Es lo que nos mantiene vivos y vivas. Es más fuerte que el miedo. Es lo
último que se pierde. Al leer la palabra esperanza viene a mi mente la
historia de la Caja de Pandora, en donde se relata que a Pandora le
regalaron una caja con la condición de que nunca la abriera. De repente
la abrió y salieron todos los males del mundo en forma de insectos. De
repente una vocecita le gritó que la liberara ya que ella es la
luciérnaga que simboliza la esperanza cuando estemos perdidos.
Concordamos con la colega Mariana Alvez Guerra cuando afirma en el portal webhttp://psicologiapositivauruguay.wordpress.com/2011/10/24/el-poder-de-la-esperanza que, la esperanza es un estado de ánimo en el cual se nos presenta como posible aquello que anhelamos, nos brinda la fortaleza para poder seguir adelante cuando todo parece que está perdido, nos brinda consuelo en nuestros peores momentos, nos inspira, nos ayuda a ser perseverantes, a lidiar con lo difícil hasta con lo que parece imposible de sobrellevar.
El hecho de que tengamos esperanza en nuestras vidas depende de encontrar causas permanentes y universales para los sucesos positivos y considerar que los hechos adversos son transitorios y específicos (aplicados a una situación en particular que no contaminará el resto de nuestras experiencias). Escoger esta manera de pensar nos permitirá recuperarnos de los contratiempos rápidamente y caminar seguro hacia el éxito en cualquiera de sus áreas.
Tener esperanza puede también traducirse en poseer objetivos, inspiración y entusiasmo para llevar los mismos a cabo, nutrirse de pensamientos positivos que se retroalimentan unos a otros. Hay personas que innatamente utilizan esta habilidad para su beneficio, aunque debemos tener en cuenta que la esperanza es algo que también podemos aprender. Una meta, la creencia de que podemos lograrlo y un camino que nos indique cómo llevar esto a cabo nos conducirá a crear esperanza en nuestro espíritu.
En el portal web http://www.psicologia.humanet.co, existe una cita del colega Erich Fromm que argumenta que la esperanza es un elemento para efectuar cambios sociales que lleven a una vivacidad, conciencia y razón mayor. Pero a menudo se malinterpreta y se confunde la naturaleza de la esperanza con actitudes que no tiene nada qué ver con la esperanza y que, de hecho, son lo opuesto.
¿Qué significa esperar? ¿Significa acaso, como muchos piensan, tener anhelos y deseos? De ser así, dice Fromm, aquellos que desean tener más y mejores automóviles, casas y artefactos eléctricos serían individuos esperanzados. Pero no lo son. Son gente ansiosa de consumir más, y de ninguna manera gente sin esperanza.
¿Se tiene esperanza cuando el objeto de ésta no es una cosa sino una vida plena, un estado de mayor vivacidad, una liberación del eterno hastío, o cuando se persigue?,
Para usar un término teológico, la salvación, o empleando uno político, la revolución.? A esta clase de expectación, en verdad, podría llamársele esperanza; pero no debe hacerse así si posee la cualidad de la pasividad y de la espera, a menos que se quiera hacer de la esperanza, en efecto, una envoltura para la resignación, una mera ideología.
De no ser por la esperanza, muchos de nosotros ni siquiera estuviéramos vivos. La esperanza nos mantiene despiertos, nos da esa capacidad de seguir soñando, de alcanzar las metas y de trabajar cada día más por todas las cosas que queremos alcanzar en nuestras vidas.
Jamás perdamos la esperanza, porque esta es la luz que alumbrará nuestro camino. Alessandro D'Amico
Psicólogo
Alessandro D'Amico
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