miércoles, 21 de diciembre de 2011

Aforismos y reflexiones (III): Santiago Álvarez de Mon

http://www.franciscoalcaide.com/2011/12/aforismos-y-reflesiones-iii-santiago.html 

Continuamos con esta serie de Aforismos y reflexiones incluidas en el Who´s Who en el Management Español (Interban, 2006).

En este caso después de José Aguilar López y Mario Alonso Puig, le toca el turno al Profesor del IESE Business School, Santiago Álvarez de Mon, autor de algunos libros de empresa muy conocidos como: Con ganas, ganas: del esfuerzo a la plenitudDesde la adversidad: liderazgo, cuestión de carácterEl mito del líder o No soy supermán: luces y sombras de una conversación interior.

Aquí van sus reflexiones:

Sobre el Liderazgo y Management…

– El primer deber del buen liderazgo es enamorarse de la realidad, aprehenderla en su vastedad y dinamismo, observarla con ojos limpios y penetrantes, recorriendo todos los rincones y pliegues de su superficie. El directivo no puede esperar a que la vida sea fácil, a que las circunstancias sean perfectas. El arte del liderazgo se basa en la búsqueda de la verdad, la fortaleza para hacer lo que se tiene que hacer y un corazón sensible a lo invisible que marca la diferencia.

– Para dirigir una empresa, primero tengo que ser capaz de autogobernarme. Creo que el equilibrio de la persona requiere del plural; me encanta la gente que disfruta su trabajo, que se ilusiona con él, que cree en su empresa, pero que también es padre, esposo y ciudadano y un hombre culto. Además, viaja y se interesa por otras corrientes de pensamiento. Es en ese "plural" que se encuentra el equilibrio. Somos muchas cosas. Reflexionar sobre quiénes somos, sobre el autogobierno, conocerse a sí mismo, ayudará mucho para conocer a tus colaboradores; ser capaz de establecer un diálogo interior te ayudará mucho a escuchar a todos los demás, para crear un equipo sólido y comprometido. Yo no puedo dialogar contigo, si no soy capaz de dialogar conmigo. ¿Cómo te voy a escuchar si yo reprimo mi voz interior?, ¿cómo voy a administrar el talento si estoy incómodo con mi propio talento? El viaje es hacia fuera y hacia adentro. Hacia fuera, dándose a la sociedad y los empleados, y hacia adentro para encontrar los resortes internos que nos permitan gobernar la realidad externa.

– Preguntar más, escuchar. No tengo por qué tener todas las respuestas. “No sé”, es una contestación más, válida y honesta como pocas. He de granjearme el respeto y confianza de mis colaboradores, ejerciendo el poder con justicia y firmeza. Dirigir no es ganar una competición de popularidad. Distribuir juego, delegar más, facilitar que las personas puedan volar por sí solas. A paseo mi ego narcisista y esclavizante. En cuestión de valores, predicar menos y practicar más, con humildad y consistencia. Trabajar mejor, no necesariamente más.

Sobre la Adversidad…

– No hace falta ser una persona excepcional para gestionar la adversidad. Al revés, muchas personas normales a veces necesitan de la adversidad para alcanzar sus niveles de excepcionalidad. Es un despertador. Lo que sí se ve en muchas personas es una educación que les ha servido para gestionar esas situaciones, donde sus valores y sus esfuerzos les fueron inculcados inicialmente por sus familias. Por eso es importante una educación en la justicia, en la amistad, en la solidaridad. Todo ello forma un poso, y si llega la adversidad –antes o después nos visita a todos– y lo tienes asimilado, es más fácil que salgas victorioso. Los valores reales surgen en la adversidad. La adversidad es maestra. Al final es cada persona la que tiene que tomar las decisiones. Hay gente que cuando tiene todas las razones del mundo para ser pesimista, elige ser optimista. Es gente normal que ha llegado a ser excepcional gracias a la adversidad.

– La adversidad existe y no se puede cambiar. Lo que sí puedo elegir es mi respuesta y utilizarla como palanca de aprendizaje, como un examen en el que renueve la confianza en mí mismo. No se puede ser emprendedor si no se tiene confianza en uno mismo. No puedes emprender si no tienes una relación amable, pero exigente contigo mismo. Y, claro, es más fácil creer en uno cuando las cosas van bien; pero cuando las cosas andan mal, es el momento de afianzar la auto-confianza, así como de echar mano de la ilusión, el coraje, la perseverancia y las ganas de salir de ese túnel doloroso, largo, y muchas veces lúgubre. Yo no admiro a la gente que ve cuando hay luz, sino a aquellos que ven desde la oscuridad, es decir, en la gente que aún cuando las cosas se han puesto feas sigue creyendo en sí misma. Ese es la verdadera prueba de la adversidad.

Sobre el Éxito…

– Vivir bien, aislado, pero rodeado de miseria económica y moral, me parece que es un viaje poco interesante. A lo mejor estás obteniendo el poder y la riqueza que necesitas para alimentar un ego frágil y narcisista, pero hay un empobrecimiento de la persona. Al final, la excelencia trasciende poderes, resultados y todas las cuentas o coches que se tengan. Quien no tiene un sentido de la justicia o del amor, debe solidarizarse por “sentido común”, preguntarse quién es, de dónde viene y hacia dónde va, qué lugar ocupan los otros en su vida, qué lugar ocupan los clientes, los empleados, la sociedad en su esquema de empresa.


