El cerebro trino. El sistema nervioso creció por capas superpuestas. El tronco cerebral, como el encéfalo del reptil, controla los instintos. El mamífero con la procreación por parto sumó los afectos y el cerebro emocional. El agregó el lenguaje y la razón. Por tener que armonizar tres áreas en conflicto, su cerebro no es tan preciso como la mano que sustituyó a la garra. El animal nace programado, el hombre débil aunque sin la rigidez de los instintos. Su espacio de libertad es una página en blanco que el mismo completará. Por eso cada hombre es el arquitecto de su propio destino.
Con la bipedestación las manos dejaron a las piernas la locomoción y ejecutaron las tareas que realizaba la boca. Así, el rostro se aplanó. Puesto de pie, el cerebro creció.
Se transformó en el símbolo intelectual y los ojos en su instrumento. En la división mente-cuerpo, la región abdominal se expresa mediante sensaciones en el estómago.
El hombre vivía de la caza descubriendo su presa por sus rastros en la tierra. Descifrarlos fue el comienzo del proceso que condujo a la escritura. El arte de adivinar reunía el diagnóstico y el pronóstico a través del gesto más antiguo de la historia intelectual: el cazador agachado en el barro examinando las huellas de su presa. Con el lenguaje verbal, el hombre creó un mundo cultural. En su hemisferio izquierdo se alojaron las destrezas de pensamiento y en el las del sentimiento y la intuición.
La noción de identidad surgió de un cuerpo de fibras que conectó a estas dos formas diferentes de pensar. Cuando este cuerpo es seccionado se pierde el sentido de unidad.
Nuestros microbios. 100 billones de microbios brindan tanta información como los genes y aceleran la investigación de fármacos. No se nace con ellos, se incorporan y el cuerpo los cobija. Sus antibióticos matan los gérmenes que causan las enfermedades.
El ecosistema posee esa fuerza que lo habita. El bienestar depende del microbio-clima que ayuda a descomponer alimentos, sintetizar vitaminas y proteger contra gérmenes.
La bioética se pregunta qué revelan los microbios. Los antibióticos se descubrieron en bacterias y hongos, que viajan en el hombre desde el nacimiento hasta la muerte. El organismo adulto tiene 10 veces más bacterias que células en el tracto digestivo.
Tenemos tres cerebros. En la cabeza, en el corazón y en el intestino. El último es capaz de recordar, ponerse nervioso y dominar a sus colegas. Quien sintió un hormigueo en el estómago previo a una conferencia o una diarrea antes de un examen, sabe de eso. Ansiedad, depresión, úlceras, colon irritable, colitis, etc. reconocen síntomas duales.
El cerebro abdominal controla y aporta al organismo agua y elementos nutritivos. Los conduce por el tubo digestivo con movimientos ondulatorios, segrega jugos digestivos, digiere y absorbe el alimento, lo lleva hasta el sistema circulatorio y expulsa los desechos. Al igual que su colega produce neurotransmisores que influyen en el estado anímico, opiáceos que modulan el dolor y compuestos químicos tranquilizantes
Sus tuberías son una estructura compleja. Se creía que el cerebro controlaba el intestino a través del nervio vago, que el tubo sólo obedecía. Pero el intestino alberga más células inmunitarias que el resto del cuerpo. Contiene cien mil millones de neuronas.
Su nerviosa la dirigen neuronas comandantes que dirigen a millones de neuronas. Hay células glía que las nutren y producen la respuesta inmunitaria. Poseen sensores y almacena programas que utiliza según el momento, controla el progreso, mide los ácidos y las sales, es un laboratorio químico con sistema informático propio.
El intestino utiliza neurotransmisores como la serotonina que provoca bienestar.
Los tres cerebros intercambian mensajes que desencadenan efectos. Estrés e intestino se conectan. El 70% de pacientes con trastornos crónicos tuvieron traumas infantiles: divorcios, muertes, maltrato. Lo que es bueno para un cerebro es bueno para los demás. Hay 400 especies de bacterias, sin ese equilibrio se altera, el organismo se resiente.
Al detectar sustancias extrañas, suena la y se liberan agentes que generan diarrea para expulsar al intruso. Un intestino estresado propicia trastornos y cáncer de colon.
A medida que se conoce más a las mariposas del estómago, se ve cómo influyen las hormonas estresantes. El diálogo de los cerebros explica también el efecto placebo.
El poder del centro del cuerpo. La comunicación es una autopista de ida y vuelta, con 10 veces más tráfico hacia arriba. Las sensaciones que llegan a la conciencia son de dolor o hinchazón. No se espera nada bueno del intestino, pero esto no significa que no haga bien su . En su laboratorio produce medicamentos naturales.
Para la oriental el vientre es el centro vital. Es un punto situado debajo del ombligo, en el centro de gravedad del cuerpo. Allí reside el océano de la energía vital.
Es el centro de control, donde se integran mente y cuerpo y se funden con el universo. Para mantener la salud, la meditación y las disciplinas psicofísicas se conectan allí, para integrar los sistemas corporales y lograr un estado de serenidad y de calma profunda.
