Mario Kogan
Mario Kogan es Director de Gestión de Talento de Indra
La búsqueda de la excelencia y la evolución tanto empresarial como individual ha despertado interés desde la antigüedad. En la actualidad, los retos planteados por las crisis, la competitividad global y la importancia de identificar factores diferenciales han profundizado la necesidad de encontrar soluciones a problemas cada vez más complejos reduciendo tiempos y costes de producción. Necesitamos algo más que la inteligencia de un solo individuo…
El término inteligencia es sin ninguna duda amplio y describe propiedades de la capacidad mental de las personas como, por ejemplo, el pensamiento abstracto, el aprendizaje, la comunicación, el razonamiento, la planificación, el poder enfrentarse a dificultades y resolver problemas. Es habitual apreciar aptitudes y actitudes inteligentes en las personas que nos rodean, que sin lugar a dudas contribuyen al desarrollo de la sociedad en la que vivimos.
El cerebro humano, con cerca de 100 mil millones de neuronas, tiene capacidad para aprender, memorizar, gestionar sentimientos y funciones variadas del cuerpo humano. Un “sistema” impresionante que permite a las personas hacer y transformar su propia vida y la de las personas que están a su alrededor mediante una interacción que ha evolucionado a lo largo de la historia de la humanidad.
La sociedad se ha visto inmersa en cambios profundos basados precisamente en nuevas formas de interacción, posibles gracias a las nuevas tecnologías y a las herramientas disponibles, que han aportado mayor velocidad, facilidad y fiabilidad a la comunicación.
Una conexión o red de personas “inteligentes” puede multiplicar su productividad permitiendo un acceso fabuloso a información y conocimiento que también crece de forma continua.
Los cambios sociales llevan produciéndose desde hace años, pero se han acelerado espectacularmente con la llegada de la informática, dejando atrás a la sociedad industrial y dando paso a la “sociedad de la información”. En los últimos 20 años esta transformación ha sido aún más profunda hacia lo que conocemos hoy por “sociedad del conocimiento”, saltando barreras y obstáculos entre personas. Uno de los aspectos más llamativos es el incremento de la cantidad y calidad de la información y el conocimiento disponible en el mundo desarrollado.
Como resultado de la colaboración entre personas y con la ayuda de las herramientas tecnológicas actuales ha surgido una actualización del concepto de trabajo cooperativo, que tiene como fin una productividad compartida que excede ampliamente el marco de la inteligencia individual. Este concepto se denomina “inteligencia colectiva” y es producto de lo que varias personas pueden construir conjuntamente sin necesidad de compartir un lugar físico, momento en el tiempo o idioma. Esta colaboración de inteligencias para desarrollar conocimiento multiplica la creatividad y la evolución de la sociedad, potenciando a su vez la inteligencia individual.
¿Puedo acaso compartir un problema con cientos, miles o millones de personas y conocer múltiples opciones de solución que no tenía con mi mirada individual? ¿Puedo utilizar capacidades o talento que no esté disponible en mi círculo cercano u organización?
Estamos ante un hito en la conexión entre personas que contribuye y aporta innovación a la forma en que éstas se relacionan. Podemos citar diversos ejemplos basados en diferentes tecnologías y objetivos: redes sociales como Facebook; profesionales como Linkedin; bases de datos de conocimiento, como es el caso de Wikipedia; diseños, por ejemplo, Threadless; software con código compartido como Linux; el nuevo periodismo o aplicaciones de gestión del conocimiento dentro de las organizaciones.
Estas nuevas herramientas han modificado algunos trabajos y en el futuro evolucionará también la forma en que se mida la aportación de las personas a su puesto de trabajo. Un “constructor de talento” que aporte su inteligencia o materiales para que otros desarrollen su actividad profesional de forma más eficiente será reconocido de forma diferencial en el futuro como un actor imprescindible.
Las nuevas formas de relación social comentadas no suponen la anulación de otras más tradicionales. Estamos ante un nuevo “canal” y como tal, tendrá su lugar en el mundo. Habrá buenas y malas experiencias, según la utilización que se le dé.
En síntesis, una conexión o red de personas “inteligentes” puede multiplicar su productividad permitiendo un acceso fabuloso a información y conocimiento que también crece de forma continua.
Estamos ante un reto de dimensiones colosales. Un reto productivo del siglo XXI para organizaciones privadas y públicas que deseen alcanzar metas de negocio e innovación sobresalientes.
Todo parece indicar que se puede. La clave está en poder contar con una colaboración formidable de cerebros.
Estos conceptos son una realidad en algunas organizaciones. En el caso de Indra, un ejemplo es la puesta en marcha en 2005 de un programa interno de desarrollo, inspirado en la inteligencia colectiva, denominado “Think Big Bang”, con el que se han logrado importantes logros de productividad personal y empresarial.
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