga lo mismo y obtendrá iguales resultados. Luego podrá mejorarlos si alcanza un éxito positivo inicial, porque así comprenderá las partes que conforman la fórmula del éxito.

Si obtiene un resultado menor, también sabrá por qué. El éxito es directamente proporcional al desarrollo de la personalidad.

El verdadero ser. La espiritualidad descubre el ser oculto detrás de la máscara. La mente puede crear la realidad. Para Henry Ford siempre tenemos razón, cuando pensamos que nos irá bien o nos irá mal.

La fe es la capacidad de hacer afirmaciones creadoras. La imaginación permite visualizar el mundo deseado y cómo alcanzarlo. La palabra que decimos es el riego, sembrar es opcional, recoger es obligatorio.

La educación descuida lo espiritual y crea autómatas altamente capacitados. Para que la tecnología se humanice debe armonizarse con la fuente. El espíritu se nutre, la enfermedad del espíritu se paga, la bancarrota espiritual precede a la quiebra económica.

Inteligencias encadenadas. El CI (coeficiente intelectual) mide la capacidad de resolver problemas, el CE, emocional, la posibilidad de motivarnos y de motivar, el CES ( coeficiente espiritual) cómo nos relacionamos con la fuente, tiene la fortaleza del porqué.

El CCR (coeficiente de creatividad) sugiere qué hacer, la visión. El cómo hacer, implica la disciplina del CEJ (coeficiente de ejecución).

¿Cómo convertir espíritu en materia? La inteligencia espiritual orienta a las demás y se enfoca en la misión. Nacemos con un potencial, un espacio de libertad precede a la respuesta.

El CES suma la integridad de sostener los principios, de hacer y cumplir las promesas, de escuchar y seguir la voz de la conciencia.

Para quitarnos el chaleco de fuerza que traba el potencial humano, se precisan conductores: Claridad en el querer. Compromiso con el trabajo. Adaptación de la acción al talento y a los objetivos. Operar con sistemas y recursos aptos. Sinergia: el coro con los demás.

¿Debo hacerlo? es la pregunta que define la inteligencia espiritual. Somos libres para elegir pero no podemos evitar las consecuencias.

Dr. Horacio Krell. Ceo de Ilvem, consultas a horaciokrell@ilvem.com

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