Con
la posible excepción de haber sido abducido por los marcianos, mover
objetos con la mente es el primer ejemplo de charlatanería que le viene a
cualquiera a la cabeza. Y sin embargo ya pertenece al mundo real. Lo
han logrado dos pacientes -Cathy y Bob- con unas lesiones en el tallo
cerebral que les habían dejado tetrapléjicos, mudos y sin apenas forma
alguna de comunicarse.
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FUENTE | El País Digital |
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La tecnología para conectar el cerebro a una máquina ya es una realidad. Los neurocirujanos han implantado un pequeño dispositivo con 100 electrodos del grosor de un cabello en el córtex motor de los pacientes, la parte del cerebro que normalmente manda las señales a los músculos para mover el cuerpo. Esa conexión quedó cortada por los daños en el tallo cerebral, pero los pacientes todavía pueden activar su córtex motor a voluntad, como hacían antaño cuando querían moverse.
Han necesitado realizar un largo entrenamiento, de cinco años en el caso de Cathy. Los brazos robóticos que han usado son tecnología punta, pero el cuello de botella está antes de que la señal llegue a ellos: en la interpretación -o descodificación- de las órdenes enviadas por el cerebro. Es ahí donde los científicos de la Universidad de Brown consideran que hay mucho margen de mejora. Están en ello.
La inserción de electrodos en el cerebro puede resultar algo aparatosa, y los científicos esperan sustituirla con el tiempo por sistemas no invasivos, que recogen las señales cerebrales con un casco como los que se usan para electroencefalogramas. A más largo plazo, también les gustaría prescindir de los miembros robóticos y aprender a conectar las señales a los propios músculos del paciente. Parecen sueños inalcanzables, pero ¿cuál lo era más que mover objetos con el poder de la mente?
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