Hipócrates, el Padre de la Medicina, dijo: “La Naturaleza es la que cura”. Aconsejaba que: “Si no quieres estar enfermo, aprende a vivir saludablemente”. El arte de la salud es vivir de acuerdo a leyes naturales, que afectan cuerpo, mente y espíritu. Hipócrates afirmó: “No hay enfermedades, hay enfermos”, son los que no viven saludablemente. La Naturaleza se regenera. “Deja obrar a la Naturaleza”. “Curar es desintoxicar”.
Que tu medicina sea tu alimento, y que tu alimento sea tu medicina.
La enfermedad correlaciona con costumbres antinaturales. Hay alimentos que nutren y curan, como frutas, ensaladas y hortalizas crudas, con vitaminas, sales minerales y las fibras necesarias para el intestino. Ellos limpian, restablecen y regeneran. Los cereales, legumbres, tubérculos y oleaginosas son buenos alimentos y no curan. Pero están los que alimentan y enferman, llenan de grasas, toxinas, colesterol, ácido úrico y gérmenes.
Los Agentes Curativos Naturales que activan las defensas y el sistema nervioso son: el ejercicio adecuado, las terapias alternativas, la respiración correcta, la higiene física, mental y espiritual, el ayuno curativo y preventivo, el descanso, la vestimenta.
Los intestinos desempeñan un papel clave, la terapia es la higiene intestinal. La limpieza es al cerebro del bajo vientre lo que la cura de sueño al sistema central.
Se trata de hacer menos caso al parloteo mental y prestar más atención al estómago y a los intestinos para descubrir emociones conflictivas que generan las dolencias. Hay que recuperar la sabiduría del bebé, para quien las sensaciones de la barriga son todo y puede llorar desesperadamente por hambre o acariciarse la barriga por placer.
El cerebro digestivo. Fue el primero, los animales eran un mero tubo digestivo. Pegados a las rocas esperaban que la comida llegue. Con la evolución desarrollaron el sistema nervioso central. Pero el intestino no podía confiar en el nuevo cerebro y quedó como un circuito autónomo. Lo mismo sucede en la concepción. La cresta neural se forma pronto. Luego una parte será sistema nervioso central y la otra abdominal.
Los cerebros de la cabeza aprenden, el colon también. Si cada día se practica un enema a la misma hora, al cabo de un tiempo es probable que produzca el efecto sin ella.
Psicosomática. El intestino delgado separa lo bueno de lo malo y absorbe sustancias. Es un proceso de integración tal como hacen sus colegas con sentimientos, pensamientos y experiencias. La inseguridad, el miedo producen retención y estreñimiento.
En el intestino se conectan la realidad interna y externa, se retienen aspectos de la personalidad que da miedo liberar. Así como la obsesión por controlar impide la espontaneidad y la alteración que los viajes provocan, también pueden aparejar molestias intestinales. Apreciar los mensajes del vientre ayuda a conectar la mente con el cuerpo, si fuésemos plantas los intestinos serían sus raíces. La persona valiente, cree en sí mismo y confía en los demás. El sistema digestivo es el acoplado del corazón que mantiene al cerebro. Si falla el cerebro abdominal, el sistema se cae.
Tocame que me gusta. Para un tímido, el tacto es como el lenguaje Braile para un ciego. Debemos agregar el tacto a los sentidos, la caricia, el abrazo, el beso, en lugar de la comunicación distante por celular. El estrés se nota, es el grito del cuerpo reclamando el retorno de la inteligencia arcaica y profunda, que satisfaga la necesidad de encuentro.
Acariciarnos estimula las endorfinas que hacen soportar el dolor y brindan una profunda sensación de bienestar. El significado de la caricia abre la puerta del placer: el pelo se eriza, el escalofrío aparece y la emoción se despliega. Una caricia dice lo innombrable, habla antes de manifestarse y está presente desde la intención. Al incluirla en nuestro alfabeto nos comunicamos mejor con los que amamos. No hay fuerza más potente que el amor, ni nada más hermoso que sentirlo correr por las venas.
Osho: “El arte puede crear belleza, la ciencia descubrir la verdad objetiva y la conciencia la realidad subjetiva. Y juntas pueden hacer completo cualquier sistema de educación.”
Tenemos tres cerebros, la medicina y la psicología los tratan con remedios y terapias pero olvidan un aspecto. Que, como dijo Pascal “el corazón tiene razones que la razón no entiende”. Desde pequeños deberíamos educar a nuestros hijos para que sepan armar su cerebro trino, que asocie los instintos, emociones y pensamientos. Que aprendan a alimentar el cuerpo, el corazón, el cerebro y el espíritu, a conocerse a sí mismos.
No existen vientos favorables para los que no saben a dónde quiere arribar. El mundo entero se detiene ante un hombre que sabe lo que quiere. El poder inteligente es un querer con eficacia. Finlandia lo entendió e hizo de la educación su política de estado. La educación es la industria pesada de una nación, porque es la que fabrica ciudadanos.
Dr. Horacio Krell es el Director de Ilvem. Dicta conferencias gratuitas sobre cómo optimizar la inteligencia. Su mail de contacto es horaciokrell@ilvem.com
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