El Cuddlebot es el robot que querrás acariciar

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A esta mata de pelo que vemos en la foto se le llama "criatura háptica". Es como una especie 
de gremlin pequeño pero en robot. Y es bastante particular, ya que aparte de poder acariciarlo, reacciona a nuestras emociones táctiles. Esta bola de pelo robótica llamada Cuddlebot puede, además, reconocer quien le toca mediante aprendizaje.

El Cuddlebot es la última invención de SPIN, el Sensory and Interaction Research Group (Grupo de Investigación Sensorial y de Interacción) de la Universidad de British Columbia. Puede diferenciar

entre nueve tipos de gestos táctiles y podremos desde rascarlo hasta acariciarlo.

Su creadora se llama Anna Flagg y con este robot ha querido probar que puede diferenciar entre 

distintos usuarios, basándose en los patrones táctiles de cada uno. Su propósito es, además, que

en un futuro pueda discernir las emociones que se esconden detrás de cada gesto.

Aunque pueda parecer un robot sin mucha utilidad, ya se ha probado su uso terapéutico en 

hospitales y por lo que parece ha funcionado. Se ha utilizado con niños y ha sido un éxito. Además 

su uso no se restringe a niños ya que para adultos hay aplicaciones posibles como la opción de 

conectarlo a un smartphone y hacer que pueda recibir feedback sobre las emociones que manda el

emisor.

También, en un futuro, podríamos tener una versión más pequeña que podríamos llevar con nosotros 

y que además detectaría nuestro grado de estrés. Mientras que este robot, en su estado actual es 

solo un concepto para probar una teoría, sus usos futuros se integran bien en eso que llamamos

"internet de las cosas". Un objeto conectado a internet que nos sirve para interactuar con otras 

personas que no están físicamente presentes.

Un problema que se antoja es que nuestro grado de uso del smartphone ya es bastante elevado 

en muchos casos, así que si además "respondiera" a nuestros estímulos y con ello cada vez nos

conociera mejor, sería muy difícil despegarse de él. Quizás para esto falta bastante pero no faltará

mucho hasta que alguien lo integre en un juguete, tal y como hacía el Furby en su tiempo.