sábado, 25 de agosto de 2012

Imágenes mentales y Literatura

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Federico Langer intenta descubrir cómo interactúan las imágenes mentales y las emociones en nuestro cerebro, con relación a la estética literaria. Esto es, cómo en ausencia de una percepción real, construimos una imagen y experimentamos respuestas emocionales; por ejemplo, cuando leemos un libro. En esta entrevista, Langer cuenta su trabajo e imagina experimentos futuros que nos permitan saber con más precisión cómo se forman las imágenes mentales y cómo nos emocionamos.

La neuroestética es un nuevo campo dentro de las neurociencias. Su objetivo es descubrir las bases neuronales de la apreciación estética y artística. El trabajo de Langer se sitúa en este campo e intenta darle un marco conceptual y filosófico.
- El título de una de tus ponencias es “El placer de la soledad”, ¿cómo lo elegiste?
- Se llama así por el poema de Wordsworth llamado The inward eye o The Daffodils en el que nombra a las imágenes mentales como ‘el placer de la soledad’, ya que cuando uno está solo puede imaginarse objetos o escenas que le produzcan placer; lo mismo que con la literatura.
- ¿Qué son las imágenes mentales y cómo interactúan con las emociones?
- Una imagen mental es la experiencia de percepción visual, táctil, auditiva, gustativa, en ausencia de estímulos sensoriales externos. Metafóricamente, una imagen mental se corresponde a “ver con los ojos de la mente”, “oír con los oídos de la mente”, etc. y puede producir respuestas emocionales. Es interesante haber descubierto que las imágenes mentales se generan en las mismas áreas del cerebro en la que se generan las percepciones reales; ambas áreas están anatómica y funcionalmente conectadas.
- Tu hipótesis postula que el patrón neuronal de una imagen mental es similar al patrón neuronal que ocurre durante una percepción real. ¿Se sabe qué es lo que varía en el patrón neural para que sepamos que estamos en presencia de una imagen mental y no de una percepción real? ¿cuán sutil es esa diferencia?
- En realidad la diferencia es muy sutil, ya que no siempre podemos distinguir lo que vemos de lo que imaginamos; el caso extremo es el de la esquizofrenia. Hay distintas hipótesis acerca de cuál es la diferencia, pero sin dudas, es muy sutil.
- Si se logra describir el camino neural hacia la imagen mental y la emoción, ¿es posible que se pueda provocar?
- Sí, de hecho se provoca. Ya en 1955 un neurocirujano canadiense, Wilder Penfield estimulaba con pequeñas corrientes eléctricas distintas zonas del cerebro de pacientes a quienes se les estaba practicando una operación. Así descubrió que según la zona que estimulaba, los pacientes tenían distintas sensaciones, sentían gustos, olores, recuperaban memorias, etc. Lo que pasa es que no se puede avanzar mucho en ese sentido porque no se puede manipular el cerebro de una persona, por cuestiones éticas evidentes. A mí me gustaría mucho hacer experimentación en humanos, poner las ideas en práctica. Claro que no lo haría operando sino poniendo a las personas a leer textos y evaluando sus procesos mentales.
- Vos elegiste estudiar las imágenes mentales que provoca la literatura, mientras que la mayoría de los trabajos en neuroestética se han concentrado en particular en la apreciación estética relacionada a la pintura y la música. ¿Por qué elegiste vos trabajar con la literatura?
- Porque creo que es el único arte en el cual la apariencia física del objeto no cumple un rol estético. En las otras artes el objeto artístico está físicamente presente. En literatura el objeto artístico es una construcción cerebral pura, en el sentido de que el significado de las palabras sólo existe en nuestro cerebro. Las imágenes, las reacciones emocionales, sólo existen en nuestro cerebro. En ese sentido me parece que la literatura es muy interesante para estudiar, porque el libro en sí no dice nada. Es decir, te puedo dar un libro de tapas duras, un manuscrito, un ebook y eso no dice mucho. La literatura puede provocar cambios emocionales, cambios en las ideas, en la forma que vemos el mundo y sólo el cerebro humano es capaz de una cosa así a partir de ver tinta en un papel.
- Tu proyecto es un proyecto teórico y no experimental, es decir no hacés experimentos para probar tus hipótesis.
- Lo que hago es intentar organizar los resultados de las neurociencias en un marco teórico que las englobe y permita no solo explicar ciertos fenómenos, la estética literaria en este caso, sino que también permita hacer algunas predicciones, como que muchos efectos literarios dependen de procesos y propiedades de la corteza visual. Yo creo que las emociones que provoca la literatura, el placer estético que provoca, los distintos procesos cognitivos y emocionales, son cognoscibles científicamente. Como filósofo yo no puedo investigar los mecanismos cerebrales, eso es tarea de los científicos; pero sí puedo proponer marcos generales que den lugar a esa investigación.
- Si tuvieras la oportunidad de hacer experimentos con humanos, ¿con qué obra literaria te gustaría trabajar?
- Lo haría con textos creados a propósito para el experimento porque los textos literarios suelen ser muy complicados para que sean prácticos; varían en su extensión, en su dificultad, en su contenido conceptual y en las imágenes que sugieren, etc.; una persona leyendo una obra real generaría tantos datos, que sería imposible procesarlos. Los estudios de laboratorio son, por necesidad, más artificiales.
- En el caso de que se lograra provocar imágenes mentales, y por lo tanto emociones, en una persona de manera instrumental. ¿Vos pensás que se podría manipular a tal punto que la persona vea la imagen que uno está queriendo que vea?
- Yo creo que estamos a años luz de eso, es de ciencia ficción en este momento. Si bien estamos teniendo un conocimiento cada vez más profundo, el cerebro es un órgano extremadamente complejo, cuyas conexiones sinápticas cambian en el tiempo y según las experiencias personales. Si bien estamos viviendo una revolución del conocimiento, un momento muy interesante en el cual se descubren cosas nuevas a diario, hay que ser cautos, estamos muy lejos de poder hacer que una persona piense una cosa e, incluso, estamos lejos de saber exactamente qué está pensando.

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