Sobre la Gestión del Estrés…

– El problema no es nuestra exposición al estrés –despertador que me saca de la somnolencia–, sino mi escasa capacidad para responder a sus demandas. Si no aprendo a vivir en la inseguridad, el estrés es un ladrón que nos roba salud, paz, alegría, tiempo y concentración. Pero no nos engañemos, el estrés es el síntoma, yo soy el problema. Matemos el síntoma -las organizaciones aburguesadas son expertas- y sus profesionales se irán muriendo lentamente mientras se deslizan por una pendiente de incredulidad y cinismo cada vez más transitada.

– “La salud se basa en un cierto grado de tensión, la tensión existente entre lo que ya se ha logrado y lo que todavía no se ha conseguido; o el vacío entre lo que se es y lo que se debería ser”, dice Viktor Frankl. El drama de algunas organizaciones instaladas en la indiferencia y la apatía es la ausencia de controversia, debate, crítica, contraste, conflicto –tiene su magia y energía ocultas para quienes se adentran en sus secretos–, en definitiva, de libertad. Sólo en el regazo de ésta se puede arribar a la armonía y paz soñadas.

Sobre el Compromiso…

– La persona que en su trabajo sólo recibe una gratificación económica, desprovista de otros estímulos –aprender, desarrollo profesional, variedad, riqueza de tareas, etc– es difícil que se integre y se comprometa. Todo lo que sea colocar el dinero en la categoría de fin somete y degrada al ser humano.

Sobre la Importancia del Corazón en las Organizaciones…

– La empresa, sobrada de comités, normas, jerarquías y organigramas, necesita una inyección de vitaminas que le devuelva un pulso firme y estable. En esta era obsesionada por medir y controlar, habría que releer y entender El Principito. “Lo esencial es invisible a los ojos. Sólo se ve bien con el corazón.” Por mucha lógica, análisis y planificación que se ponga, si el corazón no es movilizado, si los valores más sublimes no son convocados al calor de una causa noble, el plus de energía y compromiso que los tiempos venideros nos van a requerir, brillará por su ausencia. La razón debería ser lo suficientemente inteligente y humilde como para escuchar los recados del corazón. Entonces alcanza su cima intelectual. Observo poca lucidez y razón en nuestras organizaciones, a lo mejor porque el corazón está ausente.

Sobre la Soledad Necesaria…

– Decía Emerson: "Lo que tengo que hacer es todo aquello que me concierne, no lo que la gente cree. Es fácil vivir según la opinión del mundo; es fácil vivir en la soledad, según la propia opinión; pero el hombre grande es el que en medio de la muchedumbre conserva con perfecta dulzura la independencia de la soledad". En esa soledad activa y acompañada, la libertad se ejercita, la responsabilidad se asume, el silencio imparte doctrina, el diálogo interior facilita la conversación, brotando en su regazo lo mejor de la condición humana. Si no soy libre e independiente, mi lealtad se transforma en servilismo.

– ¡Qué personalidad tiene!, solemos decir de individuos dotados de un carácter fuerte y singular. En el fondo, debiera ser una afirmación extensible a todo ser humano. Cada hombre y mujer es único, genuino e irrepetible. Dirigir no es más que observar ese misterio, conocerlo, comprenderlo y ofrecerle la posibilidad de explotar su talento en el puesto y proyecto más afín a sus capacidades. La cuenta de resultados es la primera que agradece esa complicidad mutua. Lamentablemente, muchas empresas eligen ciegamente lo contrario.

Sobre la Gestión Paradójica del Talento…

– La gestión del talento exige una mirada paradójica de la realidad, reclama una inteligencia dispuesta a crecer entre pensamientos e ideas aparentemente contradictorias. Por ejemplo, la duda es patrimonio de los fuertes, la certeza es el refugio de los inseguros. Quien sabe, pregunta y escucha. Quien no sabe, pontifica y aburre. Somos seres sociales que vivimos y crecemos en comunidad, pero sólo quien gestiona soledades puede acabar bien acompañado. Sólo desde el silencio se puede dialogar.

Sobre la Conciliación Vida Profesional y Personal…

– No se trata de trabajar menos, sino mejor y más intensamente. El siglo XXI no será de países y empresas pusilánimes, sino de sociedades y personas laboriosas, perseverantes, disciplinadas y pacientes, virtudes de un carácter maduro. El equilibrio no es más que la otra cara del desequilibrio. La necesidad de conciliar es producto de la abundancia, la miseria no tiene nada que ajustar. Si elimino todo vestigio de tensión, embalsamo la vida. Por tanto, que ni papá Estado ni mamá empresa me roben mis problemas, ya soy mayorcito. No deseo trabajar en una jungla calvinista, pero tampoco quiero que me organicen la vida. Agradezco el debate, pero priorizar y decidir es una cuestión radicalmente mía.

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