Leyendo todo lo que se ha escrito tras la muerte de Steve Jobs, acerca de su manera de pensar y sobre todo de actuar, me quedo con una frase: “Sólo hay algo más arriesgado que innovar, y es no hacerlo”.
Confieso que el verbo innovar me motiva y me perturba al mismo tiempo, me obsesiona que se quede en bonitas citas, en palabrería, pero no se actúe. Decía Nacho de Pinedo, Director General y cofundador del Instituto Superior para el Desarrollo de Internet (ISDI), nuestro invitado en el último #TcDesayunos, que “la mayoría de directivos no saben, ni quieren cambiar las cosas”. Y me vino a la cabeza la escena de Cadena Perpetua, en la que el alcaide se refugia en su despacho esperando lo inevitable, tras haber perdido un control que soñaba vitalicio.
Siento que algunos de los que tienen el poder y la obligación de tomar decisiones no están entendiendo la profundidad del cambio de era express que estamos viviendo. Y se mantienen refugiados en sus despachos con la suicida esperanza de que las cosas vuelvan a ser como antes. Mientras, se toman tímidas decisiones, como las de estar en Social Media porque hay que estar, pero sin la convicción necesaria que hace que se traslade toda la herencia genética de la comunicación 1.0.
Leía hace unas semanas un post de mí compañero Alberto Gómez Aparicio, titulado Ya soy social ¿y ahora qué? en el que apuntaba cosas como: “El que pensara que una empresa tenía los deberes hechos “siendo social” (sea esto lo que sea) parece que estaba equivocado. Ahora toca dar un paso más”. Y yo añado, ese paso más debería pasar por la innova-acción, con convencimiento. Innovar, actuando.
Se trata de desaprender, de probar cosas nuevas, de no tener miedo a equivocarse. Steve Jobs se equivocó con algunas innovaciones, reconoció rápidamente el error y continuó innovando. El miedo y el afán por continuar teniendo el control, paraliza. Y como ocurre en Cadena Perpetua, no conduce a nada bueno.
No comparto, por ejemplo, esa obsesión por acumular fans en las redes sociales, para una vez reunidos allí, bombardearles con mensajes, como se hace desde una web, desde una cuña, desde un pop-up o desde un spot. ¿No sería mejor fomentar la vinculación? Trabajar duro por ofrecer el mejor producto posible, tratando a los consumidores de manera honesta, mirándoles a los ojos con franqueza. Y tender todos los puentes posibles para que como dice Fernando Polo, la vinculación sea la base de la nueva publicidad.
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