martes, 5 de febrero de 2013

El sesgo optimista

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Optimism Bias Tali Sharot

Sabéis que me gusta especialmente alertar de los sesgos cognitivos que suelen dificultar nuestra racionalidad. Hemos visto muchos ya en El caparazón pero no habíamos abordado este.
Es el tema central del libro de Tali Sharot: somos optimistas por naturaleza. Extraigo de su charla y algunas entrevistas algunas ideas que amplían el tema:
El sesgo de optimismo consiste en la tendencia a predecir resultados positivos, ligada a nuestra capacidad de imaginar el futuro. Tendemos a pensar que los resultados serán mejores de lo que son en realidad, en parte por culpa de la memoria selectiva. Sabemos que la emoción cambia la memoria, modifica los recuerdos traumáticos y esos mismos circuitos son los que se encargan de construir escenarios de futuro. Lo que esperamos del futuro es en parte un proceso construido y por tanto dependiente de nuestras emociones.
Existe también cierta profecía auto-cumplida en cuanto al sesgo de optimismo: cuando esperamos hacer algo bien nos sentimos motivados a actuar para ello, dedicando más esfuerzo al tema y por lo tanto aumentando la probabilidad de lograr el resultado. El tema tiende a olvidarse en campañas de prevención ligadas a la salud, que se basan normalmente en el miedo. Si subvaloramos los riesgos, no veremos el cáncer de pulmón que nos anuncia la cajetilla de tabaco como algo probable para nosotros. Si por el contrario aprovecháramos el sesgo de optimismo, las campañas en el paquete, en televisión, etc. podrían informar de cosas positivas, como que el 80% de quienes intentan dejar de fumar lo consiguen después de dos semanas, logrando mejores resultados.
El tema no se aplica solamente a lo individual. Los economistas atribuyen en parte la caída financiera de 2008 al sesgo de optimismo de diversos grupos de interés en el mercado financiero mundial, incluidos los inversores, analistas y funcionarios del gobierno. Cuando sesgos de optimismo de varios orígenes  confluyen se puede llegar a la polarización. Para evitarlo podemos revisar las previsiones anteriores, ver en qué medida el sesgo de optimismo las afectó. La guía del Departamento del Tesoro del Reino Unido recomienda que los presupuestos de los proyectos más importantes incluyan una contingencia sobre  el sesgo de optimismo. En el caso de las olimpiadas de Londres fue de entre el 10 y el 23,5%.




También en lo individual el optimismo puede ser peligroso si es extremo y llevar a la imprudencia, a que se aplace cualquier chequeo médico o se produzcan conductas de riesgo, como fumar o beber. Como siempre, en el punto justo está la clave de todo.
En fin…  dejo Ted Talk de la autora con subtítulos para quien quiera ampliar un poco más:

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